gasteiz - El año pasado significó un punto de inflexión para la violencia machista en Euskadi, al convertirse en el primero desde 2003 -cuando empezaron a recogerse estadísticas sobre este apartado- sin ninguna mujer asesinada por su pareja o expareja en el País Vasco. Un dato que para Izaskun Landaida, directora del Instituto Vasco de la Mujer, "es un paso a destacar, en la medida en la que es una novedad en los últimos 17 años".

"Estoy convencida de que ha sido fruto del trabajo compartido realizado desde diferentes ámbitos de nuestra sociedad: las organizaciones feministas, la ciudadanía, las instituciones...", señala la responsable de Emakunde, que insiste en que "no podemos olvidar que hasta hace unos quince años este era un asunto que se gestionaba en el ámbito privado y que gracias al trabajo conjunto ha pasado a ser un problema de orden público prioritario". Por eso, recuerda que "los datos, las denuncias, ponen de manifiesto que queda camino por recorrer, que no podemos bajar la guardia".

Esa necesidad de no bajar la guardia tiene mucho que ver también con el auge, potenciado a lo largo de 2019, de los discursos de ultraderecha que ponen en duda el concepto de violencia machista. Una realidad a la que no es ajena la directora de Emakunde. "Por supuesto que me preocupan, porque pretenden abrir debates superados y ponen en cuestión algo que es incuestionable: la existencia de un problema social de primer orden como es la violencia contra las mujeres, un problema estructural que nace de la desigualdad de mujeres y hombres", relata Landaida, para quien "estos discursos son una reacción de los sectores más machistas de la sociedad ante la evidencia de que algo está cambiando, de que la sociedad está cada vez más sensibilizada a favor de la igualdad y en contra de la violencia contra las mujeres, y de que las mujeres están dando pasos hacia sus derechos".

Pese al auge de estos discursos, desde Emakunde se felicitan porque "la ciudadanía está más concienciada en contra de la violencia hacia las mujeres, la coordinación entre instituciones va en aumento, se avanza en el empoderamiento de las mujeres, también los hombres están implicándose cada vez más, la movilización social es cada vez mayor y vemos que las nuevas generaciones de mujeres siguen la cadena del feminismo". En este sentido, destaca que "desde las instituciones trabajamos para hacer frente a esta vulneración de derechos, por un lado, desde el ámbito preventivo, y por otro lado tratando de prestar la mejor de las atenciones a las mujeres víctimas y que se están enfrentando a estas situaciones". "Tenemos que seguir mejorando para que las mujeres que puedan sufrir estas situaciones sientan que están en el centro, que las comprendemos, y se sientan arropadas", explica Landaida.

Por eso, este 8-M llega hoy para el Instituto Vasco de la Mujer en un momento en el que quieren resaltar especialmente, y así han incidido en su campaña de comunicación durante estos días, "en la necesidad de seguir impulsando la cadena de la igualdad, impulsando la transmisión intergeneracional", haciendo así "un homenaje a todas las mujeres que en el pasado han ido conquistando derechos y dando pasos hacia la igualdad y hacemos un llamamiento a las nuevas generaciones para que la cadena no se rompa y siga fortaleciéndose". "Tenemos que trasladar a las nuevas generaciones la idea de que el trabajo por la igualdad y por los derechos de las mujeres es una cadena que viene de atrás y que debe continuar. Tenemos que conseguir el compromiso de las nuevas generaciones para seguir impulsando esta misión en cadena", subraya la directora de Emakunde.

Ley de igualdad En Euskadi, el 8-M discurre en medio del proceso de renovación de la Ley de Igualdad en el Parlamento Vasco. Una nueva normativa con la que, según explica Landaida, buscan posibilitar "un pacto de país, con mayúsculas, por la igualdad y contra la violencia machista, reforzándola y adaptándola a las nuevas necesidades derivadas del nuevo contexto normativo y social". Todo sobre la base de "garantizar una visión compartida sobre la ubicación de la violencia contra las mujeres dentro del problema sistémico y universal de la desigualdad de mujeres y hombres, tal y como dicta el Convenio de Estambul".

Entre las novedades que se implementarán figura "reforzar los recursos económicos, humanos y técnicos para el desarrollo de las políticas de igualdad", además del refuerzo de las estructuras ya existentes, y establecer medidas "para facilitar la implantación generalizada en todo el sector público institucional vasco de elementos clave para el avance de las políticas de igualdad como son los planes, los servicios especializados o la formación continua".

Por ejemplo, "la formación obligatoria básica, progresiva y permanente en materia de igualdad para todo el personal de los poderes públicos vascos y, en particular, para el personal implicado en la respuesta frente a la violencia machista contra mujeres, una formación inicial y continua obligatoria". La renovación de la Ley de Igualdad establece también "dotar de mayor protección a las niñas, niños y adolescentes", recogiendo expresamente "como principio rector la defensa del interés de las niñas, niños y adolescentes".

Por otro lado, además de a las mujeres, adolescentes y niñas "que sufren en primera persona las conductas violentas por motivos de género", la ley "considera expresamente como víctimas y supervivientes de la violencia machista contra las mujeres, a las niñas, niños y adolescentes y otras personas dependientes que convivan en un entorno en el que se ejerza dicha violencia y que por su situación de vulnerabilidad se vean directamente afectadas por aquella". En consecuencia, "establece el deber de las administraciones públicas vascas de garantizar la existencia de servicios de atención adaptados a dichas víctimas".