Inmersa en una pandemia que ha sacudido los cimientos del sistema sanitario, y al frente de la mayor campaña de vacunación de la historia, la consejera de Salud, Gotzone Sagardui, -que asumió el cargo el pasado 9 de septiembre- no ha tenido muchos días libres en el último año. "Lo bueno que tiene trabajar en equipo es que nos ayudamos mutuamente", puntualiza modesta. Con la vacunación en su última fase, afronta el reto de conseguir que la ciudadanía vasca siga manteniendo la percepción del riesgo para seguir con las normas. "El mensaje es de esperanza porque tenemos la vacuna, pero también de cautela. Esta es una pandemia mundial porque no solo afecta a Euskadi y lo que ocurra en el resto del mundo puede tener influencia directa aquí. Además estamos acostumbrados a que nos sorprenda y está perfectamente descrito cuándo ocurre: cuando nos relajamos con las medidas, mascarilla, higiene, distancia, ventilación...", argumenta.¿Se imaginaba usted un primer año tan complicado?

—Asumí el cargo plenamente consciente de que estábamos en una emergencia sanitaria. Ya veníamos de una situación muy fluctuante. Habíamos aprendido que este virus muta y que no se puede predecir. Sabemos que los virajes de la pandemia han sido muy rápidos. Pero se hace largo porque las medidas que hemos tenido que adoptar afectan a nuestra socialización y nuestra forma de relacionarnos. Este es nuestro segundo verano con restricciones. Se hace largo para todo el mundo, pero no queda otra.

Esta semana tampoco se han podido relajar las restricciones. ¿Es frustrante para un Gobierno no poder dar mejores noticias?

—Las medidas las adopta el Consejo Asesor del LABI y hasta mañana lunes no se reúne, con lo cual no podemos adelantar las decisiones que adopte. El jueves, por fin, pudimos salir de la zona roja. Pero los datos de contagios, de situación en las UCI... siguen requiriendo que mantengamos la alerta y son valores que hay que mejorar.

Están llamando insistentemente a los estudiantes a vacunarse porque hay miles y miles de citas libres hasta el 13 de septiembre. ¿Se ha desplomado el ritmo de vacunación este mes de agosto?

—Es cierto que tenemos vacunas, tenemos citas y disponibilidad de seguir vacunando. Estas semanas hemos recibido especialmente de Moderna más dosis de las que esperábamos y eso ha provocado ampliar las citas disponibles. Pero hay que considerar que estamos en un tiempo de verano y de vacaciones que altera las costumbres de las familias. A ello se ha acomodado el ritmo de vacunación. En estos momentos tenemos algo más de 200.000 personas pendientes de vacunar en primera dosis. Pero con esta disponibilidad de citas y de vacunas, en un mes podríamos haber vacunado a toda la población diana con, al menos, una dosis. Siempre y cuando la gente acuda a vacunarse. Y esa es una buena noticia.

Estas 200.000 personas que les quedan, ¿qué edades tienen?

—Hablamos del colectivo mayor de 12 años susceptible de ser vacunado porque ya sabemos que tenemos otro colectivo poblacional, el de los niños, para los que todavía no tenemos fórmula pediátrica a administrar. Pero además de los estudiantes hay también algunos pequeños restos de ciudadanos de treinta y cuarenta años.

Acabamos de salir de la zona roja, pero necesitamos bajar a unos 60 casos de incidencia para hablar de una situación más normalizada. Parece misión imposible.

—En junio estuvimos muy cerca de conseguirlo. Y creo que ahora vamos a ser capaces de ir reduciendo poco a poco la incidencia. Se comprueba en aquellos espacios en los que cumplimos las medidas preventivas como los centros de trabajo y los centros escolares. Con suministro de vacunas, con las citas cubiertas, si todo el mundo acudiera a vacunarse... en dos meses podemos tener a toda la población inmunizada. Pero eso no se debe interpretar como que hay barra libre. Porque hay colectivos vulnerables, pueden surgir otras variantes, hay muchos países sin acceso a la vacuna y mucha población mundial está indefensa... Y eso nos puede afectar a nosotros también. Por eso hay que seguir manteniendo la alerta y la tensión. ¡Ojo! Tenemos además población menor de 12 años pendiente de vacunar, que conviven con nosotros y con nuestros mayores. Y no hay que olvidar que son un foco de contagio y un foco contagiador y no podemos administrarles una vacuna porque aún no hay una solución pediátrica.

