ÓGETE libre el viernes, porfa, y nos vamos desde por la mañana prontito". Isabel Pérez, que veranea desde los 3 años en Noja, primero en camping, luego en el apartamento familiar y desde hace once años en uno propio, le pidió a su marido anticiparse al fin de semana y estrenar la vía libre para viajar a Cantabria sin más dilación porque los atascos, una vez salga el personal de trabajar, con las ganas de hacer una escapada contenidas desde marzo, pueden ser antológicos. Al menos eso es lo que presagia Juan González, que no va a viajar con su familia a Laredo este fin de semana porque "la caravana va a ser sonada". También Nagore Fonseca pensaba esperar unos días para ir a visitar a su familia, residente en Castro, pero, tras hablar con su madre por teléfono, se lo está pensando. "Me dijo: ¿Y no vais a venir ni a comer?". Y, claro, a ver quién tiene el valor, después de tres meses de alejamiento forzoso, de decir que no.

Isabel irá mañana pronto a Noja

"¡Ay, madre! Como todos piensen igual que yo..."

Isabel Pérez, bilbaina de 44 años, madre de dos niños, piensa hacerles madrugar mañana para evitar las posibles retenciones. "Iremos prontito, pero luego, a la hora de arrancar, siempre estoy: Ay, espera, que me falta esto o lo otro. Confío en que podamos salir para las 9.00 y no coger caravana". Eso si no han tenido todos la misma idea. "Esa es otra. ¡Ay, madre! Como todos piensen igual que yo...", cae en la cuenta. El caso es que aprovechará el viaje para "empezar a llevar cosas" con el fin de instalar "el campamento base" en Noja en un par de semanas. "Espero poder ir el día 3, también viernes, por la mañana pronto, para quedarme con los niños allí un par de meses. Y mi marido, ir y venir". Él teletrabaja en la banca y podría acompañarlos si instalaran Internet. "Lo que pasa es que está viendo que, en breve, va a tener que volver a la oficina", así que lo han descartado.

Si no llega a ser por la pandemia, Isabel, junto con su marido, José Luis Bernabé, y sus hijos, Naila, de 9 años, y Eder, de 7, ya habrían ido a su segunda residencia un buen puñado de fines de semanas en los últimos meses. El estado de alarma lo ha impedido, pero tampoco ha sido para tanto. "Al no poder ir a Noja hemos aprovechado para conocer sitios por aquí cerca de casa". Vamos, que ya tienen explorado un pedacito más de Bizkaia.

Consciente de que el coronavirus ha tintado las agendas de "incertidumbre", Isabel se va a tomar las vacaciones con filosofía. "Creo que las vamos a pasar tranquilos, pero si hay un rebrote y nos mandan para casa, no me importaría porque en esto hay que ser serios y hacerlo bien. Si nos confinan otra vez, qué se le va a hacer", dice con resignación. "Lo mismo nos dicen que no podemos salir de Noja", se le ocurre, pero tampoco le supondría un gran trastorno. "Con los niños de vacaciones, como yo no tengo que ir a fichar a ninguna oficina, que sea lo que tenga que ser", asume Isabel, que se dedica a escribir, ilustrar e interpretar cuentos, relatos y poesía.

Cuando la pandemia amenazaba con recluirnos, Isabel se planteó escaparse a su lugar de veraneo. "Me dieron ganas de marchar a Noja, pero menos mal que no fui porque hubo muchas críticas a la gente que se confinó en sus segundas residencias", confiesa. Ahora solo le preocupa "la tragedia de la gente que ha fallecido y la que pueda verse afectada". "Si hay que tomar medidas, te fastidia un poco porque te rompe los planes, pero la prioridad es otra", subraya y dice entender tanto que se pospusiera la movilidad tras los rebrotes en la CAV como la urgencia de Cantabria en recuperarla porque "reciben mucho turismo nuestro y se están viendo afectadas muchas familias en sus negocios".

La gente mayor que Isabel conoce "no tiene tantas ganas de moverse, igual por miedo", mientras que "los jóvenes tienen más prisa". Y sus hijos, no digamos. "Tienen muchas ganas de estar con los amigos, ir a la playa y a la piscina de la urbanización, que no sé cómo va a ser, igual por turnos". Y si no, siempre les quedará el jardín. "Cómo me he acordado de él durante el confinamiento...".

