No se atreve a augurar si cuando llegue el verano podremos ir por la calle sin mascarilla. "Probablemente habrá que esperar. Finales de 2021 puede ser ese momento si la vacuna se ha distribuido entre el 70-80% de la población. Entonces empezaríamos a pensar en tener cercana la normalidad. Por eso, ojalá se empiece a utilizar pronto la vacuna para controlar la situación y salvar vidas", dice a DEIA, Gabriel Reina.

En los últimos meses, los microbiólogos se han situado en el foco mediático. ¿Es eso bueno?

—Son las circunstancias. Nosotros en el laboratorio llevamos años trabajando con microorganismos y desde hace años hemos visto agentes que potencialmente ya venían pisando fuerte de cara a provocar epidemias. La mayoría se quedan, en un amago, pero en este caso el covid-19 ha venido para ponernos en el foco mediático y dar a conocer nuestro trabajo. En la microbiología hay muchas cosas que es necesario conocer más. Ahora con la pandemia son los virus, pero también debiéramos divulgar más la resistencia de las nuevas bacterias a los antibióticos.

¿Cabe la esperanza de que al rebufo mediático la sociedad presione para que los gobiernos aumenten los presupuestos en investigación?

—Claramente, la financiación de la investigación debería ser superior a lo que es. Si tuviera un porcentaje del PIB fijo asignado sería una estrategia muy positiva para poder establecer líneas de investigación potentes que perduren en el tiempo. Los países desarrollados que apuestan por la investigación y por innovar ven traducidos los resultados en mayores beneficios económicos.

Bajando al combate con el virus. ¿Por qué en una misma situación una persona se contagia y otra no? ¿Queda mucho por aprender?

—Cada día sabemos algo nuevo del SARS-CoV-2, o covid-19. Aprendemos sobre su transmisión, la sintomatología, sobre el tipo de pacientes afectados, sobre los fármacos más activos. En la transmisión hay agentes que tienen una gran capacidad, porque requieren una dosis infectiva baja; o porque aparte de la trasmisión por gotas se contagia por aerosoles, como se ha demostrado, aunque esto no parecía así al principio. Cada día tenemos nuevos conocimientos que nos permiten estar más preparados ante una tercera ola.

Algunos presagian ya la tercera ola

—De momento no vamos a salir de la segunda ola; a lo largo del invierno lo normal será que convivamos con el virus en el seno de la segunda ola, quizás sin que termine de resolverse. Lo previsible es que haya una situación equilibrada entre los nuevos casos y las medidas preventivas que se vayan llevando a cabo. El escenario más probable es que en el invierno podamos estar en una situación de equilibrio que no colapse el sistema sanitario. Por eso, la llegada de la vacuna, si se produce a principios del mes de enero, puede variar un poco ese escenario y facilitar las cosas. Aún así, una vacunación significativa de una parte de la población no se va a producir hasta bien avanzado el año 2021, con lo cual las medidas preventivas son fundamentales para evitar la transmisión.

Porque de primeras, la vacuna no estará disponible para todos.

—No. Además, es posible que la vacuna no impida que una persona se infecte, aunque probablemente será eficaz para que no haya complicaciones clínicas graves y cuadros severos. Esto hay que tenerlo en cuenta para seguir con las medidas preventivas. Lo normal es que a lo largo de 2021 haya disponibilidad de que otras vacunas vayan obteniendo su autorización para que, poco a poco, un mayor número de personas se vacune y que en el segundo semestre del 2021 podamos tener al 70% de la población inmunizada. Se supone que en ese punto se encuentra la llamada inmunidad de rebaño que impide la fácil circulación del virus.

La vacuna que ha llegado ¿es la definitiva? ¿O luego dispondremos de otras mejores?

—Es la primera de la que disponemos y bienvenida sea, porque tendrá su gran papel para salvar vidas, que es de lo que se trata con la vacunación. Pero hay otras muchas en desarrollo, que serán iguales, mejores o peores. Esta vacuna es muy buena y las que vienen detrás, todavía sin autorización, parece que también lo serán, como la de Moderna, la de Oxford o la de Johnson & Johnson. Lo positivo de esta carrera es que facilitará también que haya gran capacidad de producción que permitirá administrar la vacuna al mayor número de personas posible.

Pero muchos recelan de la vacuna

—Hay dudas por el rápido desarrollo que ha tenido. La gente de mi generación no habíamos vivido una situación como ésta. De ahí el interés mediático y la ingente cantidad de recursos económicos movilizados. Las medidas tomadas son extraordinarias; toda la comunidad científica se ha volcado en la investigación de vacunas eficaces y seguras siguiendo todos los estándares. Porque debemos estar seguros de que ninguna vacuna sale al mercado sin estar comprobada su calidad, seguridad y eficacia.

Han aparecido leves efectos adversos entre los primeros vacunados. ¿Nos debemos de preocupar?

—Es lógico que en una reducida parte de la población tenga pequeños efectos adversos, porque ninguna vacuna ni ningún fármaco están libres de ellos. Puede que no hayan sido detectados en los ensayos de fase III, pero para eso está la fase IV de los fármacos, que es la farmacovigilancia, siempre atenta sobre los efectos que se puedan producir estando ya en uso. Además, la tecnología que se utiliza es novedosa, pero ya se estaba trabajando con ella; las cosas no surgen de la nada. Por eso, se ha podido acelerar todo el proceso de desarrollo de un producto con esta alta calidad en solo nueve meses: una vacuna segura y eficaz.

"Por ahora no vamos a salir de la actual segunda ola;

este invierno probablemente convivamos con el virus"

"Hasta que no esté vacunada el 70-80% de la población no podremos obtener la llamada inmunidad de rebaño "

"La vacuna que ya se está poniendo es segura y eficaz, como las otras que llegarán"