Los responsables del restaurante alemán Ein Prosit del Ensanche, en Bilbao se afanan estos días en realizar las mediciones necesarias para colocar las mesas para que los clientes mantengan las distancias de seguridad para cuando reabran. Por el momento han preferido prolongar el cierre hasta el 8 de junio. Sin embargo, esa fecha no la visualizan con toda la ilusión que desearían ya que las normas sanitarias necesarias no garantizan que los ingresos puedan ayudar a mantener, ni los puestos de trabajo, ni la rentabilidad... “Hemos sopesado muchas cosas, estamos midiendo el interior para calcular cuánta gente puede entrar y de qué manera”, explica Enrique Thate, uno de los responsables del local alemán del Ensanche. Sin embargo, las cuentan no dan y la apertura a un 50% y con un aforo acotado en barra reduce significativamente los ingresos y frena de seco las ganancias para afrontar los gastos de la apertura. Pese a todo, el Consistorio bilbaino les ha concedido un espacio para instalar una terrazada. “Va a ser más pequeña que la que solemos tener en Aste Nagusia, pero por lo menos con eso y con lo que demos en el interior tendremos que tirar como podamos”, afirma. Aunque intenta quitarle hierro a la situación, uno de los hermanos Thate es consciente de que esta situación y sus consecuencias se van a prolongar durante bastantes meses, por eso, ya están ideando nuevas fórmulas para reinventarse: “Abrimos sabiendo que no va a ser rentable, pero hay que darle una vuelta al negocio. Nuestra idea es transformarlo en cervecera”. A medida que la situación mejore esperan recuperar todos los puestos de trabajo, pero si estamos al 50%, es imposible mantener todos los sueldos”, concluye.