7 millones de visones, la práctica totalidad de los criados en granja para la industria peletera, estuvieron a punto de ser sacrificados en Dinamarca hace unas semanas. Algunos trabajadores se habían contagiado con SARS-Cov-2 procedente de los animales y los coronavirus se habían extendido a la población general. El incidente mostró algunas de las consecuencias que se pueden derivar del hecho de que los animales de granja se puedan contagiar de coronavirus y, lo que es tan o más importante, que puedan transmitirlo a las personas.

Antes que en Dinamarca, ya se habían registrado contagios de visones en granjas holandesas. Y estos no son los únicos animales que sabemos se contagian. Mascotas como gatos y perros también pueden hacerlo: se ha detectado ARN viral en dos perros en Hong-Kong y un gato en Bélgica con síntomas respiratorios y digestivos. En gatos y hurones infectados experimentalmente se ha observado replicación activa del virus en las vías respiratorias; y también en perros, aunque de forma mucho más suave. Al analizar un centenar de gatos en la ciudad china de Wuhan tras el comienzo del brote inicial de covid-19, se había observado que un 14% tenían anticuerpos frente a SARS-Cov-2, en mayor concentración si habían convivido con personas enfermas. Y hasta leones y tigres se han llegado a contagiar en un zoo. De las observaciones anteriores se deduce que los gatos pueden transmitirlo a otros gatos, y también que entre hurones se puede producir contagio.

Hasta ahora se han identificado sesenta especies susceptibles de contagio por este virus; entre ellas están murciélagos, hurones, gatos, leones, tigres, mapaches japoneses, perros, visones y hámsteres. Probablemente también lo son chimpancés, gorilas, orangutanes, pumas, panteras y zorros. Y quizás lo sean vacas, cabras, ovejas, caballos, orcas, y calderones, así como reptiles -aves incluidas- y peces incluso.

Por el contrario, probablemente no son susceptibles jabalíes, cachalotes y ratas. Y sabemos que no lo son los ratones domésticos. Tampoco se ha observado replicación activa del virus tras su inoculación artificial en cerdos, gallinas y patos.

Los murciélagos constituyen, a estos efectos, un grupo de mamíferos de especial interés. La hipótesis más aceptada en este momento con relación al origen del SARS-CoV-2 es la que lo sitúa en una especie de murciélagos, aunque probablemente transitó por otra diferente, quizás el pangolín, antes de llegar a los seres humanos. Que el origen del coronavirus SARS-CoV-2 esté en los murciélagos acentúa la importancia de investigar la relación entre ese grupo de especies y los seres humanos. Las susceptibles al SARS-CoV-2 se verían expuestas a un grave riesgo, lo que podría conducir a la desaparición de aquellas que ya se encuentran en dificultades debido a otras enfermedades o a la reducción de su hábitat. Y dado que los murciélagos cumplen funciones ambientales importantes, como polinización, dispersión de semillas y control biológico de ciertas plagas, de contagiarse del nuevo coronavirus y ver diezmarse sus poblaciones en mayor medida aún, podrían derivarse consecuencias muy negativas tanto para los sistemas naturales como para ciertas explotaciones agrícolas.

Como se ha visto en el caso de los visones y de otras especies, y quizás también en otros animales no investigados aún, además de poder contagiarse y enfermar, pueden igualmente ser un vector de transmisión hacia los seres humanos. En tal caso, esas especies, como ocurre ya hoy con otras enfermedades zoonóticas, podrían constituirse en reservorios o depósitos de SARS-CoV-2 y ser una amenaza permanente para las poblaciones humanas, pues esos reservorios son propicios para la mutación de los virus y la emergencia de nuevas cepas y variantes y, por lo tanto, de nuevas enfermedades.