Los diagnósticos de depresión y ansiedad son más frecuentes en las mujeres, según un estudio de la UPV/EHU, que concluye que existe una clara relación entre la desigualdad de género en la sociedad y en la salud mental.

El estudio lo ha llevado a cabo el grupo de investigación en Determinantes Sociales de la Salud OPIK.

La doctora en Salud Pública Amaia Bacigalupe, una de las autoras del trabajo, ha explicado que los diagnósticos de depresión y ansiedad son más frecuentes entre las mujeres, y el consumo de psicofármacos prescritos también es significativamente mayor, a igualdad de salud mental, de diagnósticos y de frecuencia de visitas a los centros sanitarios.

Todo ello podría indicar la existencia de un proceso de medicalización de la salud mental de las mujeres, aunque la doctora ha precisado que la interpretación es compleja, ya que operan "procesos de sobrediagnóstico y sobreprescricpión entre ellas, pero quizás también de infradiagnóstico e infraprescripción en los hombres".

El grupo de investigación ha resaltado que disminuir las desigualdades de género en la salud mental necesitará de la intervención política.

"Existe una clara relación entre el nivel de desigualdad de género en la sociedad y las desigualdades de género en la salud mental -afirma Bacigalupe-, de modo que todas aquellas políticas de lucha contra la discriminación que sufren las mujeres en el mercado laboral, en la responsabilidad sobre el trabajo doméstico y de cuidados, en el uso del tiempo y, en términos generales, aquellas que empoderen a las mujeres a partir de su mayor representación política y visibilización social, repercutirán positivamente en la disminución de las desigualdades en salud mental entre hombres y mujeres".

Otro de los aspectos que destacan en el estudio es la necesidad de que se adopten compromisos orientados a frenar la medicalización de los malestares cotidianos desde una clara perspectiva de género.

"En el campo de la salud mental, en el que la medicalización del malestar es especialmente habitual, algunos problemas que tienen un origen social acaban recibiendo atención psiquiátrica o psicológica, lejos de abordar la etiología del problema", afirma la investigadora.