Pero hay ensayos clínicos en marcha. No sé si esperan que ya haya pronto un fármaco para los críos.

—Veremos cómo se desarrollan esos ensayos y las nuevas formulaciones de las farmacéuticas. Las vacunas que tenemos ahora se consiguieron en muy poco tiempo. También en el ámbito pediátrico, están trabajando a gran ritmo para tener una respuesta lo antes posible.

¿La variante delta es la culpable de que se hayan ido al traste todos los planes que había antes del verano?

—La variante delta es más contagiosa pero su irrupción coincide con el fin del estado de alarma, el inicio de las vacaciones, coincide con más movilidad y socialización. El 14 de junio estallan los primeros brotes de los viajes de fin de curso a Mallorca...

Parece que han sido los brotes juveniles el factor desencadenante de esta última oleada. ¿Está de acuerdo con la denominación ola juvenil

—Yo no le pondría un adjetivo a la ola. Todos somos susceptibles de ser contagiados y lo que hay que hacer es poner todas las medidas en nuestra mano para intentar evitarlo.

A punto de arrancar el curso escolar, el consejero Bildarratz ofreció los colegios como centros de vacunación. ¿Recogerán ese guante?

—Hay que tener en cuenta que es una campaña global, no corresponde a un colectivo específico ni a un calendario de vacunas que se administra en los centros escolares. Estamos ante un proceso que además es voluntario y tenemos citas disponibles en los espacios accesibles en nuestras localidades para adecuarlas a los momentos que mejor nos vengan. Aprovechemos eso que está resultando exitoso en el resto de grupos etarios, antes de aventurar otras posibilidades.

En el caso de aulas confinadas o casos positivos en un centro, ¿no facilitaría las cosas hacer a los txikis test de saliva como se hace a los mayores de las residencias?

—Es que las medidas se deben adecuar a las circunstancias y las circunstancias de salud de las personas residenciadas son distintas. Son personas más vulnerables y por eso priorizamos su vacunación. Además tenemos la experiencia del curso pasado y ha sido exitosa. Gracias a los medios y a los protocolos del Departamento de Educación, de Osakidetza y a los esfuerzos de los chavales y del personal de los centros, para que se respeten las medidas, se ha podido mantener la presencialidad. Además, este año vamos a empezar el curso con un porcentaje muy alto de personas vacunadas tanto entre los docentes como entre los mayores de doce años. Son circunstancias que hacen pensar en un inicio de curso con una población más protegida.

A medida que se completen etapas, ¿se cerrarán 'vacunódromos' como ocurrió a principios de mes algún día puntual en La Casilla o el BEC?

—Aquellos días no eran necesarios recintos tan grandes porque no había disponibilidad de dosis. Si no tienes un número significativo, no tiene sentido tener habilitados espacios pensados para 5.000 vacunas al día, como el BEC. En las siguientes semanas, ya veremos cuál es el procedimiento a seguir. Pero cuando llegue el momento habrá que adecuar los dispositivos.

Nafarroa, al igual que otras comunidades, acaba de implantar la vacunación sin cita previa. Osakidetza, sin embargo, no la contempla.

—Nosotros consideramos, con todo el respeto a comunidades que pongan en marcha otras iniciativas, que nuestra fórmula funciona correctamente. También nosotros pusimos en marcha la autocita cuando otras comunidades no la ofrecen. Démonos cuenta de que el proceso se tiene que llevar a cabo con la máxima eficiencia. Y ahora, ordenadamente, cada uno puede elegir el momento más indicado en el que poder vacunarse.

Muchas voces hablan de la vacunación obligatoria para profesionales sanitarios o personal de residencias. ¿Va el último cambio de protocolo en las residencias en esa línea?

