Mujeres entre viñedos y bodegas
Una generación de mujeres ha irrumpido con fuerza y sin complejos en el históricamente masculino mundo del vino. DEIA ha hablado con cuatro enólogas de Rioja Alavesa que nos relatan su trabajo en el día a día de la viña y la bodega
SER bodeguera es otra forma de vida; es un mundo que engancha”, dice sonriente Gloria Santamaría,alma máter de Pagos de Leza. Su bodega se remonta a 1898 cuando Jerónimo Martínez, El Arriero, su bisabuelo, inicio la comercialización de los vinos elaborados en la cueva de su casa, en Laguardia. Fue bajo la dirección de una de sus hijas, Lucía, y su marido, Gregorio Santamaría, cuando surge su actual nombre. A ellos les tocó vivir una auténtica transformación en la empresa con: incremento del número de viñas, nuevas instalaciones... La tradición familiar la mantuvo uno de sus hijos, Ángel, quien transmitió el amor por el mundo del vino y la bodega a su hija Gloria. Bodegas Santamaría López no ha dejado de crecer, adaptándose a los nuevos tiempos; y sin perder de vista la evolución que está experimentando la comarca, actualmente trabaja en un proyecto de enoturismo. “Empecé en el mundo del vino en el 87 con 24 años. Habiendo dos varones en la familia no me correspondía tomar las riendas de la bodega, pero mi caso es la excepción que confirma la regla”, dice Gloria. Aunque convivió desde niña con las viñas sus pasos profesionales se dirigían hacia otros derroteros. “Me fui a estudiar a Madrid, pero tras una promesa que le hice a mi padre volví; todo lo que sabía del vino era por los libros”, así que se formó en enología y Dirección de empresas y cada dos años hace su propio reciclaje laboral. A sus 52 años, más de la mitad de su vida laboral está vinculada al mundo del vino. Aunque su padre falleció hace 14 años le vio al frente de Pagos de Leza, que es relativamente nueva. “Él empezó con Bodegas Alavesas de Samaniego, como bodeguero, aunque fuera viticultor toda su vida”, explica. “Luego continuó con sus bodeguitas que fue donde entré yo en el 87. Lo hice con la marca Solar Viejo. De ella pasé a montar una bodega para una capacidad de 150.000 litros”. Su padre cayó enfermo en el 89 y, aunque colaboró conmigo dos o tres años organicé la bodega nueva y en 94 realizamos la siguiente ampliación. “Solar Viejo la vendimos a Freixenet porque veía que la cantidad/calidad se rompía; no guardaba el equilibrio. Además hacía tiempo que tenía puesto los ojos en Pagos de Leza, un proyecto donde se cuida la calidad del producto y muy enfocada al enoturismo”, explica Gloria, quien intenta instalar en la zona el modelo californiano de las bodegas Napa Walley. “El enoturismo lo trabajamos duro”. ¿Que aportan las mujeres al mundo del vino? “Al margen de constancia e imaginación, imprimen elegancia”, añade Gloria, en plena coincidencia con la también enóloga Loli Casado.
de familia Hija, nieta y mujer de bodegueros, a Loli Casado le gusta su mundo, en el que se ha hecho un hueco con sus vinos de nombre barojiano. Nació hace cincuenta años en Lapuebla de Labarca, donde habita con su marido y sus dos hijos de 24 y 16 años. Enfermera y enóloga, vive del vino y para el vino en su bodega Loli Casado, la primera con nombre de mujer.
Expresidenta de ABRA (Asociación de Bodegas de Rioja Alavesa) considera que la presencia de la mujer en en este entorno aún es limitada, aunque en Rioja Alavesa, donde todavía persiste la bodega familiar con gran arraigo, sí es frecuente el trabajo en común de mujeres y hombres.
Viviendo desde la cuna el mundo bodeguero ¿por qué se hizo enfermera? “Es algo vocacional”. Durante más de 17 años compaginó su trabajo en el mundo sanitario con el de la bodega. Sin embargo fue en 2000, al jubilarse su padre, cuando tomó la responsabilidad y la dedicación exclusiva por la bodega, con nuevos proyectos, innovaciones tecnológicas... en este mundo “que se vive a tope y te engancha”, subraya Loli Casado.
Sus vinos tienen nombres barojianos: Jaun de Alzate, Polus... Jaun de Alzate es un nombre sonoro y con mucha personalidad, como el vino al que pone nombre desde el año 1982, y que tiene que ver con Baroja, porque en su novela se resuelven ciertos pasajes alrededor del vino. Polus está sacado del mismo texto por ser el nombre del propietario de una taberna frecuentada por Jaun de Alzate.
Al igual que Santamaría, reconoce que el reciclaje en este mundo es permanente, consciente de que para sobrevivir frente a las grandes productoras, las medianas deben ofrecer calidad desde la tierra y sus viñedos, en la elaboración y especialización y en la comercialización, enfocando a mercados menos extensos pero que saben reconocer la dedicación y la personalidad de un buen caldo.
“Los vinos de Rioja Alavesa son muy buenos gracias al esfuerzo constante que hicieron nuestros padres, nuestros abuelos, que son quienes han mantenido el terreno. Además supieron transmitir a las generaciones siguientes que el vino es cultura”.
