Bilbao- Veo que lleva en la solapa la chapa belarriprest de Euskaraldia. Usted es euskaldun, ¿no debería ser ahobizi?

-Probablemente del consejero de Cultura se espera que sea un euskaltzale aguerrido y vaya con el ahobizi por delante, pero en mi vida como ciudadano me gustaría escuchar más euskera del que oigo y he decidido llevar la chapa de belarriprest para invitar a las personas que se puedan dirigir a mí en euskera a que lo hagan con total tranquilidad. Me gustaría escuchar más euskera donde vivo, que es en Bilbao, es una invitación. Y, por supuesto, yo no renuncio a utilizar el euskera siempre que pueda.

Cerca de 200.000 personas de toda Euskal Herria se han inscrito en Euskaraldia. ¿Esperaba esta movilización social?

-No. Ha sido una sorpresa muy positiva porque indica que hay 200.000 personas euskaltzales que comparten el diagnóstico de que tenemos que darle un impulso al uso del euskera y se han comprometido individual y personalmente a hacerlo. Yo he estado con el grupo de Euskaraldia en una mesa de la zona Castaños-Uribarri invitando a la gente a que entrara. Soy consciente de lo difícil que nos resulta a todos acercarnos hasta una mesa y dar nuestro nombre para alistarnos en una causa si no sabemos lo que se cuece. Que 200.000 personas hayan dado ese paso voluntariamente me parece muy importante.

Bien o mal, participar en Euskaraldia requiere saber un poco de euskera. ¿Qué pasa con ese 47% de la población que se declara castellanohablante monolingüe?

-En este primer Euskaraldia no hemos contado con ellos, pero cualquier iniciativa que planteemos en la sociedad vasca para normalizar el uso del euskera tiene que contar inevitablemente con esa mitad de la población que no sabe nada de euskera, que cuando hablamos en euskera no nos entiende nada. En muchos casos va a ser muy complicado que muchas personas que no saben euskera den el paso para aprenderlo ahora. Pero no se trata de eso, sino de contar con su complicidad para que junto a nosotros permitan la expansión del uso del euskera. La decisión de usar el euskera es decisión de quienes lo hablamos, pero necesitamos contar con la solidaridad y comprensión de quienes no saben el idioma.

Que el uso del euskera no sea una barrera.

-Lo que planteo no es algo nuevo, miles de familias han decidido sin saber euskera matricular a sus hijos e hijas en modelos euskaldunes. Yo como padre he participado en reuniones de ikastola y he visto a padres y madres que con cierta angustia le decían a la irakasle: Yo quiero ayudar a mi hijo/a a hacer etxekolanas y no puedo porque no entiendo lo que tiene entre manos. Pero a pesar de todo han tomado libremente esa decisión y han confiado en el sistema educativo para que esos jóvenes sean bilingües o trilingües, para que sepan y aprendan en euskera. Estamos diciendo que la gente que no sabe euskera es casi la mitad de la población, les tenemos que tener en cuenta y tenemos que mantener un diálogo permanente con ellos para que esto avance de manera natural.

Euskaraldia es un éxito de participación, pero supongo que no es eso lo que buscan el día después de Euskaraldia.

-Creo que tampoco deberíamos autoengañarnos, ¿no? Si el Gobierno y los grupos euskaltzales hemos lanzado una iniciativa como Euskaraldia es porque vemos que no conseguimos que el uso de la lengua esté a la altura del conocimiento que hemos adquirido. Esto no es algo que vayamos a cambiar en once días, es una experiencia piloto de innovación social importante que creo que puede salir bien, pero que debemos seguir alimentando el día después.

Por cierto, ¿por qué Euskaraldia dura once días y no 28?

-Había que elegir un número y en euskera usamos hamaika para aludir a algo muy importante, incontable. Además, los equipos de fútbol tienen once miembros. Once es un número mágico que se presta a muchas combinaciones.

Esta efervescencia social en torno al euskera me recuerda mucho a la vivida a finales de los años noventa con la campaña Bai Euskarari. ¿Estamos mejor ahora que entonces?

-Sin duda. Estamos mejor en el número de personas que hablan y entienden euskera, en el avance de la enseñanza del euskera y en euskera en el sistema educativo; en la euskaldunización de adultos. El euskera hoy es una lengua mucho más normalizada en su modelo estándar para su uso, ha llegado a ámbitos y funciones que en 1991 no existía? También es cierto que se había generado la expectativa de que en la medida que creciera el conocimiento de euskera crecería su uso y vemos que eso no se ha producido en la misma proporción. Esto es lo que nos lleva a compartir un diagnóstico y a lanzar Euskaraldia.

