- Clases vacías y parques llenos de niños con abuelos vigilantes debido a que muchos padres y madres no tuvieron la oportunidad de acceder al teletrabajo o a la flexibilidad horaria laboral. Esa era la estampa mayoritaria vivida ayer en la capital alavesa, el primer día sin clase presencial en los centros educativos no universitarios de Gasteiz, después de que el lunes el Gobierno vasco aconsejara adoptar esa medida de contención con el fin de frenar la expansión del coronavirus.

En las calles gasteiztarras, una vez más, afloró la picaresca entre los que quieren hacer negocio de la situación epidemiológica, con carteles como los que se ofrecían a cuidar hijos desde 2 euros la hora ante el cierre repentino de escuelas. En los paseos por las principales arterias gasteiztarras, además de llamativos colegios con puertas cerradas y patios vacíos, también se podía comprobar cómo eran pocos los abuelos que podían cumplir a rajatabla el consejo de mantenerse a una distancia prudente de seguridad de sus nietos, ya que, por lo general, todos ellos, iban de la mano, sobre todo cuanto más pequeños eran los menores que tenían a su cargo.

En cualquier caso, la consejera de Salud, Nekane Murga, llamó a la calma en una entrevista en Radio Euskadi, porque pese a que el día anterior se había explicado que los niños son los principales transmisores de esta enfermedad, "el 99,9% de los txikis vascos no tienen este virus". En concreto, hasta ayer solo había constancia de cuatro menores contagiados. Y por lo tanto, no hay problema en que sus abuelos se hagan cargo de ellos, pese a ser los mayores un grupo especialmente vulnerable a los efectos del coronavirus.

Aunque, eso sí, siempre y cuando lo hagan extremando las medidas de precaución, como intensificar la higiene: lavado de manos y limpieza de superficie que estén en contacto con las mismas. Y en caso de que los pequeños tengan síntomas, "los abuelos sí que no deben asumir la tarea de cuidarlos", advirtió Murga. De igual forma, la consejera también consideró que no es un riesgo sacar a los pequeños de la calle, porque, como precisó, "como no están en zonas cerradas, no están reunidos en comedores y no utilizan baños comunes, lo que se hará es que se contagien menos entre ellos".

Esta decisión repentina también hizo que algunos centros de trabajo fueran comprensivos ayer con los empleados que se vieron afectados por el cierre de escuelas y que, como excepción, recurrieron a soluciones imaginativas del estilo de habilitar alguna de las oficinas a modo de guardería improvisada o incluso el de una pequeña empresa de servicios, que adoptó una medida ejemplar: contratar a una monitora para dinamizar la estancia de media docena de pequeños, mientras sus madres y padres no perdían horas de trabajo.

Y entre todos los que no podían tirar de los abuelos, tampoco faltaron llamadas de desesperación ofreciendo a los cuidadores de sus hijos hacer horas extra o a sus compañeros de trabajo cambios de turno. Era el caso de Oihana, con dos hijos de 5 y 8 años, que tira de dinero para pagar horas extras a la cuidadora esporádica de sus hijos y se turna con su marido para combinar sus horarios de trabajo; lo mismo que hace Eider, quien con un niño de 7 años tiene la suerte de poder flexibilizar su jornada.

Y ERTE en comedores. Desde el lunes algunos centros de ocio privados ofertan colonias de día como posible solución para dejar allí a los menores de edad. Incluso hay estudiantes que se ofrecen a ocupar estos días sin clase cuidando a los más pequeños por el módico precio de 2 euros la hora. A los colegios de la capital alavesa solo acude el personal docente, ocupado en preparar material que enviarán a las familias para que los menores acusen lo menos posible la pérdida de clase. Los profesores siguen trabajando, pero no así personal como el de los comedores escolares, que anunciaron un ERTE.