- Desde la irrupción de la pandemia y, fundamentalmente, con la llegada del desconfinamiento las mesas de las terrazas se han convertido en objeto de deseo. Tanto las que están protegidas y climatizadas, como las situadas en zonas abiertas, plazas y paseos, las terrazas han acaparado en los últimos meses buena parte del tiempo de ocio de los vecinos de Bilbao y del consumo en bares. Este interés por las mesas en el exterior de los locales hace que en determinadas horas y días sea imprescindible contar con el factor suerte o una tener reserva previa para poder disfrutar de unas cañas y unos pintxos.

Las limitaciones sanitarias para consumir en el interior de los locales de hostelería y la recomendación de reunirnos al aire libre en la medida de lo posible son los factores que han propiciado un aumento tan desmesurado de la demanda de terrazas que muchos establecimientos han tenido que adoptar medidas para ganar espacio exterior, garantizar las rotaciones y contentar a todos sus clientes.

Entre las medidas para optimizar el uso de las terrazas está el límite de tiempo de uso y la generalización de las reservas, que al estilo de lo que se hace habitualmente en restaurantes, marcan las mesas que están a la espera de los consumidores más previsores. Con esta práctica, el consumo en terraza ha adquirido algo de rigidez y formalidad, pero para muchos es una garantía de poder socializar en espacios abiertos y con menos restricciones. En la zona de la calle Maestro García Rivero hay varios locales que aceptan reservas para su terraza, aunque "preferentemente para comer", como señalan desde El Gallinero. Allí, como en otros sitios, hacen reservas a partir de un consumo mínimo, dejando claro que "para tomar un zurito no reservo".

Un funcionamiento muy similar al del Estoril, en la plaza Campuzano, que garantiza poder disponer de mesa si al mismo tiempo se reservan los pintxos o platos que van a ser consumidos, ya que cuando se trata solo de bebidas hay que arriesgarse a que haya sitios libres. Por el contrario, en el Okela, también en García Rivero, no han entrado en el juego de las reservas y aseguran que solo las aceptan en "algunas ocasiones y para clientes habituales". En el resto de los casos y "de forma general", hay mesa para el que la pilla.

En la Plaza Nueva, donde las terrazas han proliferado y son de las más extensas de la villa, también predomina el sistema mixto de recoger reservas solo para comidas o consumos superiores al de un café o un aperitivo. Así, desde el bar Urdiña señalan que para quien desea "comer un menú o una paella de bogavante" se reservan mesas en la terraza, "el resto se tiene que poner a la cola". En este local, como en otros, los camareros y camareras indican si hay que esperar para ocupar una mesa y cuántas personas hay por delante.

Hay ocasiones que ponen aún más en evidencia que cualquier número de mesas en terrazas, por alto que sea, resulta insuficiente. Ayer fue una de ellas. Con los bares y restaurantes al máximo de su capacidad, las mesas exteriores de los establecimientos de las zonas más tradicionales de poteo de la capital vizcaina eran la joya de la corona.

"Sí reservamos en la terraza, como siempre, pero preferentemente para comer"

Calle Maestro García Rivero

"Cuando no hay reserva se tienen que poner a la cola y esperar a que se quede libre una mesa"

Plaza Nueva