Euskaraldia finaliza el 3 de diciembre, Día del Euskera. ¿Cuál es el mensaje que trasladarán este año?

-El mensaje va a ser parecido al que hemos usado para Euskaraldia. Es volver a insistir en la importancia del uso del euskera para que continúe siendo una lengua viva y continuemos transmitiéndolo a nuestros descendientes y a la población.

Es el centenario de Euskaltzaindia y el cincuenta aniversario de la estandarización del euskera. ¿La revitalización de la lengua de Axular hubiera sido posible sin Euskaltzaindia y el batua?

-No. Imaginemos por un momento que en los años de formación de nuestro autogobierno quienes tuvieron la responsabilidad de dirigir la política lingüística y la educación hubieran decidido no apostar por el euskera batua y apostar por la expresión escrita en los dialectos que existían en el país. ¿Es imaginable el escenario al que eso nos habría llevado? ¿Podemos imaginarnos libros de texto escritos en tres o cuatro dialectos, a ETB haciendo diferentes emisiones en diferentes dialectos o las publicaciones oficiales en dialectos? Pues no. Eso no tiene que ver con los dialectos ni con su validez porque son elementos vivos que hay que cuidar, pero creo que necesitábamos un modelo estándar al que llamamos euskera batua. Y creo que esa apuesta, 100 años más tarde, se ha demostrado que era la acertada.

Eusko Ikaskuntza también cumple cien años, también se puede hacer ciencia en euskera.

-Tenemos que imaginarnos la situación del país en 1918 y no lo hacemos. Recordemos que en 1918 este país tiene unas diputaciones con un Concierto Económico pero sin competencias forales plenas, no existe un gobierno, un parlamento, un estatuto de autonomía, está muriendo la Universidad de Oñati y está naciendo la Universidad de Deusto que en aquellos años no se caracterizaba por su apuesta por los estudios o la ciencia en euskera. Estaban saliendo de un escenario internacional conflictivo, saliendo de la Primera Guerra Mundial. Ese es el contexto en el que nacen Eusko Ikaskuntza y Euskaltzaindia y con una perspectiva de cien años podemos decir que supusieron un impulso fundamental para la preservación de la lengua vasca, para su estudio, transmisión y para el acceso del euskera y su cultura al ámbito de la investigación y la ciencia. Este acceso existía antes de las guerras carlistas de la mano de la Bascongada de Amigos del País pero había muerto con la guerra.

Estamos hablando de principios del XX y me gustaría hablar del XXI. Andras Kornai, autor del concepto de ‘muerte digital de los idiomas’ visitó Bilbao para ofrecer una conferencia del Clúster de Sociolingüística. Este lingüista húngaro aseguró que “un idioma está condenado a muerte si pierde el tren de la era digital”. ¿Tenemos que preocuparnos?

-Sí. Tenemos que tomar las medidas para que el euskera siga siendo una lengua viva, porque el euskera será una lengua viva o no será. Si el euskera termina siendo una lengua de los libros de texto o solo vive dentro del aula, no podremos garantizar su supervivencia. Y para ser una lengua viva necesita de todo lo que cualquier lengua hablada en el mundo necesita: un sistema educativo, un sistema cultural y a día de hoy estar presente en el mundo digital.

¿La presencia del euskera en la esfera digital es buena?

-El otro día leí en The Guardian que las autoridades islandesas están muy preocupadas por que Siri, ese personaje virtual de los teléfonos de Apple al que le pides información y te la da, no habla en islandés. Los islandeses, una comunidad de 300.000 hablantes, saben hablar inglés muy bien y están constatando que los más jóvenes se dirigen a Siri en inglés. Las autoridades temen que los jóvenes sigan operando en el mundo digital en inglés y que eso lleve al islandés a su muerte. La nuestra también es una situación parecida porque Siri tampoco habla euskera y los vascos, como los islandeses, somos una comunidad pequeña y seguramente no vamos a despertar el interés comercial en una firma como Apple. Necesitamos estar en el mundo digital. Nuestra posición no es mala, en la Wikipedia en euskera ocupa el puesto número 31, justo por detrás del turco y por delante de lenguas como el búlgaro (34) o el danés (35). En twitter se encuentra entre las 35 primeras lenguas, y como lengua de navegación se encuentra entre las 45 primeras, pero no podemos perder ningún tren. El euskera no puede perder el tren de Siri.