Nagore no pensaba ir aún a Castro

"Van a pasarse el fin de semana en el coche"

"Van a pasarse el fin de semana en el coche". Nagore Fonseca lo tenía tan claro que, a pesar de no haber podido visitar a sus padres, en Castro, desde que se decretó el estado de alarma, tampoco pensaba salir pitando estos días. Bueno, lo tenía claro hasta que le llamó su madre para decirle que se reanudaba la movilidad entre Cantabria y la CAV. "El primer fin de semana no íbamos a movernos ni locos, pero mi madre se quedó un poco: Ah, ¿no? Entonces quizás nos animemos, mirando bien cómo está la carretera, a ir a comer el sábado o el domingo y volver, pero nos lo estamos pensando porque va a ser un locurón, augura esta bilbaina de 37 años, coordinadora de ocio y tiempo libre.

Nagore Fonseca no ha podido ver a su familia en Castro desde marzo. Oskar González

Que la gente se frene por las previsibles retenciones ni siquiera lo contempla. "Que no, que no. Se va a montar un pifostio. Vaticinamos que va a ser horrible", reitera su peor pronóstico. Con este panorama, no sabe cómo satisfacer el ansiado reencuentro familiar. "El sábado para ir puedes encontrar caravana y si vas el domingo, te la comes con patatas para volver". En resumen, que no hay escapatoria.

Desde que empezó la cuarentena dice Nagore que tiene "la vida social anulada" y que evita las aglomeraciones. "No he visto a mis amigas. Todavía no he pisado un bar ni una terraza. Ver cómo está la calle y cómo se está poniendo todo, eso de estar todos apiñados... Miedito me da la playa. No sé si la pisaré mucho este verano hasta que no vea cómo está la cosa", reconoce. Lo mismo que entendió que en su día se prohibiera viajar entre comunidades porque "si no, habría sido un desastre", también comprende que se haya adelantado unos días la movilidad porque "hay que reactivar la economía". No obstante, un par de preguntas se ciernen sobre su cabeza: "¿Qué va a suponer esa apertura? ¿Qué va a pasar de aquí a unos meses?".

Juan no tiene prisa por ir a Laredo

"Se va a repetir el efecto champán de las terrazas"

Lo de Juan González y su familia en Laredo es como el desembarco de Normandía. "Solemos ir sobre estas fechas. Yo, con las maletas en un coche, y mi mujer y mis dos hijos, en el otro. Se instalan allí hasta el 31 de agosto y yo voy los fines de semana", explica. Este año, por causa de fuerza mayor, la escena se pospone. "Meterte cuatro o cinco horas en el coche para ir a Laredo va a ser una locura. Prefiero esperar unos días a pegarme esa paliza. Sin prisas".

Juan González prefiere esperar. Oskar González

Tras el confinamiento, la ciudadanía, comprende Juan, necesita "expansión". Por eso presiente que se va a repetir en las carreteras "el efecto champán de las terrazas". "En cuanto abran la frontera, vamos a tener la caravana en los portales. Si ya es una autopista que con los años se ha ido quedando pequeña, que no traga todo lo que va para allí, este fin de semana va a ser la pera", reitera este bilbaino de 46 años, que conoció a su mujer en la playa de Laredo, donde veranea desde adolescente. Mientras que "las semanas que hizo tan bueno ella decía: Qué pena, con lo bien que se estaría en Laredo ahora", él, copropietario del establecimiento La Viña del Ensanche, mira el pronóstico del tiempo con otros ojos. "Lo que mejor nos viene a la hostelería es que esté nublado. Si hace muy bueno, hay estampida".

Juan suele desembarcar con su mujer e hijos en Laredo por estas fechas, pero no está dispuesto a pasarse "cuatro o cinco horas" en la carretera

La madre de Nagore, que vive en Castro, le dijo: "¿Y no vais a venir ni a comer?", y a ver quién tiene el valor, tras la apertura, de decirle que no