O lo dejé en la urgencia y ya no lo volví a ver". Esa es la crueldad del coronavirus, que te arrebata la salud y el amor de un solo zarpazo. Sin tiempo para despedidas. Sin poderse coger la mano aunque apenas les separaran unos metros, ingresados en la primera y segunda planta del mismo hospital. "Nos llamábamos tres veces al día y nos dábamos el parte. Mi marido nunca pensó que se iba a morir. Le pasó de repente", cuenta con entereza María Jesús Fernández, una bilbaina médica de atención primaria, recién jubilada, que colgó su bata en febrero, pero no su vocación de servicio. De hecho, si comparte su dura experiencia es para concienciar a la ciudadanía sobre los riesgos que corre, con el fin de que respete las distancias, se lave las manos y use mascarilla. "El coronavirus, aparte del problema respiratorio, tiene muchas más complicaciones, como los trombos, una insuficiencia renal, un infarto... La gente se lo toma muy a la ligera".

Dice María Jesús que cuando estaba en el hospital de Basurto no podía mantener una conversación. "A las pocas palabras me ahogaba". Dos meses después, ha recuperado el aliento y la fuerza suficiente para retrotraerse al pasado 23 de marzo, día en que su marido, Koldo Méndez, fue ingresado con neumonía bilateral, después de haber pasado unos días en casa con febrícula, malestar y somnolencia. "Explicamos los síntomas y lo metieron para adentro. Nos despedimos normal. Ni se nos pasaba por la cabeza ese desenlace", reconoce. Tras realizarle la prueba pertinente, ese mismo lunes por la noche su marido la llamó para comunicarle el diagnóstico. "Por entonces se sabía que era coronavirus, pero no la gravedad. Pensé que estaría unos días ingresado y volvería a casa". Él, dice, también "estaba con esa tranquilidad".

Pero Koldo no solo no volvió a su vivienda, en Ciudad Jardín, sino que fue María Jesús quien, apenas tres días después, estaba compartiendo techo de pabellón con él. "Me puse con cuarenta de fiebre de repente. Estando en la Urgencia, me dijeron que a él igual lo llevaban a cuidados intensivos, pero remontó con los respiradores y lo dejaron en planta", relata. María Jesús también tenía neumonía, "pero más pequeña" y quedó ingresada. "Mi marido estaba en la planta segunda y yo en la primera, pero no nos podíamos ver. La única comunicación que teníamos era por teléfono". Jamás les pareció que una de esas llamadas fuera la última. Pero una lo fue, la del siguiente lunes, cuando Koldo cumplía una semana hospitalizado. "Estaba un poquito peor, pero controlado. Hablé con él a las 9.00 de la noche y hora y media después le dio el problema de los trombos, que clínicamente se desconocía. A la 1.00 de la madrugada nos llamaron para operarle. Tenía obstruida al 100% la carótida y le pusieron un stent. El anticoagulante que le dieron para tratar los trombos que tenía por todos los lados le produjo una hemorragia cerebral. El deterioro fue cada vez peor y no pudieron salvarlo. Se murió el 6 de abril", detalla.

Del quirófano, Koldo salió sedado e intubado. Ya no se pudieron dar el parte. "La gente piensa que si te pones mal en planta, vas a estar unos días en cuidados intensivos, luego te ponen respiración y puedes salir, pero hay un alto porcentaje que no sale y es importante transmitirlo", subraya. No para alarmar a la población, sino para que conozcan la gravedad de la enfermedad y, en plena desescalada, no bajen la guardia. Por esa misma razón hace hincapié en las complicaciones que pueden surgir. "El síntoma que más se ha divulgado es el ahogo, pero también hay afectación hepática y renal porque las heces son como si tuvieras hepatitis y la orina, oscura", describe, como si estuviera en su consulta.

A pesar de la repentina y dolorosa muerte de su marido, entre las cuatro paredes de su habitación no hubo espacio para el miedo. Y eso que ella intuía la tensión que se respiraba de puertas hacia afuera. "El trasiego no lo ves porque no puedes salir, pero sí percibes el agobio con el que van. Además, al ser sanitaria, lo notas todavía más", asegura esta profesional, que se proclama firme defensora de la "sanidad pública, a la hay que dotar de más personal, material e infraestructuras".

Uno de sus dos hijos, que también resultó infectado, perdió el gusto y el olfato y sufrió dolores de cabeza y espalda. Por si fuera poco, tenía una más que justificada preocupación. "Yo soy muy fuerte, pero mi hijo, que estaba enfermo en casa, tenía miedo a que muriésemos los dos porque hasta la cuarta vez que lo intentaron no pudieron darme el alta. O sea, que en cualquier momento se te puede complicar, aunque estés más o menos decente, con tu ahogo".

"El virus te quita toda tu fuerza

A sus 68 años, María Jesús gozaba de buena salud, hasta que el coronavirus se cruzó en su vida. "No me extraña que las personas mayores se mueran porque te quita toda tu fuerza, el apetito, las ganas de beber... Te quedas sin energía", asegura. Ella, que es de "naturaleza muy fuerte", empeñó la poca que le quedaba para seguir alimentándose, aunque "me costaba muchísimo". La fiebre no cedía. "Me dieron el tratamiento de retrovirales y la cloroquina ocho días, pero seguía con los picos. Al final me pusieron un antibiótico, a ciegas, que me quitó la fiebre. Estuve catorce días ingresada".

