"Damos un paso atrás imprescindible para poder convivir con el virus", sentenció ayer Arantxa Tapia al anunciar la declaración de emergencia sanitaria. "Una emergencia sanitaria no es ni un estado de alarma, ni un confinamiento generalizado", explicó para a continuación adelantar una batería de restricciones que pueden abarcar desde limitar aforos, agrupaciones de personas y horarios de hostelería, además de zonas de confinamiento parciales como municipios o zonas concretas si se dan "situaciones de peligro".

El propósito es evitar cualquier posibilidad de colapso sanitario y un segundo confinamiento como el vivido en marzo y abril, según anunciaron las consejeras de Salud y Desarrollo Económico e Infraestructuras, Nekane Murga y Arantxa Tapia. Todo para afrontar septiembre de la mejor manera posible. "No nos planteamos en absoluto un confinamiento total, ni más suave, ni más duro", aseguró. No descartó, sin embargo, "aislar de forma puntual zonas o barrios si la situación lo requiere".

Tapia insistió en que establecer la emergencia sanitaria no supone "un estado de alarma", sino tener una "capacidad jurídica para el establecimiento de medidas más restrictivas de una forma más segura".

Tras la declaración de la emergencia sanitaria, el mismo lunes se activará el LABI (Plan de Protección Civil de Euskadi), cuya dirección y coordinación asumirá el lehendakari, Iñigo Urkullu. Este instrumento le ofrece una percha jurídica y legal para tomar las medidas restrictivas que afectarán de una manera especial al sector hostelero.

El martes, primer comité

El primer encuentro del comité que conforma el LABI tendrá lugar el martes y en ese foro se determinarán ya las acciones concretas. Estas iniciativas irán en la línea de limitación de aforos, en agrupación de personas, horarios de hostelería y adaptación del transporte público en horario nocturno.

En relación a la hostelería, afirmó que las medidas adoptadas en el Consejo Interterritorial de Sanidad "evidentemente tendrán unas implicaciones para el sector y les tocará trabajar con ellos para colaborar y evitar que desaparezcan de nuestras calles y de nuestras vidas". Cuestionada por si Euskadi será más restrictiva que lo establecido en Madrid indicó que el acuerdo exige que se "cumpla como mínimo" y, a partir de ahí, el LABI evaluará si conviene "restringir más o es suficiente", indicó.

Arantxa Tapia abogó por encontrar un equilibrio. "Lo más fácil es cerrarlo todo pero hay que combinarlo con la vida económica y social". En relación a los aforos, van a incidir en aquellos lugares en los que el "control sea más difícil, donde se relajen las medidas de seguridad y se haya detectado un riesgo mayor", detalló. "La hostelería se va a ver afectada. Habrá ser un poco flexible y adaptarse a la situación", apostilló. Con esta restricción de los horarios en la hostelería, llegará además una adaptación a ese recorte en el servicio del transporte público.

En relación a si se podría decretar un toque de queda con la emergencia sanitaria, señaló que en el artículo 8 de la Ley de Gestión de Emergencias "no aparece reseñado" específicamente como tal, pero sí habla de "zonas de confinamiento o situaciones de peligro". Mostró su creencia en que "sería suficiente en este momento adoptar medidas de carácter excepcional, si el LABI considera que el toque de queda es excepcional, habría que evaluarlo". >

La consejera detalló que se trata de medidas que se aplicarán en dos frentes, bien de manera generalizada en toda Euskadi, bien "específicas y extraordinarias" en municipios, ámbitos o espacios afectados.

Concluyó en que el objetivo del nuevo escenario es que "las agrupaciones de personas no superen, desde luego, nunca las diez personas, aforos y restricción horaria en hostelería o la adaptación de los servicios de transporte público a la restricción horaria de la hostelería, y vamos a tratar de que esa obligatoriedad del uso de las mascarilla quede perfectamente definida", agregó.