BILBAO - Pertenece a la generación que se licenció en la primera promoción de Informática por la Universidad de Deusto en 1980 con igualdad de número entre hombres y mujeres en aquellas cinco aulas. Con buenas dotes para las matemáticas, su elección primera fue la carrera de Empresariales aunque se decantó por la Ingeniería Informática porque como buenos pioneros, percibieron que el futuro estaba abierto y “nadie te podía asesorar, luego nadie te lo podía negar y los estereotipos desaparecían”. Desde hace 11 años dirige la empresa Deusto Sistemas tras una carrera profesional que la llevó a una acería y a una multinacional donde, ya siendo madre, vivió los momentos más duros de una profesión donde las mujeres consiguen ser jefas de proyectos pero no alcanzan los puestos de dirección. “Cuantas más seamos -señala-, habrá más demanda de políticas de conciliación que nos permita no tener que renunciar”.

¿Quién le animó a hacer la carrera?

-Nadie, fui muy libre en mi casa.

¿Percibió en su entorno familiar o social que alguien pensaba “a ver hasta dónde llega”?

-No, en aquel momento no se pensaba en esas cosas. Nuestros padres querían que saliéramos adelante, que estudiáramos pero no éramos conscientes de lo que iba a ser el futuro de la profesión. En el colegio sentí el apoyo con la ayuda a través de becas pero no sentí nunca que alguien pensara que no podía, nadie dudó. No había cortapisas pero había algo que te frenaba para hacer una carrera superior. Conozco mujeres de mi época que tenían que estudiar una carrera media, probablemente motivadas por la obligación de casarse y tener hijos y por ello, no poder mantener la carrera profesional.

Mientras estudió fue libre. ¿Y después?

-Cuando empiezas a trabajar es otra cosa, entras en un mundo de hombres. En aquel momento no había paro en el área y comenzar a trabajar no era importante, lo hice muy pronto, antes de terminar la carrera; estuve 15 años en Tubos Reunidos, una empresa industrial. Llegué con 23 años y un día mi jefe me dijo: “No te puedo poner de responsable de las aplicaciones porque tienes que bajar a la fábrica, allí todo son obreros”. Así que llevé las aplicaciones del área financiera y del área de recursos humanos en el departamento de Informática. Fue la primera vez que sentí que por mi condición de mujer no iban a darme algo. Con unos 35 años, llegué al Grupo Accenture. Aprendí muchísimo, te coloca en el mundo, pero la conciliación familiar fue durísima. Yo ya tenía dos hijas de 4 y 9 años. Las multinacionales se nutren de gente joven pero en el caso de ellas llega un momento en el que hay que elegir: o sigo o no sigo.

¿Realmente hay que elegir? ¿No existe cierta inercia?

-No entiendo mucho esa obligación de cogerte cosas porque sí. Hasta el momento en que, por ejemplo, las bajas de maternidad no sean igualitarias y obligatorias, las mujeres seguiremos discriminadas. Curiosamente, lo que parece una ventaja se convierte profesionalmente en una desventaja.

¿En su área es más acusado?

-En este ámbito se puede hacer mucho desde casa, no necesitas estar físicamente en el centro de trabajo, se podría hacer mucho si quisiéramos.

¿Por qué cree que están bajando las matriculaciones de mujeres en su profesión?

-Porque antes no existía el estereotipo y ahora sí. Las profesiones en la sociedad tienen caché o prestigio o no lo tienen. Hay muchísima información alrededor y al final los mensajes van calando: “¿Ingeniera? Con las horas que trabajan y luego, ¿cómo vas a ser madre?”. La educación en el colegio es fundamental, al igual que la familia a la hora de elegir y lo mismo el entorno que actualmente suele tender a colocarte en tu sitio.

¿Hay pocos referentes femeninos en su ámbito?

-Las dos últimas presidentas de Microsoft son mujeres. Hay referentes pero, ¿cuántas? Muy pocas. Los puestos de dirección pertenecen a los hombres y las relaciones son con el ámbito masculino. De hecho, he entendido mucho de fútbol porque me leía las páginas deportivas para hablar con ellos. Que los hombres hicieran lo contrario era impensable.

Son pocas pero paradójicamente las que llegan tienen éxito?

-Pero solo nos fijamos en las mujeres que son muy brillantes y han llegado lejos. ¿Por qué? La igualdad llegará cuando un montón de mujeres mediocres lleguen a los mismos puestos a los que han llegado el mismo montón de hombres mediocres.

¿Cree que responde a la necesidad de demostrar algo?

-Absolutamente y ese es el error. Pasamos del techo de cristal al suelo pegajoso, esa presión respecto a las tareas de la casa o cuidado de los hijos; eso está desde que naces y no eres consciente. Todas las mujeres decimos “esto existe pero yo no lo he notado”, o realmente no nos hemos enterado o no queremos enterarnos.

¿Qué bueno le ha dado la Ingeniería informática? Venda su área.

-Vuelvo a la idea de que he sido muy libre: he vivido bien, he conocido muchas gentes, he viajado mucho. En definitiva, he hecho lo que quería. Cuando hacemos contrataciones, no nos encontramos con mujeres y hay clientes que te piden un perfil femenino y es un perfil necesario. Es una profesión donde las mujeres tienen muchísima cabida por habilidades personales como la lógica, el orden, mente bien estructurada por ejemplo para programar. Si hablamos de habilidades personales, es una buena carrera.