El neurólogo vasco Alfredo Rodríguez-Antigüedad ha recibido el premio SEN (Sociedad Española de Neurología), por su trayectoria profesional de más de 35 años, y su contribución al estudio, asistencia y gestión de la esclerosis múltiple y otras enfermedades neurológicas. Lleva casi cuatro décadas atendiendo a pacientes con estos problemas, y aunque se dedica de manera específica a la esclerosis múltiple, abarca múltiples registros en el campo de la neurología y su investigación se amplía a otros campos. “Hago dramas, pero también hago comedias”, bromea.

Oímos permanentemente hablar del cáncer, del infarto... pero menos de las enfermedades neurológicas.

—Eso sucede porque muchas veces quienes las padecen no quieren hacerlas públicas. Parece que hay un estigma de si me ha dado un ictus me he quedado tonto, si tengo epilepsia, o parkinson, no sé qué. Y luego también es porque existen enfermedades neurológicas bastante desconocidas. Pero son muy importantes. De hecho, la principal causa de mortalidad en las mujeres es el ictus. El impacto de las enfermedades neurodegenerativas es brutal porque aumentan con el paso del tiempo, y cada vez vivimos más años.

El cerebro no parece tan fácil de estudiar como otros órganos.

—Es más difícil de explorar. Es un órgano de una complejidad estructural y funcional muy importante. Cada zona del cerebro hace una cosa. También es difícil hacer biopsias. Una biopsia del cerebro son palabras mayores. Está muy enclaustrado, es de más difícil acceso, muy aislado del resto del organismo. Y las sustancias que puede liberar no llegan fácilmente a la sangre. Análisis que podemos hacer en la sangre para otras enfermedades no valen para el cerebro.

¿Los accidentes cerebro vasculares, como el ictus por ejemplo, ocurren siempre por alguna razón?

—Siempre hay una causa. Puede ser porque tienes un problema de corazón, porque tienes unas arterias dañadas, arterioesclerosis, una hemorragia... Siempre que se rompe una arteria o hay una obstrucción, existe una causa que lo desencadena aunque no la encontremos. No es algo espontáneo.

¿Y hay señales de alarma que permitan actuar a tiempo?

—Hay síntomas evidentes, se tuerce la boca, hay dificultades para hablar, se paraliza un brazo... y no puedes esperar a que se te pase. Cuando empieza un ictus no se puede perder un minuto porque el tiempo es cerebro. En el momento que sospechas algo, se debe acudir sin demora al 112. El código ictus es muy radical.

El alzheimer parece el mal de nuestro tiempo por el progresivo envejecimiento de la población.

—Con el paso del tiempo envejece el organismo, eso es ley de vida. Y hay cosas que entendemos bien que envejezcan. Pero la maquinaria celular también envejece, empieza a acumular daños y falla.

¿Sirven los estilos de vida saludables para proteger el cerebro y prevenir enfermedades neurológicas?

—El mensaje que mandamos los neurólogos es que para tener un cerebro saludable hay que tener una vida saludable con hábitos sanos, con ejercicio, con buena alimentación, no fumando ...

¿Cómo es un cerebro sano? ¿Cómo se ejercita?

—Es necesario hacer actividades, leer, estudiar, y sobre todo, tener una vida social activa en el día a día. Las personas que hacen eso están mucho mejor desde el punto de vista cognitivo que aquellas encerradas en casa, sentadas y viendo la televisión porque esa es la mejor manera de tener un cerebro poco entrenado.

Usted es un referente en la esclerosis múltiple y dice que en los últimos 20 años esta enfermedad se ha dado la vuelta como un calcetín.

—Es que los tratamientos han avanzado muchísimo. Antes los pacientes tenían una recaída cada dos años y ahora cada diez años o más. Ves como estaban los pacientes antes, y cómo están los que llegan ahora que tienen un futuro prometedor. Aunque siempre hay algunos que han empezado antes y están fatal.

Doctor cada vez me olvido más los nombres, de los títulos de las pelis... ¿Es muy mala señal? ¿Me tengo que preocupar?

—No, eso es normal. La auténtica mala señal es cuando uno pierde la capacidad para hacer cosas. Por ejemplo, si eres ingeniero y no atinas a hacer el proyecto y tienes fallos que antes no tenías. Pero las capacidades cognitivas cambian con el paso del tiempo. Los niños pequeños, por ejemplo, tienen una memoria visual portentosa porque resulta necesario.

¿El diagnóstico precoz sirve para estas enfermedades?

—En el ictus desde luego es imprescindible, en la esclerosis múltiple, también es fantástico..., y en las que no tienen un tratamiento específico curativo como el parkinson o el alzheimer es importante porque puedes empezar a adoptar estrategias para su abordaje

¿Existen biomarcadores para detectar estas patologías?

—Se está trabajando, pero es más complicado de lo que parece. Es que la neurología tiene una limitación que son los biomarcadores en sangre porque el cerebro está muy enclaustrado, lo malo se queda allí dentro, y no suelta cosas. El avance en la neurología depende en gran medida de tener biomarcadores que nos permitan diagnosticar tempranamente, y de que podamos seguir la evolución de la enfermedad más allá de los síntomas.

¿Qué pasa con los tratamientos? Sus pacientes estarán siempre preguntando ‘¿qué hay de lo mío?’

—Ha habido un gran cambio. Espectacular. Hay grandes avances en epilepsia, en ictus, y en otras enfermedades como el parkinson o el alzheimer hay mucha investigación y al final habrá grandes mejoras.

¿La inteligencia artificial también va a ayudar a afrontar mejor las enfermedades neurológicas?

—Eso todavía es un futurible. Seguro que va a funcionar, pero el aspecto cualitativo que tiene una persona no lo tiene un ordenador.