—Es que una cosa son las pruebas diagnósticas para fijar la foto del virus en un momento dado, y otra cosa es la vacunación, que sigue siendo un proceso voluntario. Desde el punto de vista legal habría que cambiar más de una ley para tomar una medida como la vacunación obligatoria. Además es muy pequeño el porcentaje de personal sanitario y sociosanitario que se niega a la vacunación. Aquí no es un problema aunque tenemos que intentar que, voluntariamente, el mayor número de personas se vacunen. Solo nos falta el último empujón a esos que aún no han tomado la decisión.

Si la EMA da luz verde a la tercera dosis, ¿está Euskadi preparada para administrarla?

—Así es. Siempre hemos dicho que no es una cuestión de capacidad sino de disposición de vacunas. En el caso de la tercera dosis, lo mismo. También es una cuestión de criterios. Hay que ver cómo se administra, a qué colectivos, con qué periodos... Cuando todo eso esté decidido, procederemos a organizar la campaña y no tendríamos problemas.

Lleva todo el mes subrayando que no hay fiestas, pero algunos hacen oídos sordos. ¿El toque de queda hubiera ayudado a contener ciertos altercados?

—Hace tiempo que hemos dejado claro que este año no hay fiestas. Y eso quiere decir que no tiene que haber aglomeraciones ni juntarse más gente de la recomendada. Sabemos que es complicado. También hemos visto qué pasa cuando determinadas personas deciden no respetar las medidas. Por ejemplo, la semana siguiente a La Blanca hubo un repunte de casos. ¿Por qué vamos a repetir eso? No es el momento. Seguimos en pandemia. Y, sobre las medidas que ayuden a reducir la movilidad nocturna, hace mucho que dijimos que necesitábamos herramientas, pero la realidad es que no están a nuestra disposición. Creo que poco más queda por decir, excepto reiterar la petición de responsabilidad personal y colectiva para frenar los contagios.

¿Que está pasando en las UCI vascas? La ciudadanía no entiende que con dos de cada tres vascos con la pauta completa haya picos de ocupación tan altos en estas unidades.

—La vacuna es una gran herramienta para prevenir un contagio y para generar una respuesta inmunológica que permita una mejor defensa. Pero no es infalible porque hay que generar inmunidad y aún habiéndonos vacunado, no todo el mundo la genera. Y con la primera dosis, igual todavía no se ha desarrollado. Por eso tenemos que seguir protegiéndonos. Lo positivo es que con la vacunación no ha sido igual ni el grado de afectación ni la respuesta a la enfermedad. Lo hemos visto entre las personas mayores, las más vulnerables. Y lo atestiguan los porcentajes de mortalidad que, de la primera ola a las sucesivas, han ido decreciendo.

¿Y qué ocurre con las pruebas diagnósticas? Antes, la CAV encabezaba los rankings y ahora hay un descenso evidente.

—No soy amiga de estos rankings porque esto no es una carrera. Se hacen las pruebas que se necesitan en cada momento. No hemos modificado nuestra estrategia de oferta de test diagnósticos. Pero estamos en un momento en descenso. Y tenemos activado el retrorrastreo para todo el que haya sido un contacto estrecho en la semana anterior. Aunque los contactos también han cambiado mucho porque unos ya han pasado la enfermedad y otros están vacunados. Por otro lado, contamos con los test de antígenos que, en los casos de positivos, son de obligada declaración.

"En Euskadi hay muy pocos sanitarios y sociosanitarios que se niegan a vacunarse. Eso aquí no es un problema"

"Cuando se decidan los criterios para inyectar la tercera dosis, organizaremos la campaña"

"No hemos cambiado la estrategia. Se hacen, en cada momento, las pruebas diagnósticas necesarias"

"¿Convertir los colegios en vacunódromos? Antes de aventurar posibilidades, aprovechemos lo que ya funciona con otros grupos"

"En junio estuvimos muy cerca de lograr los 60 casos de incidencia y ahora vamos a poder ir reduciendo la tasa"

"El curso escolar comenzará con una población más protegida. Además tenemos la experiencia del año pasado que fue muy exitosa"