bilbao - Un tercio de los pacientes anticoagulados no está bien controlado, lo que implica un mayor riesgo de sufrir un ictus, o una hemorragia, según denuncian los cardiólogos. Y es que el Sintrom, el anticoagulante oral por excelencia pensado para prevenir, entre otras cosas, trombosis, embolias e infartos, presenta serias contraindicaciones y conlleva la necesidad de realizar controles periódicos.
El paciente debe acudir a revisiones a las unidades médicas porque la sensibilidad de cada enfermo al tratamiento cambia. La dosis es individualizada por la composición genética que tiene cada paciente y además se ve interferida por múltiples causas como cambios en la dieta, modificaciones de la flora intestinal debidas a una diarrea o por el aporte de más vitamina K a través de la alimentación. Todo ello influye en el medicamento y en su eficacia.
La fibrilación auricular que afecta al 4,4% de la población mayor de 40 años y al 17,7% de los mayores de 80 suele ser la arritmia clásica que obliga a tomar el popular Sintrom. Se trata de la arritmia más frecuente que puede formar un trombo que se aloje en el cerebro causando un infarto cerebral.
Aunque muy eficaz, el fármaco ofrece unos niveles de anticoagulación variables. Además el Sintrom ofrece peligrosas interacciones, ya que puede perder su efecto en combinación con muchos otros medicamentos, como antiinflamatorios, antidepresivos o antibióticos.
Actualmente otros anticoagulantes están tomando el relevo del viejo fármaco. Pero la crisis ha retrasado su penetración por su mayor coste económico. Sin embargo, todavía no se ha medido el coste-efectividd real ya que la utilización de Sintrom lleva aparejado análisis de sangre, desplazamientos de pacientes, más personal y complicaciones que requieren hospitalización, mientras que las nuevas terapias no necesitan ese control pormenorizado. - C. Lago