n los tiempos más duros del confinamiento quedó patente, para bien, que no es lo mismo estar encerrado en una ciudad que en un pueblo, pero con el paso de los meses la pandemia ha afectado a todas las realidades, y en el caso alavés, los pueblos de pequeños tamaño también sufren el desgaste de este año de excepción. DNA ha sondeado la realidad de tres municipios del territorio desde la perspectiva principalmente económica, cada uno con su idiosincrasia, sus potencialidades y sus desventajas.

Arraia-Maeztu, que supera los 700 habitantes, cuenta con una importante ventaja que le está permitiendo capear el temporal del covid-19; la A-132. La carretera, un importante nexo de unión de Vitoria con Tierra Estella o La Rioja, ha permitido que la hostelería de Maeztu trabaje a pleno rendimiento entre semana a pesar del cierre municipal, pues mucha gente que va de paso para en la Montaña para comer o tomar algo. El fin de semana es muy diferente, y ahí es donde entra la solidaridad de los vecinos con sus agentes económicos.

Solidarios con la hostelería

"Obviamente el cierre perimetral ha sido un palo para la hostelería, es innegable, pero hoy mismo ?por el lunes? uno de los hosteleros me decía que estaba agradecido a la gente del municipio porque estamos yendo a gastar, vamos a comer el fin de semana o a coger la cena para llevar, ayudándoles. Es importante recalcar que la gente se está portando con ellos", explica el alcalde de Arraia-Maeztu, Anartz Gorrotxategi.

No se puede ir en fin de semana a comer a Maeztu, pero tampoco a pasar el fin de semana, y en este caso los vecinos poco pueden hacer para ayudar a los alojamientos turísticos, que sí sufren con intensidad las consecuencias de la pandemia, resalta Gorrotxategi. En la otra cara de la moneda, las dos principales industrias del municipio alavés, Iridoi, que produce herramientas; y Vicmar, que fabrica envases, "nos dicen que están trabajando bien".

En el primer caso, explica el alcalde, "Vicmar trabaja bastante para el sector farmacéutico", y en el segundo, "Iridoi en mayo o junio estaba por encima de las previsiones de 1 de enero, prepandemia".

En cuanto al sector primario, Anartz señala que la agricultura de Arraia-Maeztu se dedica principalmente a "alimentos básicos del día a día, cereal, patata, y en principio no se nota una caída brusca, porque son productos que consumimos todos". En el caso de la ganadería, "el género está saliendo pero había dudas con los pagos. A priori no se detecta que el sector esté en un estado crítico; trabajan, las ventas han podido caer por estar el sector hostelero cerrado, pero están diversificados y no están siendo tan golpeados como las grandes explotaciones, creo yo", explica el primer edil del municipio.

En el pueblo, en todo caso, hay desgaste y pesimismo, como en todas partes, pero como señala el alcalde, "no vamos mal y se va viendo un poco la luz", señala Anartz, que en relación al cierre perimetral anima a su convecinos y les recuerda que en Arraia-Maeztu disponen de "120 kilómetros cuadrados para airearse".

En el municipio de Kuartango se ha dado una situación curiosa. El municipio ha crecido como nunca en 2020, pero eso no se refleja en sus calles. El alcalde, Eduardo Fernández de Pinedo, explica que mucha gente de Vitoria o Bilbao con segundas residencias en el valle se fue a Kuartango a pasar el verano y muchos optaron por empadronarse en el municipio, con la idea de pasar un eventual nuevo confinamiento duro en plena naturaleza.

"El empadronamiento ha subido de 396 a 430 vecinos en cosa de cuatro o cinco meses ?apunta el primer edil?, ha habido más gente, pero se han suspendido las actividades culturales, las romerías y las fiestas y por lo tanto no había actividad". Así, en lo económico, Kuartango se ha quedado más o menos como estaba antes de la pandemia.

Merma en el Fofel

El Ayuntamiento no ha sufrido una merma importante de ingresos porque la recaudación llega principalmente del parque eólico de Badaia y de la autopista AP-68, que pagan como antes. La aportación por el Fofel, el Fondo de Financiación de las Entidades Locales de la Diputación, ha sufrido una pequeña merma que ya ha sido trasladada al Presupuesto para 2021, y por Impuesto de Sociedades "apenas sacamos nada", con pandemia y sin pandemia, explica el alcalde.

