Durante estas semanas de confinamiento hemos sido testigos de muchos gestos y actos solidarios que nos han hecho ver que cuanto mayor es la adversidad las ganas de ayudar a los demás se multiplican. En el caso del durangarra Kepa Amantegi, su gran gesto se ha convertido en una aventura que le ha llevado a recorrer 3.700 kilómetros con su taxi para llevar de regreso a casa, en la comarca del Véneto, a una joven italiana que se había quedado atrapada en el aeropuerto de Madrid-Barajas Adolfo Suárez.

La carrera más especial y solidaria del joven taxista comenzó el miércoles pasado cuando recibió la llamada de uno de sus mejores amigos. “Me contó que una conocida suya se había quedado tirada en el aeropuerto de Barajas sin opción de volver a Italia y me preguntó si conocía a algún taxista de Madrid que pudiera traerle. Le dije que sí, pero que le iban a cobrar mucho y que si me daban tres horas iba a por ella sin cobrarle nada”, relata.

Al de unas horas Kepa ya estaba en el aeropuerto y allí le estaba esperando Giada Collalto, una estudiante italiana que apenas llevaba dos meses de Erasmus en Bilbao. La joven de 22 años había cogido un autobús para llegar a Madrid y esperaba poder volar a Italia, pero “como su vuelo tenía que hacer escala en París, le comentaron que no podía hacer una escala de tantas horas allí por lo que no pudo volar. De regreso a Durango me contó que no sabía ni cuándo ni cómo iba a poder volver a casa. Le habían comentado que incluso podría tener que esperar hasta el 15 de junio y no nos conocíamos de nada, pero le dije que si todo iba bien en 48 horas iba a poder estar cenando con su familia”.

A sus 21 años, el taxista y piloto de rallies, empezó a pensar cómo podría ayudarle a volver a casa. Kepa detalla que al día siguiente, el jueves, contactó con la Ertzaintza para poder tener todos los permisos necesarios. “Al ser taxista y ser mi trabajo nos dieron un itinerario, pero me recomendaban no ir porque nos podían hacer regresar en Irun, en Mónaco… Le dije a Giada que si a ella no le importaba correr el riesgo, yo iba a intentar llevarle”. El viernes salieron de Durango con destino a Montebello. Fueron quince horas de un largo viaje de ida y otros tantos de vuelta, pero la alegría de los padres de Giada compensó todo.

Ahora, de vuelta en Durango, Kepa está satisfecho del viaje realizado y agradece a sus amigos y familiares el apoyo recibido. “Me alegro haber aprendido los grandes valores que he podido ver en mi padre y agradezco a la familia Aguirrezabal su apoyo incondicional. Tenía ganas de hacer algo por la gente que está sufriendo las consecuencias del coronavirus y creo que es de las mejores cosas que he hecho en la vida y algo que me llevo para siempre. El dinero va y viene, pero los hechos perduran en el tiempo”.