Voluntarios: “Tenía tanto miedo que me pedía que mirara debajo del coche”
Cada vez más voluntarios instruidos en defensa escoltan a mujeres en situación de riesgo
Donostia - En el primer servicio que le tocó prestar le dieron a elegir: escoltar a un político amenazado o a una mujer víctima de la violencia machista. Ha realizado ambas tareas a lo largo de su vida laboral, pero en aquel primer momento no tuvo ninguna duda. “Quería aportar mi granito de arena”. Su primer destino fue una zona rural remota donde encontró a una mujer con tanto miedo a su expareja que no se atrevía siquiera a salir a labrar las tierras. Le habían facilitado el teléfono de urgencia Bortxa, pero no se fiaba.
“Lo llaman agorafobia, ese temor tan obsesivo a los espacios abiertos o descubiertos que sienten tantas mujeres amenazadas”. A Cristina Martínez, que trabaja en una empresa de seguridad privada, se le quedó grabada en la retina aquella primera misión en aquel lejano caserío que le obligó a utilizar el GPS. “Lo primero que me dijo fue que mirara debajo del coche. A mí me extrañó, pero lo decía con conocimiento de causa. Tenía sus sospechas de que su expareja le hubiera podido haber metido azúcar en el tubo de escape. De hecho, intentó quemar la casa con ella dentro. Arremeten con lo que pueden, y son capaces de lo que sea con tal de hacer daño”, observa esta mujer, que conoce a la perfección el uso que hacen de los hijos cuando tienen a su víctima fuera de su alcance.
“Cuando el maltratador te ve, no se acerca, de ahí que sea tan importante tener nociones de defensa personal. Hay que saber neutralizar legalmente al victimario, que es lo que nos proponemos enseñar a un número creciente de voluntarios de calle. Oficialmente se dice que se garantiza protección siempre que se necesita, pero la realidad nos indica que no se invierte lo suficiente mientras que cada vez hay más víctimas”. Asegura que por ello crece paulatinamente el número de voluntarios interesados en labores de protección a mujeres víctimas de violencia de género. “A las mujeres les cuesta mucho denunciar. Muchas no creen en el propio sistema, porque hay casos en los que la denuncia no ha servido para nada. Hay ocasiones en la que se dice que la Justicia no ha llegado a tiempo. Es un discurso que se está normalizando, y el peligro que conlleva es que el maltratador puede actuar con mayor impunidad”. Martínez combina en su trabajo ambas facetas. Como escolta, y como formadora de voluntarios.
Actualmente trabaja en Donostia en un centro de acogida para mujeres víctimas de violencia machista. “La labor consiste en impedir que entre el victimario y observar que nada extraño ocurra, trabajando de la mano con educadoras y psicólogos”. Aunque hay ocasiones en las que puede ser algo peligroso, el objetivo es “dejar salir a las mujeres a la calle libremente para que vayan rompiendo ese vínculo, ese miedo que les agarrotaba...”. Cristina preside a su vez la Asociación Safe Woman, agrupación sin ánimo de lucro de profesionales especializados en violencia de género. Forma a voluntarios con el fin de que haya un trato digno en la detección, acompañamiento y protección a las víctimas de violencia de género.
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