Bilbao - El Departamento de Salud ha puesto en marcha una línea específica de su programa Paziente Bizia-Paciente Activo, dirigida a la comunidad gitana en Euskadi. La razón de este plan diferenciado es la necesidad de mejorar la salud de este colectivo cuya esperanza de vida está entre diez y veinte años por debajo del resto de la población vasca. Según explicó ayer Jon Darpón, consejero de Salud, tenemos que “avanzar en el objetivo de reducir las desigualdades sociales, que también existen en el ámbito de la salud”.

“No podemos permitir que la esperanza de vida de las personas gitanas se sitúe en torno a los 60 años, cuando en el conjunto de la población en Euskadi ronda los 85 años entre las féminas y los 80 entre los varones”, aseguró el consejero, quien explicó que por ello su Departamento busca “la colaboración y la complicidad” de la comunidad gitana.

En este sentido, una treintena de mujeres gitanas se han formado como monitoras para trasladar la importancia de cambiar hábitos alimenticios y la necesidad de hacer ejercicio entre este colectivo. Darpón se reunió ayer en el centro Txara de Donostia con estas mujeres. Darpón explicó que el colectivo gitano hace una vida más sedentaria, consume más grasas y más sal y también participa menos en programas como el cribado del cáncer de colon. Esto hace que la incidencia de la diabetes, la hipercolesterolemia, la hipertensión o la obesidad sea mayor y la mortalidad por incidencias cardiovasculares sea más temprana.

Las monitoras en salud forman parte de la línea específica destinada a la etnia gitana, constituida en Euskadi por unas 14.000 personas, que ha puesto en marcha el Departamento de Salud dentro del programa genérico Paciente Activo que busca “empoderar” a personas que padecen enfermedades crónicas mediante talleres en los que se le forma en salud para que posteriormente transmiten los conocimientos adquiridos al colectivo al que pertenecen.

“Nos tenemos que cuidar. ¡Quién no quiere llegar a los 85!”, señaló ayer Victoria Jiménez, una de las monitoras asistentes a los talleres que reconoció que en su casa ya ha puesto en marcha nuevas pautas, entre las que están lno tomar refrescos azucarados, comer más verdura, más pescado y cenar poco. La nueva monitora de salud reconoció que los gitanos “no hacen deporte” y tienen costumbres “que llevan desde muy atrás”.

“No se puede cambiar de un día para otro, pero un gitano puede decir a otro gitano lo que debe hacer porque tenemos nuestras claves y nos entendemos”, señaló Jiménez. - Efe/E. P.