Bilbao - El último libro escrito por Ramón Tamames analiza acontecimientos ocurridos hace 500 años; hechos que forman parte de la Historia pero que, de alguna manera, conectan con la actualidad. "La historia -dice el economista- es un regalo para la gente, porque permite saber de dónde venimos y también imaginar hacia dónde vamos". Tras escribir sobre Hernán Cortés y su papel en la Nueva España, su próxima obra también abordará una gesta histórica del siglo XVI: la de Magallanes y Elcano.

¿Bucea en la historia porque el pasado le interesa más que el presente?

-No es que el presente me interese menos. Sigo trabajando sobre cuestiones actuales. Hoy, por ejemplo, he escrito un artículo sobre Davos. Pero me interesa mucho el pasado, porque la historia, cuando se conoce, nos ayuda a comprender nuestras miserias y grandezas. El que no conoce la historia vive como un buen caballo que come el pienso por la mañana, duerme por la noche y corre cuando se lo ordena el amo, pero no sabe ni en qué país vive, ni por qué está allí ni adónde fueron su hermanos.

Cuando habla de Hernán Cortés lo compara con un empresario. ¿Su figura podría asimilarse también con la de un emprendedor?

-Es un emprendedor porque hace el diseño de la conquista. Cortés no se conforma con hacer una expedición como la que pretendía el gobernador de Cuba, Diego Velázquez. No quería hacer simplemente una expedición para cazar algunos esclavos, porque había mucha escasez de mano de obra, y buscar oro. Lo que quería era poblar, es decir, asentarse en el país y colonizar. Él va con un espíritu emprendedor de hacer un nuevo país, nada menos.

¿Y se encargó de muchos más aspectos?

-Cortés también busca la financiación, empeña casi todo su patrimonio, toma mucho dinero de accionistas, por así decirlo, casi crea una sociedad anónima y luego se ocupa de las compras: de las naves, del armamento, los caballos, los cañones, la pólvora y las vituallas de todo tipo para resistir unos meses. Luego, en Nueva España, después de la reconquista de Tenochtitlan, es un hacendero que tiene una hacienda grande, del tamaño de Portugal, según los conocimientos que tenemos, con 22.000 indios empleados, seguramente más, y con producción de todo: caña de azúcar, frijoles, maíz, etc. Es un verdadero colonizador que crea riqueza y productos que enseguida empiezan a ser exportados, como el azúcar. Por todo eso es un empresario y, además, un gran director de empresa, porque lo hizo muy bien. El patrimonio de Cortés se conservó muchos años y, aunque se expropió a la familia, fue un modelo de explotación.

Su visión positiva de Cortés contrasta con otras que lo tachan de genocida.

-El genocidio no tiene sentido porque lo que hubo fue un colapso de la población indígena como consecuencia de la invasión microbiana y bacteriana. Los españoles, como sucedió con los holandeses, franceses o ingleses en otros sitios, llevaron enfermedades a las que estaban casi inmunizados. La viruela, el tifus, el sarampión, la gripe eran enfermedades que en América encontraron un territorio virgen y eso causó un colapso demográfico brutal, la población pudo descender más de un 80%, algo tremendo.

Usted habla de mestizaje.

-Lo que ocurrió no tiene nada que ver con un genocidio. Al contrario, Cortés siempre fue partidario del mestizaje, que se produjo de forma muy rápida e importante porque la población local disminuyó y los españoles eróticamente eran muy activos. Hay que recordar a un tal Álvarez que estuvo tres años con Cortés y tuvo 68 hijos; eso se cuenta en la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo. O sea, que genocidio no hubo. Además, Cortés fue nombrado por Carlos V protector de los indios y es el cargo del que más orgulloso estaba porque luchó contra los abusos de los encomenderos que trataban a sus encomendados como esclavos, aunque la esclavitud estaba prohibida por las leyes de Indias que había propiciado el padre de las Casas.

Pero no se libró de las críticas.

-No, porque España fue el primer gran imperio ultramarino y eso provocó muchas envidias. Lo que no se dice es que la participación inicial de los europeos en esa zona fue la piratería y nada más que la piratería. No hicieron inversiones ni fueron a conquistar. Se situaban en las rutas de salida de las flotas para tratar de hacerse con los tesoros que venían a Sevilla. Eran una panda de piratas. Abusos siempre hubo, en las guerras y en la colonización es inevitable, pero de ahí a decir que hubo un genocidio, como el de los belgas en el Congo o el de los holandeses en las islas de las Especias, hay una gran diferencia.

Su libro ha salido cuando se cumple el quinto centenario del encuentro entre Hernán Cortés y Moctezuma y llama la atención que ese mismo año, 1519, tuvo lugar otro acontecimiento histórico: el inicio de la expedición de Magallanes y Elcano.

-Estoy escribiendo otro libro, El más largo viaje, sobre Magallanes y Elcano. Y es que, en esos tres años, mientras Magallanes y Elcano están dando la vuelta al mundo, Cortés sufre la Noche Triste, pasa por la reconquista de Tenochtitlan y, en 1522, está gobernando México como un estadista, creando un país nuevo. Ese es un momento excelso de todos los españoles. Los vascos, asociados a la Corona de Castilla, tienen un papel espectacular. Hernán Cortés también tuvo algunos capitanes vascos importantes.

No quedan territorios por descubrir, pero ¿actividades o nuevas formas de actuar?

-Por descubrir o por destruir, porque lo que está haciendo Donald Trump es destruir la Organización Mundial del Comercio, que ha trabajado muy bien para abrir fronteras y aumentar intercambios. Con la guerra comercial con China y con Europa y su política proteccionista ha dado un vuelco a la situación y ahora estamos en un momento de incertidumbre.

¿Hemos pasado de abrir caminos al comercio a cerrarlos?

-El comercio internacional es la mayor fuente de creación de riqueza, pero si se entorpece, el potencial de expansión y la renta de la gente bajan, se vive peor, hay problemas de paro, etc. Lo que hizo Cortés en el siglo XVI hoy no se puede hacer, porque aquello era un mundo virgen, poco poblado, con toda la estructura de la naturaleza viva, no había calentamiento global ni cambio climático.