La explosión de contagios de los últimos días ha provocado que el coronavirus vuelva a llamar a la puerta de los hospitales vascos. Solo el pasado domingo ingresaron en planta 35 personas con covid y eran 206 los pacientes hospitalizados, casi el doble que una semana antes. Además, en las Unidades de Cuidados Intensivos de la red de Osakidetza hay 42 pacientes graves cuando hace siete días apenas se contabilizaban 23. Aunque las cifras no alcancen niveles de riesgo, ni tengan nada que ver con aquel tsunami vivido en marzo y abril del año pasado que puso el sistema sanitario del revés, las UCI temen verse otra vez contra las cuerdas.

Con más de mil contagios diarios durante cinco días consecutivos y con una positividad superior al 12%, imagino que la situación se ha vuelto complicada.

—Después de varias semanas de mucha calma en las que teníamos algún enfermo todavía rezagado de la ola anterior, pues en este último fin de semana hemos registrado cuatro ingresos. Y tenemos la mitad de toda la UCI ocupada con pacientes covid. De todas maneras, a diferencia de otros episodios de la pandemia, ahora mismo yo creo que no nos deberíamos fijar tanto en la incidencia acumulada y en el índice de positividad como en los ingresos hospitalarios. Efectivamente en la era prevacunal, las curvas de positividad y de hospitalización e ingresos en UCI eran prácticamente paralelas, pero ahora no existe ese paralelismo. Hay muchos más positivos y muchos menos ingresos por el efecto protector de las vacunas. Lo cual, no significa que todavía podamos ver bastantes más.

Pero cuatro ingresos en UCI en solo un fin de semana es una cifra muy destacable para un hospital comarcal como Galdakao.

—Es una carga de trabajo importante sobre todo porque tenemos la amenaza de que esto continúe y lo que eso puede suponer en un periodo prevacacional y vacacional como el que estamos. En estas fechas, la gente después de muchos meses de trabajo tiene derecho a vacaciones, y aunque no haya un número excesivo de ingresos, la merma en la disponibilidad de personal provoca que, con menos ingresos, podamos estar más tensionados o igual de presionados que en otros momentos más críticos de la pandemia.

¿Temen que el hecho de que las hospitalizaciones llevan unos días aumentando, produzca un pico de ocupación de camas UCI en próximas fechas?

—Lo que hemos aprendido hasta ahora es que los ingresos hospitalarios siguen un decalaje respecto a los positivos entre la población. Y los ingresos en la UCI siguen un decalaje de siete o diez días respecto al pico de máxima incidencia de ingresos hospitalarios, por lo que, efectivamente, esto puede seguir creciendo.

En anteriores olas, el 10% de los infectados precisaban hospitalización, y de ellos, otro 10% terminaban en una cama UCI.

—Eso son datos prevacunales. Con la vacuna no podemos hacer una lectura de lo que van a hacer los nuevos contagios, pero la impresión es que esos porcentajes no se corresponden a la quinta ola porque ahora el virus no sigue el mismo patrón que antes.

La edad media de los pacientes en la Unidad de Críticos ha bajado considerablemente. Antes eran mayores de 65 años. ¿De qué edades hablamos actualmente?

—En torno a 40 años. Los ingresos que estamos viendo corresponden básicamente a dos perfiles. Uno, el de sexagenarios con pauta incompleta, es decir, con una sola dosis, y otro, el de personas por debajo de 40 años que están sin vacunar.

¿Se contagia gente con pauta completa? ¿Presenta cuadros severos de covid?

—No, esos son datos totalmente anecdóticos. El porcentaje de gente que se infecta con pauta completa está por debajo del 1%. Eso no quiere decir que no haya nadie, o que incluso pueda llegar a fallecer con la vacuna, porque ya sabemos que hay ciertas personas a las que la vacuna no protege. Sin embargo, en números globales, es un porcentaje muy pequeño.

La gente joven que permanece ingresada en los hospitales, ¿tiene otras patologías asociadas o son enfermos crónicos?

—No, para nada. Quizá se pueda hablar de algo de obesidad, pero en general es gente sana sin patología previa, a la que, como en otras olas de la pandemia, el virus pone en una situación muy comprometida.

Lo que si ha mejorado sensiblemente, con respecto a otras olas de la pandemia, es la letalidad. ¿Fallece menos gente, verdad?

—Bueno, todavía estamos empezando a ver el impacto de la quinta ola en los hospitales y aún no disponemos de esos datos. La mortalidad de los que ingresan en UCI a nivel global, mundial, estatal y comunitario se encuentra entre el 18 y el 20%. Pero en el caso concreto de esta quinta ola, todavía no podemos hacer la lectura exacta de la letalidad.

¿Es la variante delta la responsable de que estemos en niveles tan peligrosos este verano?

—Es cierto que está creciendo la repercusión de la variante delta. En estos momentos, comparte protagonismo con otras mutaciones y es probable, por lo que dicen los expertos, que termine siendo la predominante. Pero todos los estudios que se han hecho al respecto señalan que la pauta completa de las vacunas de las que disponemos protegen suficientemente.

¿Las nuevas variantes representan un peligro mayor?

—Lo que es evidente es que hay una manera clara de luchar contra el virus. Es la vacunación masiva, que hay que proseguir. Los datos nos dicen que en la sociedad vasca hay poco negacionismo. Y es un asunto del que hay que felicitarse. Pero hay que insistir en seguir vacunándose. En este momento está claro que hay que vacunar cuanto antes, y de manera intensa, a la población joven, que son los máximos exponentes de la infección en este momento. Y hay que seguir con las medidas clásicas de protección. Evitar las aglomeraciones, los lugares con mala ventilación, llevar la mascarilla, por supuesto, en los sitios cerrados e incluso mascarilla en la calle si no se puede mantener la distancia de seguridad.

Parece que la quinta ola nos ha vuelto a pillar desprevenidos. ¿Qué hemos hecho mal para no poder evitar una tercera ola ni una cuarta y ahora una quinta?

—Es que la sociedad está cansada. Se han mandado mensajes contradictorios y se ha sido excesivamente optimista a la hora de relajar las medidas y las condiciones de seguridad. Además, se ha empezado un poco tarde con la vacunación. Seguramente, habría que haber abordado antes la inmunización de la juventud.

Habla usted de una sociedad cansada, pero esta nueva presión hospitalaria se produce además en pleno verano con los servicios sanitarios muy raquíticos por las vacaciones. ¿Están muy saturados los profesionales?

—No voy a negar que sí, que hay cansancio, pero seguiremos trabajando. Es triste ver que, a pesar de todo lo que hemos vivido durante este año y medio, del dolor sufrido, de la sobrecarga de trabajo, de lo que ha supuesto emocionalmente, socialmente, económicamente... todavía hay un porcentaje de la sociedad que no sigue las medidas. Algunos que lo niegan o, que aunque no lo hagan, cuando ven un atisbo de luz, piensan que se ha vencido y se relajan en exceso.

"La gente ingresada son personas sin patologías previas a la que el virus pone en situación comprometida"

"La sociedad está cansada pero seguramente habría que haber abordado antes la vacunación de la juventud"

"¿Por qué no se ha evitado la quinta ola? Por los mensajes contradictorios y por ser optimistas al relajar medidas"

"En la era prevacunal, las curvas de positividad y hospitalización eran paralelas, pero ahora no"

"Como hay personal de vacaciones, podemos llegar, aún con menos ingresos, a estar más tensionados"