Bilbao - Nada más simple que hacer un favor? Y nada más difícil. Debemos aprender a pedir y a conceder. Pero también que no siempre es posible que satisfagan nuestras demandas, y que cuando eso ocurre, está de más tomárselo como ofensa o desplante. Del mismo modo, aunque los auténticos favores no esperan contrapartida, nunca sobra mostrar una cierta gratitud.

J. V.: Hoy por ti y mañana por mi. Aunque hay quienes lo cambian por “Hoy por mí, y mañana, también”.

-I. Q.: Pues eso creo yo. Suelo decir que la vida es larga y que, salvando los momentos en los que precisamos intimidad, algo de lo que hablamos la semana pasada, vale mucho la pena recorrerla en compañía. Lo segundo que dices también creo que es así y no solo eso, sino que hay personas que únicamente se acuerdan de ti cuando necesitan algo. Ya puedes pasar por los malos trances que pases, que no se acordarán de ti, pero cuando necesitan algo, el abordaje es seguro.

J. V.: En todo caso, un auténtico favor lo es si se hace sin esperar contrapartida.

-I. Q.: Sí, lo demás se podría considerar como un préstamo o una venta a plazos con intereses, pero no un favor. Además, si lo miras con detenimiento, es tan fácil dedicar un poco de tu tiempo a facilitar las cosas a otras personas, que parece mentira que haya gente que no lo contemple en su código de conducta diario, salvo que se quede con la idea de que tiene derecho a exigir contrapartidas.

J. V.: Decía en la pregunta anterior que no hay que esperar recompensa, pero, hombre, qué menos que un “Gracias”.

-I. Q.: Eso es cortesía, y la verdad es que gusta escucharlo, pero a veces, es mucho más importante trasladar lo que aprendes de la generosidad de otros a personas en apuros. Esa es una extraordinaria manera de agradecer un favor y de devolverlo. Entre mis recuerdos más intensos, está un episodio en el que alguien me hacía un favor, y cuando le pregunté cómo podría agradecérselo me dijo: “Si quieres darme las gracias no olvides de obrar igual ante personas en apuros”. También, y por desgracia más frecuentemente, tengo lo contrario, personas a las que les haces un favor y que te acuchillan sin piedad y con saña en cuanto pueden.

J. V.: Los hay y las hay que piden como si estuvieran dando. Y ahí nos falta poner la imagen de Julio Iglesias y la leyenda “Y lo sabes”.

-I. Q.: Pues sí, le echan bastante cara, y se salen siempre con la suya. Lo malo de estas personas es que a fuerza de ganar siempre por la generosidad de los demás, se creen que tienen derecho a lo que reciben y el resto el deber de asistirles. Y lo exigen a la primera ocasión que les surja.

J. V.- Están también los que te conceden algo y se pasan la vida recordándotelo.

-I. Q.: Pues sí. A esas personas casi dan ganas de devolverles lo que te han prestado con un módico interés, para que te dejen en paz. Es una pena que haya personas así que, además, no se suelen prodigar a la hora de dar, y te recuerdan siempre el mismo favor. Los que rizan el rizo se aferran a la misma ocasión en la que no han sido correspondidos para justificar que no hacen favores.

J. V.: Al pedir, debemos tener claro que nos lo pueden negar? Y en la mayoría de las ocasiones, no deberíamos tomarlo a mal.

-I. Q.: Pues eso creo yo. Cuando pides algo, estás convocando la solidaridad y la generosidad de una persona, también su tiempo. Puede ocurrir que pidas algo en un momento en el que ayudarte no es posible, o no es conveniente. Tomarlo a mal ya cambia lo que es pedir un favor, con exigir algo que solo te interesa a ti.

J. V.: ¿Qué hacemos cuando alguien nos pide algo que no está en nuestra mano?

-I. Q.: Pues decirlo. Eso no quita que debamos tratar, en la medida de lo posible, de ayudar a esta persona en aquello que nos pide y/o acompañarle en el proceso de búsqueda de una solución. Más ya no se puede hacer.

J. V.: Un pensamiento para que desarrolles? o desmientas. Hay veces que el verdadero favor consiste en no dar lo que nos piden. (Un ejemplo tonto: cuando alguien con una enfermedad pulmonar grave nos pide un cigarrillo)

-I. Q.: Yo estoy de acuerdo. Es un flaco favor proporcionar a alguien algo que le resulta muy perjudicial. Lo que ocurre es que entre personas adultas convertirse en una especie de tutor de un amigo, no queda bien. Esto es posible cuando se dice con claridad, y de forma amable una vez, aclarando que no se quiere volver a hablar del tema.

J. V.: Para terminar, te pregunto por esos favores, esos extras, que uno hace y acaban convirtiéndose en obligación para quien se beneficia de ellos.

-I. Q.: Pues esos favores extras han hecho a los que se creen con el derecho de imponer un favor a llegar hasta a la agresión. Esta es una pauta de conducta muy humana. Cuando conseguimos una posición de ventaja, nos creamos con derecho a ella o no, está claro que no nos gusta perderla. Y cuando nos vemos en situación de perder esa posición de ventaja, nos resistimos. Algunos con mala cara y otros con muy mala uva.