E sienten confundidos, mareados y critican el ir y venir de las autoridades sanitarias. Algunos de los miles de vascos que ya han recibido el primer pinchazo de AstraZeneca y tienen menos de 60 años no dan crédito a las nuevas informaciones. Desde el sector de la enseñanza, Beatriz Martín, confiesa sus miedos. "Con la primera dosis ya iba con resignación. Todo sea por el bien común, pensé. Y ahora con esta incertidumbre y tanto mensaje contradictorio, no quiero ponerme la segunda dosis", revela. Y es que a sus 48 años, esta docente, algo miedosa, cruza los dedos para salir de cuentas y pasar los quince días considerados como periodo de peligro para sufrir un trombo.

"En realidad, preferiría que nos dijesen que con la dosis que tenemos es suficiente para estar protegidos", dice aclarando que le pincharon el 27 de marzo en el Hospital de Basurto y tenía la próxima cita para el 18 de junio. "Me la pusieron un sábado a las 11.00 de la mañana y estaba citada para otro sábado a la misma hora", explica. Y eso que ella no sufrió ningún efecto adverso. "En el colegio sí hubo personas que tuvieron alguna reacción, fiebre y algunos vómitos".

Aunque hay opiniones para todos los gustos, el personal está revolucionado porque la perplejidad y el miedo han empezado a apoderarse de la ciudadanía. Los ya vacunados no saben si les van a inocular la segunda dosis y algunos, directamente, prefieren no recibirla. Al ertzaina Unai Izquierdo le aplicaron el antídoto hace ya cinco semanas. "Pero desde entonces todo han sido sorpresas e incertidumbre. Cambian continuamente de opinión y no nos comunican nada oficialmente. Se están dando demasiados palos de ciego en este tema y eso no es bueno", declara.

Los primeros viales de AstraZeneca fueron inoculados durante la segunda semana de febrero al colectivo de entre 18 y 55 años de servicios de emergencia, ertzainas, policías, docentes o personal sociosanitario, pues este era el rango de edad para el que se recomendaba.

"Yo estoy vacunada desde finales de marzo, y ahora estamos a la espera de qué va a pasar. La verdad es que ya no sé si quiero ponérmela o qué voy a hacer. A veces da la sensación de que los gobiernos lo que quieren es guardarse las espaldas, pero somos nosotros los que nos jugamos la salud". "No es lógico que nos tengan así. Es todo muy raro", indica Amaia Ibarra, de 40 años, que trabaja en una ambulancia. Entre las luces y las sombras de la vacuna de Oxford, ellos solo ven la zona oscura. "Esto ya no parece una película, es una serie. Primero que si hasta los 55, luego el parón, más tarde se retomó hasta los 65, ahora imponen ese criterio extraño de 60 a 69 años. Osakidetza nos pide tranquilidad pero es complicado porque nos enteramos de las cosas por la prensa", afirma su compañero Sergio.

El futuro de las segundas dosis pendientes ha generado el caos, aunque Sanidad ya baraja no llegar a poner esa segunda inyección, debido a que la primera protege en un porcentaje elevado, o bien, completar la pauta con otro antídoto. "Yo ni me planteo la posibilidad de que me den el segundo pinchazo con otra marca, directamente lo rechazaría. ¿Dónde pone que se pueden mezclar dos vacunas? En ningún sitio se habla de eso. Ni creo que haya ningún estudio científico que lo avale", dice Izquierdo rotundo.

"Yo he llegado a pensar en hacerme una analítica de inmunidad para ver si igual ya he pasado la enfermedad, tengo anticuerpos y ni me he enterado", precisa Martín. "Si solo hubiese esta vacuna, quizá me la pondría, pero teniendo más opciones, no me parece oportuno ya que al parecer los problemas se han detectado en este rango de edad al que yo pertenezco". Mientras tanto, Beatriz Martín confiesa que el WhatsApp del trabajo está completamente silenciado y están todos aguantando la respiración. "Cuando nos la pusieron, nos preguntábamos en el grupo qué que tal, pues ahora hay silencio sepulcral. Nadie dice ni mu", expresa. Quizá porque todos tratan de no conjurar a ningún fantasma.

"Se están dando demasiados palos de ciego en este tema y eso no es bueno"

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"Con esta incertidumbre y tanto mensaje contradictorio, no quiero la segunda dosis"

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