En Bizkaia hay 800 niños de entre 1 y 16 años con algún tipo de sordera, 156 de ellos con una sordera profunda. En lo que a la población mundial respecta, más del 5% padece una pérdida de audición discapacitante y requiere rehabilitación. La educación es para estos niños y niñas, al igual que para los normo oyentes, esencial para su desarrollo personal, social y laboral. Sin embargo, el déficit auditivo de los niños con sordera les impide ese acceso normal a la información. Por ello, tanto personas sordas, como padres de niños y niñas con sordera y profesionales que trabajan con este colectivo denuncian que el sistema educativo no está preparado para los menores con esta discapacidad e instan a reforzar la inclusión educativa y social.Igor, educador de Primaria y Secundaria, Iratxe y Roberto, padres de Olatz, una niña sorda de nacimiento, y Aitor Bedialauneta, presidente de Euskal Gorrak y sordo de nacimiento, han debatido en la Asociación Prosordos Gregorio Ybarra, junto a Susana Chávarri, secretaria de la Junta Directiva de la Asociación, sobre las carencias del sistema educativo en lo que respecta a la comunidad sorda.

Igor asegura que los avances tecnológicos son “brutales” comparado con hace años pero confiesa que “con eso no conseguimos la inclusión”. Afirma que “el reto es muy grande”, ya que “muchas veces los profesores no están preparados; hay desconocimiento en cosas muy sencillas”, lamenta.

Iratxe y Roberto subrayan las palabras de Igor. “Falta mucha formación a los profesores, además de estabilidad”, cuentan. “Falta conocimiento. Muchas veces ven a la niña con los aparatos, que se junta con otros niños y niñas, y se piensan que es igual que los demás, pero no lo es”, indican estos padres. “Cuando un profesor se da la vuelta en la pizarra y explica mientras escribe ella no lo escucha como un oyente y se pierde”, ilustran.

“Es un cambio de chip que tiene que haber en los profesores, porque tratan de optimizar el tiempo explicando a la vez que apuntan en la pizarra y así no llega adecuadamente la información a toda la clase”, refuerza Igor, quien asegura que las pautas “esenciales” que el profesorado debe seguir a la hora de dar clase a una niña o niño sordo no siempre se cumplen. “Son pequeños detalles que pasan desapercibidos, que se pasan por alto y muchas veces de ello depende la forma de desarrollarse de una persona, no solo educativamente, sino también socialmente. Ese es uno de los grandes retos, que la inclusión sigue dependiendo de la voluntad de cada profesor, no de un colectivo”, sentencia.

Los padres de Olatz señalan que otro de los aspectos que dificultan la llegada de la información a su hija en las aulas es “el barullo que se genera”. “Nosotros podemos separar unos ruidos de otros, pero el murmullo, con el ruido del tráfico, con niños bajando las escalera u otros ruidos en el aula les dificulta la comprensión”, explican.

OÍR, ESCUCHAR, COMPRENDER

No es lo mismo oír, escuchar que comprender, aseguran. “Es imprescindible que el profesorado asegure la comprensión y es algo que no se hace”, remarcan Iratxe y Roberto. “Es importante no que pregunten si han entendido, sino qué han entendido. Una vez un niño me leyó la palabra cuadra y le pregunté si había entendido lo que quería decir y me dijo que sí. Le pregunté qué había entendido y me hizo la imagen de un cuadrado con los dedos”, explica Igor, ilustrando la importancia de asegurar la comprensión.

Aitor Bedialauneta, en la misma línea que Igor, Iratxe y Roberto, denuncia que “el sistema educativo no está preparado para los niños y niñas sordos”. Explica que la propia sociedad tiene un concepto erróneo de la persona sorda, ya que no es aquel que oye mal o habla mal, sino aquel que “tiene falta de información y de comunicación”, lo que supone “el problema real” para el colectivo.

“El sistema educativo está preparado para oyentes, por lo tanto, faltan adaptaciones para que la información llegue de forma correcta a los niños sordos”, corrobora. Sin embargo, explica que no se refiere solamente a la lengua de signos, sino a ir “más allá”. “Apostamos por todo, y es que si la educación es un poco floja, el desarrollo personal de uno también es un poco flojo”, destaca. “Desde Euskal Gorrak creemos que es muy importante la colaboración entre familia y profesionales, ya es hora de trabajar todos en conjunto”, indica, poniendo el foco en el respeto hacia las niñas y niños con deficiencias auditivas.

“Creo que es necesario un trabajo de, primero, autorreconocerse como persona sorda y defender los derechos, porque si a mí nadie me dice que soy una persona sorda, cómo me voy a defender”, reflexiona. Por ello, Aitor pone también el foco en la importancia de dar “información completa a las familias”, ya que el 90% de las niñas y niños sordos tienen padres oyentes, lo que supone que, según cuenta, “cuando te dicen que tu hijo es sordo te quedas impactado”. “Hace falta mucha sensibilización”, indica reforzando la necesidad de poner medios para combatir la falta de información.

“Muchas veces los profesores no están preparados, hay desconocimiento”

Educador de Primaria y Secundaria

“Es imprescindible que el profesorado asegure la comprensión y es algo que no se hace”

Padres de Olatz, una niña sorda

“Es muy importante el trabajo entre familia y profesionales, es hora de trabajar en conjunto”

Presidente de Euskal Gorrak