De vuelta a casa, no podía valerse por sí misma. "Si no hubiera tenido a mi hijo, me habrían tenido que llevar a un hotel para la recuperación porque yo no podía ni hacer la comida. Estaba inútil, como quien dice", reconoce. Casi dos meses después de recibir el alta, continúa esforzándose para intentar volver a ser la que era. "Mis músculos siguen como formándose. He tenido el muslo como si fuera un palo, sin ninguna fuerza para subir escaleras. Me tenía que arrastrar por la barandilla", explica. Una vez más, entra en detalles para mostrar a "esas personas que piensan que se van a recuperar pronto que cuesta bastante". "Tienes que hacer ejercicios respiratorios, andar, algo de bicicleta si puedes, comer con fundamento aunque no tengas hambre, beber lo suficiente...", cita.

Después de un entrenamiento en casa de mil pasos a la mañana y otros tantos a la tarde, María Jesús ya se ha echado a la calle. Pero no para reivindicar unas pensiones dignas, como hacían ella y su marido cada lunes. "Estas semanas está habiendo manifestaciones de personas mayores. Pertenezco al movimiento de pensionistas y lo considero una terrible inconsciencia, más siendo un colectivo vulnerable. No son momentos de hacer eso. Ya habrá", dice, dejando claro que la lucha se pospone, no se abandona.

"Se ha hecho medicina de guerra"

En sus paseos, María Jesús ha visto "a personas que van sin ninguna protección, a padres que se quedan hablando en grupito mientras los niños juegan, a una cuadrilla que iba a hacer botellón...". Al contemplar estas conductas irresponsables e insolidarias solo le cabe una explicación, que estas personas "están en fase de negación y no son conscientes de lo que supone la enfermedad". "A pesar de que están dos o tres horas hablando del tema del coronavirus en la televisión y a pesar de los confinamientos, la gente no quiere creérselo", considera.

También le parece "una imprudencia que diez personas se junten en torno a una mesa de una terraza, donde no guardan entre ellas ni un metro de distancia". Además, añade, "clínicamente desconocemos todavía la inmunidad que puede haber. En el estudio que están haciendo parece ser que solamente el 5% de la población lo ha cogido, por lo que el 95% está expuesto. Hay que tomar conciencia de ello. Es un tema grave", insiste. Nada que ver con la gripe, "que provoca 6.000 muertes al año, pero ya la tenemos más o menos controlada. Con el coronavirus llevamos casi 30.000 muertos en dos meses y no lo tenemos nada controlado porque no tenemos medicamentos y la vacuna, si sale, será dentro de año o año y medio", augura, por lo que insta a la ciudadanía a "tener un poquito más de precaución y de prevención".

María Jesús, que desconoce cómo se infectó su familia, cree que lo más probable es que a ella le contagiara su marido. Y a este, quién sabe. "Hay un vecino al lado que ingresó antes que nosotros y estuvo unos veinte días en la UCI, pero no se han hecho estudios epidemiológicos, sino medicina de guerra", apunta, al tiempo que corrobora la falta que hubo las primeras semanas de EPI o de pruebas de detección. "Había personal que se tenía que poner debajo bolsas de plástico. Yo misma tuve que lavar dos veces la mascarilla que llevé de casa hasta que, a los diez días, me dieron otra en el hospital. Tampoco había test, porque a uno de mis hijos, el que cogió el coronavirus, se lo hicieron mes y medio después de morir su padre. Parece que está mal reconocerlo, pero es la realidad", dice con la seguridad de quien lo ha visto con sus propios ojos.

A la espera de que le llamen para poder ir a recoger las cenizas de su marido, María Jesús cuenta que su caso ha servido para abrir los ojos a su entorno. "Mi marido, como yo, era muy activo en las redes sociales. Todo el mundo le decía: Vas a ser fuerte, Lo vas a pasar, Vas a ir para casa, No te va a pasar nada... No se lo querían creer, pero después, al ver que se ha muerto, la gente se ha quedado impactada porque era una persona con mucha vitalidad, que no es lo que te cuentan del anciano con patologías". Por eso, María Jesús llama a ser prudentes con esta advertencia: "Independientemente de la edad, puedes infectarte, y, por muy robusto que te sientas, si el virus te coge fuerte, te puedes morir".

"Mi hijo tenía miedo a que muriésemos los dos porque hasta la cuarta vez que lo intentaron no pudieron darme el alta"

"Independientemente de la edad, puedes infectarte y, por muy robusto que te sientas, si el virus te coge fuerte, te puedes morir"

"Aparte del problema respiratorio, tiene muchas complicaciones, como los trombos, una insuficiencia renal, un infarto..."

Mujer de fallecido por covid-19 y afectada

"A pesar de que hablan del coronavirus dos o tres horas en la televisión y del confinamiento, la gente no quiere creérselo"

"Al entorno le impactó que muriera una persona con vitalidad, que no es lo que te cuentan del anciano con patologías"

"Vi a una cuadrilla que iba a hacer botellón; están en fase de negación, no son conscientes de lo que supone la enfermedad"

Mujer de fallecido por covid-19 y afectada