No se conocían, pero estuvieron dos horas conversando. Es lo que tiene compartir un interés común, luchar contra el cáncer de mama. Elena Ortiz, que lo ha sufrido, lo hace aportando su donativo. La doctora María del Mar Vivanco, invirtiéndolo en su laboratorio. Ambas mantuvieron un encuentro en CIC bioGune para simbolizar lo necesarias que son la una para la otra. Y quien dice la una dice todas las personas que contribuyen a través de la asociación Acambi con la causa. “La investigación es lo que nos va a llevar a que el día de mañana esto sea crónico, haya algún medicamento para prevenir o la quimio sea mucho más llevadera”, confía Elena. “Gracias al apoyo extra de las donaciones podemos ir un paso por delante de lo que iríamos sin ellas”, valora la doctora Vivanco, inmersa en desentrañar las claves de por qué hay células tumorales que se resisten a la terapia hormonal. Un objetivo prioritario teniendo en cuenta que en 2020 murieron 172 mujeres de cáncer de mama solo en Bizkaia.

La madre de Elena falleció a los 40 años de cáncer de pecho. “La vimos morir en la cama y fue muy triste. Somos cuatro chicas y un chico y eso nos ha marcado de por vida”, confiesa esta bilbaina. Sobre ella la espada de Damocles cayó a los 52. “Siempre iba a las revisiones diciendo: Uf, me da que algún día... y en abril de 2018 llegó”. El primer mes, dice, “fue muy duro, hasta que me miraron todo, pero tenía el apoyo de mi hermana, que lo había pasado hace unos años, y es muy alegre. La quimio fue muy dura, pero lo llevé bastante bien”. Sin tregua, al año siguiente le detectaron un cáncer de ovario. “Esa vez sí fue muy triste, porque me había recuperado bien, lo había llevado con cierto optimismo y volver otra vez con la quimio me resultó muy duro”. La enfermedad volvió a asomar el año pasado, para su sorpresa, en su pecho mastectomizado. “Cuando me llamaron pensé: Esto no va a parar. Me operaron, me dieron cuatro sesiones de quimio y se me volvió a caer el pelo y esa ha sido la historia”, relata. Esa ha sido su historia, pero en su familia hay más. “Una de mis hermanas lo está pasando ahora por segunda vez. A otra le ha dado positivo el estudio genético y la han operado en Basurto. Somos muchas primas las que lo hemos pasado, pero me gustaría que el mensaje fuese positivo. Estamos tan controladas que estamos aprendiendo a convivir con el cáncer”, afirma. Con la “tranquilidad” de que a su hija “el estudio genético le ha dado negativo”, espera que “en las siguientes generaciones, aunque no tenga cura al cien por cien, los tratamientos sean mejores, más limpios, menos invasivos y con menos efectos secundarios”.

Elena no es de las que lanza un deseo al aire y se cruza de brazos. Ella, al igual que miles de vizcainos, pondrá su granito de arena participando en la carrera solidaria que la Asociación de cáncer de mama y ginecológico de Bizkaia celebrará el 9 de octubre en Bilbao para recaudar fondos destinados a esta investigación. “Los últimos años me ha pillado la quimio en esa temporada, pero esta vez hasta he llamado a mis hermanas para que se apunten. Todo el dinero de la carrera se entrega a este laboratorio”, destaca.

La doctora Vivanco agradece cada una de estas aportaciones por “el empuje” que suponen a su proyecto. “En investigación, cuanto más dinero, más recursos y posibilidades de avanzar con mayor rapidez. Eso se traduce en comprar más material de laboratorio o contratar a investigadores que van a trabajar para ir mejorando nuestro conocimiento sobre los cambios que suceden en esas células que provocan que el tumor vuelva a aparecer”, explica.

