DESDE que comenzó el día, en las calles de Bilbao comenzó a respirarse el ambiente festivo que protagonizaría toda la jornada. El color morado se hacía omnipresente en cada rincón de la Villa. Se palpaba que iba a ser un 8 de marzo diferente y con una enorme participación, ya ayer que las mujeres unieron sus fuerzas más que nunca para luchar por sus derechos.

Por las calles del Casco Viejo de la capital vizcaina se podía ver a primera hora a mujeres de todas las edades ataviadas de negro y con pelucas y pañuelos morados, anunciando su asistencia a las manifestaciones y actos a los que estaban convocadas. Una vez arrancó la marcha en la Gran Vía, el resto de avenidas acogían a menos gente de la habitual, y quienes paseaban por ellas también tenían palabras de apoyo para las que habían decidido participar activamente en las citas previstas. Desde estudiantes hasta pensionistas veían “necesaria” la huelga convocada para este 8 de marzo. “Nosotras todavía en clase tenemos que aguantar comentarios del tipo siéntate como una señorita”, explicaba ayer Lise, una joven estudiante que se acercó ayer hasta Bilbao. “Hoy hay muy buen ambiente por toda la ciudad”, aseguró junto a varias de sus compañeras.

Pero no solo había espíritu festivo, sino también “combativo”, tal y como apuntaba Catherine, una sindicalista preparada para acercarse hasta los puntos de protesta. “Es necesario que hoy también se represente a todas esas mujeres que no pueden acudir a las manifestaciones por sus malas condiciones laborales o por las responsabilidades que han asumido”, sentenciaba. Miembro de un sindicato, opinaba que había que solicitar “la intervención pública, que se creen más residencias de ancianos y que ciertas labores no recaigan tan solo en manos de mujeres”.

Un granito de arena Fue difícil ver a mujeres que no aportasen símbolos de empatía con esta jornada aunque no fuesen a participar en todos los eventos. “Es necesario que vean que aunque nos gustaría, muchas no podemos estar por diferentes motivos, pero aportamos como podemos nuestro granito de arena”, aseguraba ayer Inmaculada, una vecina de la zona de Moyúa. “Tengo a mi cargo una persona dependiente, y me encantaría acercarme, pero no puedo abandonar esta obligación”, explicó. En la misma situación de encontraba Silvia, madre de un adolescente enfermo, quien señaló que estaba viendo durante la mañana “a muchos hombres al cuidado de sus hijos”, pero el objetivo es “que perdure esto en el futuro”.

María José miraba asombrada el gran número de mujeres que recorría la Gran Vía durante la mañana de ayer en una manifestación que va camino de convertirse en histórica. “Todo el mundo está contento hoy, y el resto de calles, por lo que he podido ver, están muy paradas. Esa era la intención para así dar la importancia que merece a este día”, afirmaba con su hijo de brazos. “Hoy debemos estar todos por todos, es una jornada clave”, dijo. Las pensionistas también apoyaron la manifestación. Una de ellas, Marga, estaba “sorprendida” ante la gran participación de jóvenes, una presencia “necesaria”: “Si no nos unimos todas, no vamos a conseguiremos nada”.