Bilbao - ¿Cómo se entiende la virginidad en el siglo XXI? Atrás quedaron para la mayor parte de la sociedad vasca los tiempos en los que himen era sinónimo de virginidad y que esta había de conservarse hasta el matrimonio. Joserra Landarroitajauregi, sexólogo de la clínica Biko Arloak de Bilbao, analiza los diferentes tipos de virginidades y cómo se podría repensar esta como valor desde la posposición y no como la antigua renuncia prescriptiva.

Empezando por lo básico, ¿qué es la virginidad?

-Simplificando, porque este es un tema muy complejo, la virginidad es la primera vez que se experimenta algo desconocido hasta ese momento. Normalmente se suele ligar a las prácticas penetrativas y, concretamente, al coito. Pero yo no entiendo la virginidad de esa manera, en mayúsculas, sino en minúsculas y en plural. Es decir, que hay virginidad hacia el coito y la penetración anal, pero también hacia el beso, las caricias, las felaciones, el cunnilingus, etc. Y cada una de esas virginidades es tan importante como la importancia que cada uno le quiera dar. Al fin y al cabo, cada primera vez supone un hecho de transición, un salto simbólico, no bestial, pero sí considerable.

Es decir, que la virginidad es subjetiva. ¿Por qué entonces se suele singularizar y mezclar con la negación de todas las conductas eróticas?

-Porque todavía somos una sociedad religiosa y, entonces, lo primero que nos viene a la cabeza es la virginidad judeocristiana; es decir, esa idea de renuncia a toda relación erótica hasta el matrimonio y, en el caso de la virgen divinizada, ni siquiera entonces. Pero este enfoque es una estupidez y a día de hoy, insostenible.

¿Por qué?

-Por una parte, porque ese modelo de entender la virginidad como una prescripción y renuncia hasta el matrimonio ha sido un gran mecanismo de control social sobre la intimidad -principalmente, en el caso de la mujer- que ya es imperdonable. Pero sobre todo por la posposición del matrimonio. Esta hace que la renuncia hasta la noche de bodas se desmorone por sí sola, porque no es lo mismo controlar y que una joven se controle hasta los 12 o 15 años, como sucedía antes, que hasta los 28, como ocurre ahora. Y eso si llega a casarse, claro.

¿A qué edad se pierde la virginidad en cuanto a la penetración en Euskadi?

-Frente a lo que la sociedad piensa, más tarde que antes. Según los datos que yo manejo, el 35% de personas tienen la primera relación erótica penetrativa antes de los 18 años; un 50%, entre los 18 y 21, y el 15% restante, a partir de los 21. En cambio, en tiempos de los romanos se perdía a las 12 años y la Virgen María quedó embarazada a los 14. Y no, María, por mucho que digan, no era virgen.

¿Y cómo es que ha llegado esa idea hasta día de hoy?

-Porque aunque no fuera virgen, San Agustín, allá por el siglo IV, se obsesionó con que la madre de Jesús no podía haber conferido al hijo de Dios mediante un acto que produce mácula. E insistió e insistió hasta que la gente le dio pábulo y la Iglesia terminó decidiendo que había que considerar a María como una virgen. No obstante, este enfoque no nos ha hecho ningún bien ni a los religiosos ni a los laicos, por lo que desde esta perspectiva no hay por donde salvar la idea de la virginidad. Por tanto, hay que repensar el concepto para poder llegar a entenderlo como un valor y no como una prescripción.

¿Cómo se podría llegar a entender como un valor?

-La virginidad se puede ver de dos maneras: como una renuncia, ya sea hasta el matrimonio o para siempre, o como una posposición. Son dos actitudes diferentes, porque la primera niega toda relación erótica de manera temporal o definitiva, mientras que la segunda no renuncia pero sí que espera a que se den unas condiciones que le parezcan adecuadas. Y como ya he señalado al principio, no hablo solo de la penetración, sino de cualquier conducta, porque para todo hay una primera vez: para cogerse de la mano, para la primera cita, para decir una cosa grosera, para meterse el dedo en el culo, etc.

¿Cuáles serían los beneficios de entender la virginidad como una posposición?

-Para empezar, que las primeras veces se den en circunstancias mejores. En Euskadi ocurre mucho que el primer beso se da en condiciones muy cutres, como estando detrás de una txosna oliendo a orines. También los vascos tenemos muchas primeras veces de todo tipo en relación con las fiestas, el alcohol y las despedidas. Es muy probable que la primera vez que un vasco realice el coito, una penetración anal o cualquier otra práctica erótica ocurra más tarde de las tres de la mañana y con unos niveles de alcohol y otras sustancias en sangre por encima de lo que te permitirían conducir.

Y usted propone posponer esas primeras veces.

-Así es, porque son condiciones poco propicias y es tan fácil como que los mismos jugadores se convoquen al día siguiente para jugar en mejores circunstancias. Pero tampoco hay que llegar al extremo opuesto y ser demasiado idealistas. Poner unas condiciones demasiado difíciles de cumplir termina frustrándonos, ya sea porque nunca llega esa situación idílica o porque, de llegar, no ocurre como lo hemos esperado.

¿Qué más beneficios conllevaría este enfoque?

-En segundo lugar, los vascos en particular nos dejamos arrastrar por el momento para no responsabilizarnos de él. Yo propongo absolutamente lo contrario: no es que uno imbuido de unas fuerzas que no controlaba haga una cosa, sino que esta persona, deseando hacerlo y queriendo hacerlo, lo haga.

¿Y el último?

-Aprender a ser buenos amantes. En esta sociedad todavía consideramos que la relación erótica completa es el coito, cuando no lo es, porque hay muchas otras formas de disfrutar. Posponer esta práctica nos permite investigar, probar, disfrutar y perfeccionar todo ese amplio abanico de posibilidades para sacarle gusto a todas las formas y rincones. De esta manera se consiguen más recursos, que es lo que al final hace a un buen amante con el tiempo. Eso no quiere decir que si se empieza a practicar pronto la penetración los otros caminos queden vedados, pero desgraciadamente la mayor parte de las veces así resulta ser, lo que termina derivando en amantes incompetentes. Es como con la educación: cuantas más ramas pruebes y más tiempo le dediques a formarte, serás una persona más formada. En este caso, como amante.