Acudir a cualquier colegio de Kristau Eskola a la hora de la salida de los críos es toda una sinfonía de quejas, lamentos y descontentos. Y más cuando se inicia otro periodo de huelga del profesorado sin que además se pueda ver la luz al final de este conflicto laboral. Ayer, Esther, Alicia, Piedad y Belén esperaban a sus pequeños de cuatro años al mediodía en el patio del colegio Berrio-Otxoa, ubicado en el corazón del barrio bilbaino de Santutxu. El tema de conversación ya se lo pueden imaginar ustedes. Y las cuatro dieron una auténtica clase de hartazgo, casi una master class.

Sobre una solución próxima, todas lo ven muy negro, incluso con la intervención de un mediador el cual ninguna de las partes quiere. Esther Rubio, con una pequeña y un chaval de 14 años en el centro, cree que “es un asunto muy enconado en el que el Gobierno vasco no cede a la hora de aportar dinero y entiendo que el profesorado, a estas alturas, ya va a por todas. Se la han jugado con un montón de tiempo de paros. Ahora ya es todo o nada”.

Alicia Hurtado, con su bebé que entrará en el centro el año que viene, opina que “lo que se está buscando es forzar la situación, porque el Gobierno vasco igual quiere que toda la educación sea en centros públicos o que sean totalmente privados los colegios religiosos”. Es cuando Esther apostilla que “el Obispado también está detrás, presionando a los centros de Kristau Eskola. Parece que todos tienen sus intereses en no solucionar un problema que afecta a muchas más personas que ellos”. Piedad Artetxe, amama que ha ido a buscar a su nieta, defiende “el derecho del profesorado a convocar huelgas, pero estamos pagando justos por pecadores”, declara.

La conversación se enerva cuando se plantea si la falta de clases trae consigo un descuento en el pago de las mensualidades del colegio. Esther expone que “la cuota la estamos pagando religiosamente” y no hay segundas intenciones en esa afirmación tan rotunda. “Estamos cumpliendo con las mensualidades y llevamos ya quince días de huelga acumulados. Si no nos abonan ese dinero habrá que tomar medidas”. En este tema, creen todas, las asociaciones de padres y madres son clave para exigir esa compensación por los servicios no prestados.

Alicia explica que “este colegio no devuelve ninguna cuota ya pagada, aun no dando clases. Aquí en ningún momento se ha hablado de este tema, algo que creo ocurre en otros centros”. Belén Vázquez añade más leña al fuego al especificar que “tampoco devuelven el dinero por no usar el comedor, ellos de motu proprio no han dicho nunca que vayan a devolverlo”.

Y con el plus además de que Berrio-Otxoa, según indican estas madres, intenta que acudan el menor número de escolares al centro. En este sentido, Belén Vázquez desvela que “las circulares que nos están mandando nos invitan, entre comillas, a que no traigamos los niños porque, aunque no lo dicen directamente, es como si con los servicios mínimos establecidos no pudieran atender a todos los críos”.

Y quienes más sufren la suma de días sin clase son los más mayores. Esther da testimonio de cómo su chaval de 14 años “está completamente agobiado porque hay un temario que cumplir y se lo meten como si fuera un embudo. Casi todas las semanas tiene exámenes y cuando van forzados no se aprende lo mismo que si se va a un ritmo adecuado”.