“Gracias al apoyo extra de las donaciones podemos ir un paso por delante de lo que iríamos sin ellas”

María del Mar Vivanco - Investigadora de CIC bioGune

La relevancia de su investigación la avala con datos “devastadores”, como el de las 1.601 mujeres que fallecieron por cáncer de mama en la CAV entre 2016 y 2020. “La incidencia y la mortalidad son muy importantes. Sigue siendo la primera causa de muerte por cáncer entre las mujeres a pesar de todo lo que se ha avanzado. Es necesaria la combinación de fondos públicos y donaciones para acelerar este proceso”, recalca. De hecho, detalla, “alrededor del 70 o 75% de las pacientes reciben terapia hormonal y, de ellas, muchas desarrollan resistencia a la misma. A cinco años, el tumor vuelve a aparecer en un 15% de los casos, pero, según avanza el tiempo a 10, 15 o 20 años, puede llegar hasta el 50%”.

Prueba de ello es Elena, que devolvió su agradecimiento a esta científica y su equipo con creces porque “la base de avanzar en esta enfermedad es la investigación”. Además de contarle su caso, recibió una clase magistral sobre células tumorales, maquinaria de laboratorio y financiación de proyectos. “Me ha comentado que el Gobierno vasco y el central les ayudan, pero son cantidades que no llegan para nada. También hemos hablado de que en países, como Estados Unidos, siempre hay millonarios que donan, pero aquí no se da el caso. Encima, está mal visto, porque parece que eso solo lo tiene que hacer el Gobierno, que lo tendría que hacer”, subraya Elena.

Con ella coincide la doctora Vivanco, quien acoge con esperanza la apuesta del Ejecutivo vasco por la innovación. “El futuro pasa por el conocimiento. Si se quiere avanzar, hay que seguir aprendiendo, pero se necesitan más recursos. Dijeron que iban a seguir creciendo. Veremos cómo se lleva a la práctica”, apunta y destaca que “los países que invierten más en ciencia son los más ricos. Siempre compensa desde un punto de vista económico, pero, sobre todo, social y médico”, puntualiza.

“La investigación es lo que nos va a llevar a que el día de mañana esto sea crónico o la quimio sea más llevadera”

Elena Ortiz - Afectada de cáncer de mama

No en vano, recuerda, “las farmacéuticas que han sacado las vacunas del covid o las medicinas contra el cáncer se basan en conocimiento generado en laboratorios de investigación de centros como el bioGune. Si no se sigue conociendo más, nos quedaríamos estancados con las medicinas que tenemos ahora”. Para evitarlo, añade, la comunidad científica comparte sus avances, tal y como ha sucedido en el congreso internacional que ella misma ha organizado recientemente en Italia. “Eso es lo bonito de la investigación, que no hay laboratorios aislados intentando comprender este problema tan complejo, sino que todos ponemos un granito de arena”.

UNA CIENTÍFICA A PIE DE CARRERA

La doctora Vivanco se calzó las zapatillas un año para participar en la carrera de Acambi. El resto ha acudido para explicar su investigación a quien se muestre interesado. “Acambi para nosotros es una fuente de conocimiento y de ánimo. Como investigadores también aprovechamos esta relación y aprendemos de las pacientes, que son las que tienen la experiencia directa de cómo es el inicio de la enfermedad, cómo son los tratamientos... Cada vez se está considerando más a la paciente como parte central del proceso y se la está teniendo más en cuenta desde un punto de vista de medicina personalizada”.

Conocer cara a cara a las mujeres afectadas es enriquecedor, pero toca los sentimientos, sobre todo con esta enfermedad que causa tantas bajas. “Es el precio duro. Cuando decimos que la mortalidad es tan elevada, al final se refleja en que acabamos conociendo a pacientes en las que los tratamientos no siempre funcionan o el tumor vuelve, esta vez más agresivo, y no sobreviven a los tratamientos. Esta es la parte más triste y dura porque te vas acercando desde un punto de vista más emocional”, reconoce esta científica, que anteriormente estuvo investigando en Londres, donde también colaboraba con una asociación de pacientes. “Te enteras de que algunas han recaído y son situaciones muy duras y complejas y para ellas y la familia no puedo ni imaginarlo”.