Jubilado por incapacidad, Peio García Amiano dedica su vida a la labor solidaria. Ahora, durante el confinamiento, también. Desde su casa de Intxaurrondo, en Donostia, coordina como puede el envío de comida al campo de refugiados de Moria, en la isla griega de Lesbos, donde se hacinan 23.000 personas.

¿Cómo va el día?

—Bastante ocupado. Estamos organizando los camiones para Grecia y hay que coordinar desde casa. Es todo mucho más complicado.

¿Cómo coordinan los envíos de comida?

—Estamos muy en contacto con Grecia y desde aquí hay gente voluntaria que nos da género. Pedro Luis nos manda mañana dos tráileres de conservas, hay un montón de empresas que colaboran. Hay que pedir un permiso especial para poder ir al almacén a descargar, cargar el contenedor y enviarlo a Grecia. Mientras llegue la comida, todos contentos.

La recogida de comida entre la ciudadanía está suspendida. ¿Cómo afecta esto a sus previsiones?

—Todos los eventos de calle que teníamos se han suspendido, pero ahora la gente está mandando más dinero que antes del confinamiento. También hemos tenido subvenciones. En Grecia estamos dando ya casi 2.000 comidas diarias. De momento, están comiendo y no ha llegado el virus, y esperemos que no lo haga.

¿Cuántos voluntarios hay en Grecia?

—Hay cinco voluntarios y tenemos cuatro o cinco refugiados que trabajan con nosotros. De momento tiran para adelante. Cuando empezó el confinamiento, el Gobierno vasco nos dijo que podíamos traer a los voluntarios, pero no quisieron.

¿Cómo lleva el confinamiento?

—Llevo desde el primer día en casa, soy de riesgo y no me dejan ni salir a comprar el pan. Hago gimnasia, pero con las casitas que tenemos hoy en día tampoco se puede hacer mucho. Vine de Grecia justo quince días antes del confinamiento. Allí estaría trabajando... pero bueno.

Pero aquí también está activo.

—Sí, estoy recopilando mucho material que tenía de recetas. Me ha servido para trabajar un poco. Ayer estuve hablando con gente de Badajoz que conozco de restaurantes y han montado ahora un comedor solidario. Hoy me han pedido que les haga un vídeo, porque ha sido abrir y no dan abasto.

La situación de mucha gente se ha precarizado.

—Antes de ir a Grecia estuvimos pensando hacer un comedor social para dar comida a gente aquí, pero surgió lo de Grecia y salimos corriendo para allí. Igual ahora hay que reestructurar todo y empezar algo aquí también.

¿Qué es lo que más echa de menos? —La convivencia con los amigos y la gente. No poder relacionarte, salir a tomar un pote. Y, por 3, la familia. Tengo un nieto de tres años y llevamos mes y pico sin verle. Tenemos las conferencias de WhatsApp...

WhatsApp estos días echa humo.

—Yo no soy muy de redes sociales, pero al final es válido. Aunque no es lo mismo.

Al final somos una sociedad a la que nos gusta el contacto.

—Es que no poder dar un abrazo, un beso... eso nos va a costar. Yo no sé si voy a ser capaz de no darle un abrazo a un amigo cuando le vea después de dos meses.

“Todos los eventos de calle que teníamos se han suspendido, pero ahora la gente manda más dinero”

“Echo de menos la convivencia con los amigos y la gente; no poder relacionarte, tomar un pote”