Considera que la llegada de los grandes arquitectos (Gehry, Moneo...) que han convertido muchas bodegas en monumentos ha sido positivo, “porque el vino es cultura y la entrada de grandes proyectos en este mundo es un modo de interrelacionar arte, técnica y cultura, y de acercar públicos de unos sectores a otros menos conocidos. Creo que es bueno y muy beneficioso porque unos aspectos se enriquecen con otros”, subraya.
El próximo reto para Loli Casado, que fue la primera mujer presidenta de ABRA, es potenciar la exportación. “Aumentar las ventas en el exterior, manteniéndonos bien aquí y seguir produciendo novedades”.
Recién cumplidos los 40 años, Nagore Etxebarriarteun, madre de dos hijos de 9 y 5 años, es la cara visible de García de Olano, una bodega familiar situada en Páganos, en pleno corazón de Rioja Alavesa. De Arrasate entró en el mundo del vino al casarse con un socio de la bodega. “Él tenía esto y yo trabajaba en Caja Laboral; la bodega empezó a crecer y era demasiado para los hermanos. Así que me ofrecieron trabajar con ellos llevándoles el tema comercial y la administración. Al final me decidí y dejé mi empleo. Estudié enología y aquí llevo ya diez años”. Reconoce que cuando empezó el trabajo se le hizo un poco difícil, “porque lo desconocía todo. Comencé a aprender desde abajo y luego el día a día te va enseñando; es un mundo muy atractivo, pero también muy complicado. Porque tu producción depende de la uva y ésta del cielo. Además, no es tan fácil vender vino. Estamos muchos elaboradores y cuesta dar a conocer el producto”, reconoce.
Con 45 hectáreas de viñedo propio, anualmente elabora alrededor de 250.000 botellas entre sus ocho variedades de vinos: un blanco y siete tintos. En García de Olano se distinguen dos líneas de producto, vinos tradicionales de Rioja y vinos más singulares y modernos, pero todos ellos con el mismo denominador común: la calidad. Actualmente la bodega comercializa sus vinos tanto en el mercado estatal como internacional, estando presentes en más de 18 países.
externalización En bodegas García Olano no compran nada de uva, todo es producción propia. El próximo reto que se han marcado es la externalización. “Ahora vendemos sobre todo a nivel estatal, y el 15% lo exportamos principalmente en Europa, Corea, China, Nueva Zelanda... países que son un reto para nosotros”, añade Nagore con satisfacción, mientras se refiere a que cada vez existe una mayor cultura del vino. ¿El problema? “La gente va mucho a las marcas y hay que rebajar ese marquismo. Tenemos en Rioja Alavesa vinos buenísimos que no son tan conocidos, pero que son mejores que los que tienen gran nombre. Es un handicap para las pequeñas bodegas. Sin tener grandes firmas tenemos vinos de superior calidad; luchar contra el marquismo es difícil, pero tiene que ser nuestro objetivo”, remacha.
A sus 31 años Itxaso Compañon Arrieta, madre de una niña y embarazada de un niño, es agricultora y elabora vino en Lanciego, porque decir que es “bodeguera” le suena a tener yate, estatus social; sus sueños van otros derroteros. Ella es propietaria de unas viñas, así que es agricultora. “Quiero ser feliz, esa es mi meta”. Lo cierto es que posee Compañón Arrieta que ha cumplido 35 años. La creó su abuelo con su padre y con su tío, cinco años antes de que ella naciera.
Itxaso tiene alma de artista. Hace cinco años estaba estudiando producción cinematográfica en Barcelona, pero al fallecer su aita de cáncer decidió volver a casa. Viendo por entonces las viñas dejó Barcelona para tirar adelante en Rioja Alavesa. Hoy tiene diez hectáreas de viñas. Su hermano que ha estudiado “dos módulos de Hazi de Vitivinicultura y Enología” (se imparte en Laguardia) se ha incorporado al trabajo en la bodega, al igual que su marido, que tenía una pequeña explotación vitícola. “Hemos rehecho toda la bodega y estamos satisfechos con el resultado”, apunta con orgullo esta joven que aún tiene que escuchar “mira esa chica cómo conduce el tractor. Me indigna que en el siglo XXI se piensan esas cosas. ¿En qué mundo estamos?”, exclama.
En un principio Itxaso continuó con las tareas de su padre: hacer el vino a granel y vendérselo a Barón de Ley, a Coto y a otras bodegas. Pero posteriormente decidió hacer una potente inversión y ver qué pasaba. “Nadie se imagina lo que cuesta producir”, recalca. Además ella elabora vino ecológico, que por estos lares aún no está del todo reconocido.
Paradojas de la vida, dice, “aquí lo consideran un vino caro y malo; mientras que al exportarlo nos comentan todo lo contrario: es barato y de una calidad excelente. Es nuestra apuesta y estamos felices”, apostilla. La mujer ha entrado en la bodega y su esencia ha llegado para quedarse.
Más en Sociedad
-
Aagesen se reúne con su homóloga portuguesa para abordar la crisis del apagón
-
Condenado a siete meses de cárcel por alquilar una casa sin contar con los otros copropietarios
-
El Estado alcanza su mejor puesto en el ranking mundial de la libertad de prensa de RSF
-
El apagón dispara los niveles de estrés y ansiedad en una parte de la población