LLEGA el verano y muchos creen que para los jóvenes llega un periodo de sol, playa, fiesta y vagueo. Sin embargo, hay quienes invertirán su tiempo ayudando, en diversas partes del mundo, a varios pueblos y sus sociedades. Desde Euskadi serán 100 los jóvenes que marchen a Asia, América del Sur y África a través del programa de Juventud Vasca Cooperante, que cumple 25 años. Los participantes han sido seleccionados por un tribunal formado por representantes de las ONGD vascas y gracias a estas, cuentan con información y orientación sobre los proyectos de cooperación al desarrollo en los que se integrarán durante su experiencia como cooperantes.

El pasado jueves, los primeros 38 jóvenes se dirigieron desde el aeropuerto de Loiu a Centroamérica. El objetivo del programa es sensibilizar a los jóvenes euskaldunes en acciones de cooperación al desarrollo en los países del sur y fomentar en la juventud vasca una cultura de solidaridad. Para los participantes, hacer voluntariado a través de este programa les resulta realmente sencillo ya que los gastos del programa corren a cargo del Gobierno vasco y su Dirección de Juventud dependiente del Departamento de Empleo y Políticas Sociales y la Agencia Vasca de Cooperación al Desarrollo, algo que a muchos jóvenes les ha venido realmente bien para ayudarles a llevar a cabo su ilusión de ser voluntarios en el extranjero.

Sara Exkati, de la localidad guipuzcoana de Oñati, viajará el 12 de julio hasta un pueblo cercano a Calcuta, en la India, para ayudar en una escuela a niños de entre 3 y 16 años. Según cuenta, por la mañana dará clases y por la tarde, jugará con las niñas del centro durante una hora. “Las chicas no tienen concepto de ocio o tiempo libre, entonces vamos a tener que estar con ellas, ayudándoles, haciendo juegos para que vean que ellas también se lo pueden pasar bien”, confiesa.

Es la primera vez que viaja como voluntaria pero desde que terminó sus estudios en la Universidad, siempre ha querido viajar a lugares diferentes, alejarse del “típico” modo de vida de Europa o Estados Unidos. “Quería salir a otros lugares para conocer nuevos sitios, otras realidades para así, tener otra visión del mundo, pero hasta ahora no había tenido la ocasión”, asegura. Sara sabía que lo que quería era conocer mundo, pero no tenía claro cómo materializarlo, y gracias al programa Juventud Vasca Cooperante lo ha conseguido. “Para lo que yo tenía en mente me ha venido muy bien teniendo en cuenta que ellos te buscan el proyecto y que se encargan de hacer todas las gestiones. He tenido todo hecho. A mi me lo han dado todo regalado”, confiesa divertida.

También es la primera vez que el vizcaino Jon Abando forma parte de un proyecto de voluntariado. En su caso, la ayuda la prestará a partir del día 10 de julio en Cusco, Perú, a niños quechuas. Estos niños viven en comunidades altas, lejos de la capital, donde solo tienen educación primaria por lo que para pasar a secundaria, al instituto, tienen que bajar a Cusco. “En la ciudad hay una ONG que acoge a los niños para que puedan ir al instituto. Es allí, donde junto a otros tres cooperantes, ejerceré un poco como educador social, ayudando con los deberes, organizando la vida de los pequeños mientras ellos van al instituto y luego haremos vida con ellos”, cuenta Jon.

Confiesa que para él es una oportunidad única para crecer como psicólogo infantil: “espero conocer la cultura peruana, empaparme de cómo es el país, conocer otras realidades, y sobre todo, confío en que veré cómo trabajan allí con los niños para ganar nuevos puntos de vista”.

Precursora en Mozambique

Esther Gardoki irá desde Araba hasta un pueblo de la República de Mozambique, también el día 10, a ayudar a personas que sufren epilepsia además de a mozambiqueños con problemas mentales que, como ella misma cuenta, “allí están considerados como personas endemoniadas”. Por ello, necesitan de ayuda externa para ser atendidos y para que la gente local tome con normalidad a los enfermos. “Al estar considerados seres malignos, supongo que también haremos una labor de concienciación y divulgación acerca de las enfermedades mentales”, explica.

Asegura que va “un poco a la aventura” al no tener ningún referente en el proyecto, ya que es la primera vez que el programa de Juventud Vasca Cooperante se acerca a la República de Mozambique. “No sé donde vamos a estar, no sé si trabajamos con poblados de al lado ni si tenemos cerca un centro médico. Lo que sabemos es que vamos a ayudar, que al final es lo que importa”, confiesa.

Esther es fisioterapeuta, por lo que intuye que ella trabajará en el tratamiento de los enfermos, mientras que su compañera de beca, que es trabajadora social, podrá ejercer en atención familiar y vecinal. Aun así, Esther asegura que ella no va a trabajar sino a “ayudar en todo lo que digan”. No espera nada ya que, “si vas con cierta idea, luego quizás tengas un bajón innecesario”. “No voy con ninguna expectativa a gran escala, voy con la mente abierta y con muchas ganas de ayudar”, sentencia.

Esther conoció el programa de Juventud Vasca Cooperante a través de compañeras que participaron en la beca y sus historias y vivencias consiguieron que se interesara por el programa. Con ella, Jon y Sara ya son cerca de 2.200 los jóvenes que han formado parte, desde 1993, en este proyecto de carácter educativo, social e incluso sanitario que entre muchas otras cosas, desarrolla labores educativas y de organización. Pero que sobre todo, tiene como fin ayudar.