En relación al sector primario, Eduardo Fernández de Pinedo explica que la agricultura ha trabajado con igual intensidad que otros años, y quizá sí se ha notado una menor actividad en el sector ganadero.

En cuanto al turismo, el alcalde explica que en el valle son las piscinas y la sidrería el principal tracto del valle. En las primeras la concesión del bar se terminó y ahora está cerrado a la espera de licitar un nuevo contrato, y en cuanto a la sidrería, el cierre perimetral ha obligado a sus propietario a echar la persiana pese a que en Kuartango no se decretó el cierre de la hostelería recién suspendido por la Justicia.

"No podían venir ni grupos ni gente de municipios limítrofes, son los más perjudicados. Se plantearon volver a abrir el día 5, para el txotx, pero tampoco tiene sentido si no puede venir gente de otros municipios", lamenta Eduardo, quien explica que cuando se pueda volver a abrir el establecimiento el Ayuntamiento verá "cómo les podemos ayudar".

En general, el alcalde afirma que en el valle están "como en un limbo", tanto en lo económico, como en lo que a la vida diaria se refiere. "La pandemia nos va pesando ?asegura?, pero en la ciudades yo creo que se ha pasado peor".

Juan Carlos Medina pasa buena parte de la semana en Madrid, pues además de alcalde del Ayuntamiento de Añana es senador en la capital española. Eso le permite, "entre comillas, tener una cierta libertad", aunque asegura que "para no liarla" mantiene una rutina estricta: "Salinas, tren, Madrid, Senado, tren y Salinas".

En casa, en un municipio de 156 habitantes y dos pueblos, Salinas y Atiega, sin embargo, los vecinos que no trabajan fuera del municipio permanecen confinados perimetralmente, acusando ya el lógico hastío tras un año entero de excepcionalidad.

"La pandemia se vive como en todas partes, con temor, no se ve, no tiene color, y como vivimos en una burbuja esa incertidumbre crea cansancio en la gente, nos hemos hecho a unas rutinas diferentes, nuevos horarios, pero desgasta bastante", señala el primer edil.

El Valle Salado, vacío

En lo económico, tanto el propio municipio de Añana como la Diputación venían haciendo un ímprobo esfuerzo desde hace lustros por ubicar en el mapa turístico, con éxito además, las salinas que dan nombre al pueblo y que estuvieron a punto de convertirse en ruinas antes de que se apostara por su puesta en valor.

El Valle Salado ha sido sin duda el gran perjudicado por el coronavirus en el municipio. "La proyección turística del Valle Salado depende la Fundación, y para ellos la vía de ingresos principal, las visitas, se ha notado una barbaridad", apunta Medina. Ahora la tienda de venta de sal permanece abierta, pero nadie que no sea del municipio puede visitarla si no puede justificar su desplazamiento.

Lo mismo ocurre con el único bar abierto en Salinas, cuya clientela exclusiva ahora mismo son los propios vecinos, "solo la burbuja del pueblo".

En cuanto a los ingresos del Ayuntamiento, Medina señala que una de sus principales fuentes de ingresos propios el bar de la piscina, de propiedad municipal, cerrado durante la mayor parte de los meses de pandemia y a cuyos gestores, en esos periodos, no se les ha cobrado la renta. En todo caso, afirma el alcalde, y aunque "sí se ha notado" la merma de ingresos, "lo podemos soportar". Además, concluye, el sector primario va aguantando el tirón. "Siguen con sus labores, la pandemia no ha afectado a su trabajo diario", afirma el primer edil.

Kuartango. El municipio cuenta con 430 habitantes en una superficie de 84,39 km?2;. En Zuazo de Kuartango está la sede del Ayuntamiento.

Añana. Con 156 habitantes, el municipio tiene una extensión de 21,92 kilómetros cuadrados. Consta de dos localidades, Salinas y Atiega.

Arraia-Maeztu. Cuenta con 733 habitantes distribuidos en 123,11 kilómetros cuadrados.