Las condiciones meteorológicas de este año favorecen el desarrollo del hongo que amenaza los pinos de Euskadi. “Ya estamos viendo que los pinares se están poniendo marrones”, advirtió ayer Eduardo Rodríguez, de la confederación de forestalistas de Euskadi. El hongo, origen de la conocida como enfermedad de las bandas, aparece en ambientes húmedos y calurosos. “Este año vemos que está el calor y está la nube que mantiene la humedad. Vemos que es incierto el futuro”, apuntó Rodríguez, quien considera fundamental proyectos como el de sanidad forestal Innobandas, cuyas conclusiones fueron presentadas ayer.

Este proyecto pretende determinar el tratamiento más eficiente y sostenible para controlar la enfermedad de las bandas de las acículas de los pinos. El objetivo es comprobar la eficacia en los montes vascos de las técnicas utilizadas en Nueva Zelanda y Chile y analizar su sostenibilidad tanto económica como ambiental. La iniciativa se ha desarrollado en tres fases de tiempo: primavera y otoño de 2019, así como en los pasados mayo y junio.

“Queríamos determinar la eficiencia y sostenibilidad de diferentes tratamientos preventivos para atajar el avance de la enfermedad. Conocíamos cómo en otros países se utilizan de forma regular una serie de tratamientos, una tecnología muy experimentada que mantiene a raya muchas afecciones. Queríamos ver la eficiencia de esos tratamientos, tanto si son eficaces como si son económicamente viables, y también la sostenibilidad ambiental, que hemos comprobado que sí son sostenibles”, explicó Josu Azpitarte, de Baskegur, la Asociación de la Madera de Euskadi.

“Hemos hecho tres mediciones. Los principales parámetros que hemos medido son la decoloración y la defoliación de los dos tercios superiores de la copa de los pinos. En muchos casos, la diferencia es palpable, en otros no. El efecto que en muchos casos se puede ver es que previene la entrada del hongo y evita que las hojas verdes se conviertan en marrones antes de tiempo”, agregó Azpitarte.

Baskegur es la entidad responsable de coordinar todo el proyecto, mientras que Neiker aporta los conocimientos de las técnicas innovadoras utilizadas en otros países, así como las desarrolladas aquí en cuanto a los diferentes ensayos a realizar sobre el terreno. El proyecto contó con una inversión de 335.165 euros, de los cuales la Unión Europea aportó el 80%.

Agresivo

Las consecuencias de la enfermedad de los pinos son muy agresivas: deterioran la hoja de los pinos y los debilitan hasta el punto de frenar el proceso de fotosíntesis. El hongo vive principalmente en las hojas del pino, penetra en su interior y provoca el deterioro de la hoja y su enrojecimiento. Al final, estas acaban cayendo y el árbol queda muy dañado. “Las especies más sensibles afectadas son el pino radiata y el pino laricio. Son más sensibles los pinares de menor calidad de estación, pinares menos aireados, pinares de fondo de valle, pinares abandonados y sin gestión y pinares debilitados por otros patógenos. Si el ataque es muy severo, el árbol acaba muriendo”, subrayó Rodríguez.

La enfermedad comenzó a ser visible en los pinos vascos hace unos años. “Antes de 2016, en Gipuzkoa y parte de Nafarroa ya se observó un importante avance de esta enfermedad, afectando a masas de pino radiata y pino laricio. Entre 2016 y 2017 se hizo algún experimento con tratamientos con sales de cobre y caldo bordelés, y en octubre de 2017 se solicitó al Gobierno vasco trabajar en la inclusión de coníferas entre los vegetales susceptibles de ser tratados con sales de cobre”, explicó el representante de los forestalistas. Pero fue en 2018 cuando la enfermedad dio un salto cualitativo y preocupó al sector. Es por ello que Rodríguez apostó ayer por seguir conociendo esta afección, así como por la recuperación sectorial y por acciones de lucha contra la también conocida como banda marrón.