¿Y el Gobierno vasco ayudará a poner las vías para que Siri circule en euskera?

-No es un tema menor, es un tema que nos preocupa y nos tiene que preocupar. Por eso hace dos años establecimos una alianza con la asociación de wikilaris e invertimos todos los años dinero para generar contenidos en Wikipedia. Eso nos ha permitido estar en la Wikipedia por detrás del turco y por delante del búlgaro o el danés. Estamos haciendo esfuerzos por fabricar traductores automáticos, estamos convocando ayudas públicas para asegurar la presencia del euskera en las TIC y no podemos descartar ninguna iniciativa. Hoy no tenemos planteado la de Siri, la pongo como ejemplo, pero es una tarea pendiente.

El Gobierno vasco ha destinado millones de euros en impulsar el euskera en las empresas y usted ha dicho recientemente que su uso es “inexistente” en el ámbito económico-laboral y que el sector empresarial “no es proactivo” hoy día en favor del uso del euskera. ¿Desea matizar sus palabras o esa es la cruda realidad?

-No es mi opinión. Hemos hecho una encuesta entre agentes sociolaborales y sus conclusiones dicen que en muchas empresas no hay planes de euskera, que no hay ningún empleado euskaldun? Ellos declaran que la presencia del euskera en el mundo sociolaboral es casi inexistente, en esos términos. Yo tomo sus palabras para constatar eso. Vemos que más allá de las empresas públicas no se adoptan medidas para normalizar el uso del euskera. Tenemos relaciones con entidades financieras, con grandes superficies, con asociaciones de comerciantes y este tema está planteado y estamos en ello.

¿En qué están, exactamente?

-En que tenemos que encontrar la fórmula para que, sin utilizar ninguna manera coercitiva, hacerles ver que la apuesta por la normalización del euskera en las empresas, en los comercios o en el sector hostelero les va reportar un beneficio porque es algo que interesa a sus clientes y a sus empleados ya que serán cada vez más bilingües. No estamos hablando de un plan a un año, sino de un plan a medio-largo plazo en el que hay que empezar a trabajar ya.

Sé que es de los que defienden la libre adhesión, la progresividad, etc. ¿Pero tiene sentido otro plan para empresas sin un régimen sancionador que garantice los derechos lingüísticos de las personas consumidoras a recibir información y a relacionarse con las empresas en una de las dos leguas oficiales de la CAV?

-Ese es un debate que siempre ha estado presente en nuestra sociedad y sobre el que no me voy a pronunciar porque abriría otro que no favorecería en nada al objetivo principal, la extensión del euskera. Esos temores han existido siempre. Si uno repasa las actas del debate parlamentario del pleno en el que se aprobó la Ley del Euskera podrá comprobar que los grupos menos euskaltzales, por decirlo de alguna manera, veían con preocupación las consecuencias que la aprobación de esa ley podría traer consigo y advertían de que su aplicación podría ser un elemento de división. Yo creo que en un proceso que lleva en marcha más de 30 años hemos demostrado que actuando con exigencia, con compromiso, pero con un poco de paciencia se puede avanzar. Lo hemos visto en el sector educativo, en la euskaldunización de la administración o en la euskaldunización de adultos. Por tanto, creo que esa es la vía que debemos seguir.

¿Qué medidas recogerá el plan para que resulte más efectivo?

-Sin desmontar los programas que vienen de atrás en los que ha habido una inversión pública importante, como el Bikain, LanHitz o Euslan, estamos desarrollando un proceso de colaboración con empresas, sindicatos, cooperativas, asociaciones del mundo del euskera en el que estamos compartiendo las dificultades que tenemos para el avance del euskera en el mundo sociolaboral. Y sobre ese diagnóstico vamos a establecer unos objetivos y a poner en marcha nuevos planes. Nos dirigiremos a las empresas para convencerlas de las bondades de incorporar el euskera a su actividad.

¿Espera que a partir de ahora las empresas sean más ‘proactivas’?

-Hay un elemento positivo con el que contamos para esta iniciativa y es que hay algunas empresas multinacionales en este país que han apostado por el euskera en su funcionamiento interno y lo han hecho de forma natural porque son conscientes de que para que su negocio avance tiene que hablar en la lengua de sus empleados y de sus clientes potenciales. Hay multinacionales que tienen y aplican una política de gestión lingüística, ahora hay que convencer a las empresas propias de que eso es un elemento positivo.