- Estudió Geriatría en el hospital San Carlos de Madrid y, por ahora, es la única especialista que trabaja como tal en los hospitales de Osakidetza. "Hay muchos geriatras vascos por el mundo, pero lamentablemente soy la única que está en un centro público vasco", se queja consciente de que el aumento de la edad de la población hará imprescindible que el Servicio Vasco de Salud contemple la demanda de estos médicos y los incluya en sus servicios.

Usted es geriatra pero trabaja de internista. ¿Por qué no hay esta especialidad en Euskadi?

—Es la única Comunidad Autónoma del Estado que no tiene reconocida la geriatría como especialidad en toda la cartera de Osakidetza.

¿A qué se debe?

—A la falta de voluntad para intentar hacer el cambio; no es una cuestión económica. Hasta ahora ha existido siempre una inercia por no incluir la geriatría en Osakidetza.

Pero ahora el contexto epidemiológico ha cambiado.

—Sí. Con la situación por la que atravesamos será necesario ese cambio en la transición clínica que acompañe a la evolución epidemiológica.

¿Hace falta un impulso desde las instituciones sanitarias?

—Una decisión firme desde las esferas político-sanitarias para superar la situación actual.

Con la media de edad poblacional y un galopante ascenso, ¿no es más necesaria que nunca la Geriatría?

—Sobre todo en Euskadi. Según las proyecciones del Eustat se perfila un panorama donde los mayores de 65 años supondrán en 2029 el 29% de la población total y en 2061 el 33,5% de la población, 12 puntos porcentuales más que en 2017. De ellos, el grupo poblacional que más crece es el de los octogenarios, envejecimiento del envejecimiento.

¿Cuál es el verdadero reto de los geriatras con los mayores?

—Mantener la autonomía y la independencia a medida que se envejece. En este contexto, la salud de las personas mayores se debe medir en términos de función y no de enfermedad pues es la que determina la expectativa y la calidad de vida y los recursos o apoyos que precisarán. Con esta premisa es con la que hay que enfocar la atención al paciente anciano.

Echando la vista atrás, ¿de haber existido esta especialidad, la afección por el covid-19 en mayores hubiera sido distinta?

—La Geriatría es para los mayores como la pediatría para los niños/as. Es una especialidad médica hospitalaria vía MIR de cuatro años de formación enfocada a mejorar la salud, la independencia y la calidad de vida de las personas mayores. Son pacientes cuyo cuidado se define por su complejidad y a los que se les atiende de forma integral.

En la práctica ¿en qué puede mejorar la atención a los mayores con unidades especializadas?

—Se trabaja con la premisa que a partir de los 75 años (y sobre todo tras superar los 80 años), el principal factor pronóstico determinante de resultados de salud desfavorables, predictor de dependencia, no es la presencia de patologías crónicas sino la presencia de deterioro funcional y discapacidad.

¿Qué es lo que marca la diferencia en estos pacientes?

—No es tanto la presencia de patologías crónicas como la repercusión que ésta tenga sobre su autonomía. La geriatría no sustituye a lo existente, sino que complementa y es un elemento integrador.

¿La asistencia integrada podría ser la solución para los pacientes mayores con patologías múltiples?

—Una de nuestras premisas es el trabajo con otros profesionales sanitarios: internistas, médicos de familia, traumatólogos, oncólogos, psiquiatras, trabajadores sociales, terapeutas ocupacionales, farmacéuticos...

Porque somos catalizadores del cambio formando a otros profesionales, coordinando o gestionando la implementación y la promoción de programas de atención al paciente frágil.

¿La ausencia de geriatras en Osakidetza es una cuestión organizativa, económica o conceptual?

— Es por pura inercia. Sin embargo, ahora hay que adaptar el sistema sanitario a las necesidades del paciente anciano frágil evitando seguir atendiéndoles como hasta ahora, sin considerar las enormes diferencias que existen. En estos pacientes no hay que aferrarse a la enfermedad como eje principal de actuación, aunque sea crónica y múltiple, sino que hay que integrar con el objetivo clave de la atención de la autonomía funcional.

¿La transversalidad es clave en los servicios de Geriatría?

—Sí. Con diferentes servicios de agudos, atención primaria, hospitalización a domicilio... formando e interviniendo para que el sistema de salud vaya adaptándose progresivamente a la complejidad añadida que supone el paciente anciano frágil que copa ya un porcentaje muy alto de las intervenciones y del gasto sanitario. El objetivo es mejorar la calidad de vida del paciente a la par que incrementar la calidad asistencial reduciendo así el gasto sanitario.

¿Qué se precisa para lograrlo?

—Voluntad real. No es un tema económico, sino de cambio de nuestras formas de hacer tradicionales y como todo cambio precisa un impulso y una voluntad firme desde las esferas de decisión de las instituciones para superar las inercias y resistencias a hacer las cosas diferentes.

¿Por qué hay que integrar la Geriatría en la cartera de Osakidetza?

—Para que estos especialistas, de forma estructural, ayuden a catalizar el cambio hacia una transición clínica que dé respuesta a las transiciones demográficas y epidemiológicas de envejecimiento de nuestra población.

El volumen de estos pacientes es cada vez mayor y crecerá en los próximos años; los geriatras no pueden llegar a todos los ancianos en todos los hospitales. El modelo no es que los geriatras atiendan a toda la población de edad avanzada.

¿Cómo funciona la especialidad en otras comunidades y países?

—Según el país, las regiones, los hospitales, el modo en que la especialidad está estructurada es diferente. El más común es que la Geriatría y los geriatras manejen los casos de pacientes ancianos frágiles, complejos y coordinen la atención integral y continuada con el resto de los profesionales. Entre ellos destacan la atención primaria y medicina interna, además de otras especialidades de forma que se permita prestar la asistencia necesaria en cada momento y lugar que precisen los ancianos en consideración a su status funcional y su capacidad de autonomía.

¿Y otras alternativas viables?

—Otra opción de arranque, como ha sido implementada en la OSI Araba, es la introducción de un profesional geriatra en la coordinación del Plan Integral de Intervención Poblacional y posteriormente en un servicio médico como es el caso de medicina interna catalizando el cambio. Pero además de conocimientos hay que poner medios para que el embrión pueda desarrollarse, se necesitan tanto medios humanos, porque faltan médicos, y también económicos.

"La falta de geriatras en Euskadi es por pura inercia; ahora hay que adaptar el sistema a las necesidades del paciente anciano vulnerable"

"La Geriatría es para los pacientes mayores muy frágiles como la pediatría para los niños; lo hemos visto ahora con el covid"