TODA Euskal Herria vistió sus mejores galas femeninas. Cada localidad se enfundó el traje morado y evidenció que el futuro es de las mujeres y que hay que trabajar cada día por alcanzar la igualdad. Es el brillo que no ciega la realidad.

La sonrisa se contagia

Los lemas son más bonitos cuando se acompañan con una sonrisa y el Boulevard donostiarra lució con todo su esplendor ayer al mediodía, con centenares de rostros alegres que cantaron, gritaron y respiraron por el fin de la desigualdad entre hombres y mujeres. Mucha juventud sobre todo, pero también voces con experiencia, serenas, pero convencidas. Ni el sol quiso perderse la fiesta cuando columnas de mujeres desembocaron en el corazón de Donostia, rodeando el kiosco del Boulevard, el centro de sus reivindicaciones. Niñas, adolescentes, jóvenes, adultas y mayores. Mujeres de todas las edades, y también hombres. Menos, pero igual de convencidos. Así vivieron el 8-M los protagonistas de esta pequeña historia: Maitane y su pequeña Isabela, un sol en medio de la marabunta; Maitane, Leire, Isabel y Laiene, un grupo de jóvenes errenteriarras; Ane, activista donostiarra con ojos de esperanza; también las hermanas Encarni y Kontxi, con sus compañeras del colectivo Dandai, que baja la persiana en mayo por falta de savia nueva, pero ayer llevaban un chute de energía entre tanta gente joven, hasta Ricardo Ugarte y Pilar Otxoa, escultor y poetisa. Dos ilustres camuflados de morado. Pura convicción en pos de la igualdad. Al igual que Juan José y Mari Nieves, un matrimonio de quitarse el sombrero. Suman 158 años entre ambos y confían en que los jóvenes hereden un mundo mejor. Sin olvidar al joven Mark, un adolescente del Antiguo cuya cabeza sobresalía sobre el resto, rodeado de su cuadrilla. Sereno, firme, afable. También nuestras dos Oumaimas, dos jóvenes de Errenteria e Irun, de confesión musulmana, que lucían su velo con orgullo y clamaban por la igualdad. Nosotras decidimos por nosotras mismas, decía el cartel que llevaban y que demostraba que la concienciación feminista no solo se produce en Occidente.

Bengalas moradas

En la retina de todas estaba la histórica jornada del 8 de marzo de 2018, así que no fue fácil conciliar el sueño. Sin embargo, las ganas de volver a exigir en la calle un mundo libre de desigualdades convirtió ayer Gasteiz desde primeras horas, un año más, en una inmensa marea morada que no dejó de fluir hasta bien entrada la noche. El mundo se paró de nuevo y el feminismo volvió a hacer historia en una jornada tan festiva como reivindicativa, que incluyó una huelga laboral, estudiantil, de pensionistas, de consumo y de cuidados de 24 horas. Mujeres de todas las edades, procedencias y estratos sociales, y también muchos hombres, hicieron todavía más fuerte esa exigencia de igualdad, libertad y seguridad ante las agresiones machistas durante un emocionante recorrido que unió el centro cívico Iparralde y la plaza de la Virgen Blanca. Centenares de personas fueron sumándose durante su recorrido a la marcha, encabezada por tres mujeres a bordo de sendos tractores y una pancarta con el lema Las vidas en el centro en castellano, euskera y francés. Un multitudinario acto que concluyó al ritmo de la batucada feminista y bajo la luz de las bengalas puso la guinda a otra jornada para no olvidar.

Expectativas ratificadas

En Nafarroa, la jornada tuvo dos tiempos: las concentraciones matinales que llegaron a muchos sectores -especialmente, al educativo, y menos, al económico- y a un centenar de localidades, empezando por Iruñea, donde llenaron la Plaza del Castillo; y la gran manifestación unitaria de la tarde que arrancó de los Cines Golem para terminar en el mismo sitio. Sindicatos, universidades, ONG, partidos políticos, gobierno, Parlamento y ayuntamientos respaldaron mediante diferentes formas el día en favor de la igualdad, pero cediendo el protagonismo a la sociedad civil en general y a las mujeres, en particular cuyos colectivos expresaron su satisfacción por confirmar las expectativas creadas tras el precedente del año pasado. - DEIA