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Teresa de Zavaleta: “Tenemos una responsabilidad en relación al euskera y Euskal Herria”

Arrecifeña de 50 años, Teresa de Zavaleta es docente y lleva una vida impregnada de euskera y cultura vasca. Conjuga una capacidad asombrosa de trabajo y preside Euskaltzaleak de Buenos Aires

Teresa de Zavaleta: “Tenemos una responsabilidad en relación al euskera y Euskal Herria”Euskalkultura.com

Donostia - Estudió Historia y Psicología Social y en su vida civil es docente de Historia -su otra pasión- en una escuela pública secundaria. Descendiente de dos y tres generaciones atrás de Gipuzkoa, Nafarroa e Iparralde, Teresa de Zavaleta es, aunque no le resulte fácil reconocerlo, toda una institución en Argentina. Por sus manos de irakasle han pasado muchos cientos de alumnos, que dan fe de sus activos: ganas, interés, conocimiento, preparación continua y un entusiasmo motivador y contagioso.

Nace casi con traje de dantzari.

-En mi casa lo vasco estuvo presente desde siempre. Eran gente de trabajo y tesón, de empeño, y lo tenían a gala. A los 3 años ya me llevaban al Centro Vasco de Arrecifes y he sido dantzari durante toda mi vida. Un vasco nacido en Euskal Herria, don Lucio Echániz, me transmitió en particular el amor por lo vasco y la patria vasca, un amor romántico y mitológico diría yo, que fue evolucionando con la lectura y la experiencia propia.

Funda el grupo Ugarritzak, que toma el testigo en la rica tradición dantzari arrecifeña.

-Se produjo un cambio en el Euskaldunak Denak Bat de Arrecifes y en 1989 entra por primera vez una mujer como presidenta, Alicia Azarola. Yo tenía 23 o 24 años. Hacíamos una revista, Ugarritzak -miramos en un diccionario cómo se decía arrecife en euskera, ugarritza, y de ahí salió el nombre- e iniciamos así el grupo de baile, que hoy sigue siendo uno de los grupos señeros en Argentina. Yo pensaba que bailar no era suficiente y quería hacer los ensayos en euskera, de modo que cuando en 1990 se propuso el barnetegi de Macachín, allá fui y me entusiasmé con el grupo de profesoras.

Macachín marcó el inicio de una trayectoria en relación al euskera.

-Así es. En mi caso, a los dos años pude viajar por primera vez a un barnetegi en Euskal Herria, a Lazkao, y aquello me marcó y me abrió horizontes. Siempre he valorado a la gente que te explica los entresijos de las palabras, y cómo estas se resignifican cuando encuentras a alguien que se toma el trabajo de explicártelas. He ido cuatro veces a Euskal Herria, a Lazkao, a profundizarme en el euskera y me siento agradecida a la gentecon la que pude aprender y practicar la lengua y la cultura.

Es usted docente de historia.

-Desde 1992. Me gusta mucho trabajar con adolescentes. Imparto clases en el colegio Manuel Belgrano, un centro público municipal. Doy clases de Historia argentina, medieval y americana, desde primero hasta quinto.

¿Cómo presentaría Euskaltzaleak?

-Es desde 1944 un euskaltegi, una escuela de euskera en el corazón de Buenos Aires. Pero es además un espacio abierto, activo y participativo en el que nos juntamos y convivimos gentes diversas a las que une el interés y la sed en relación al euskera. El euskera y la cultura vasca están presentes en todas nuestras actividades. Organizamos múltiples actividades culturales y de ocio en esa clave, desde un coro hasta talleres de alboka, txalaparta, danzas, charlas culturales, cine contemporáneo... Recibimos a gente de Euskadi a su paso por Buenos Aires. Tenemos un plantel de ocho profesoras para los diferentes niveles de euskera, de las que siete son argentinas euskaldunes y una de Euskal Herria. Euskaltzaleak es equipo, una gran familia unida por el cariño y compromiso con el euskera.

En 25 años ha impartido usted clases, en Euskaltzaleak, en barnetegis... ¿De qué está más orgullosa?

-No lo sé, quizás de haber iniciado las clases de euskera y cultura en una institución como el colegio Euskal Echea en Sarandí y Lavallol, como semillero entre escolares; o de las clases on line, y del ofrecimiento con FEVA de clases de gratuitas a las euskal etxeas del país o de fuera que no cuentan con clases presenciales. O de escuchar hablar euskera a gente como, por ejemplo, a Anabel Jaureguiberry, que acaba de sacar el primer perfil y que partió de cero en Euskaltzaleak.

¿Pensó alguna vez en quedarse a vivir en Euskal Herria?

-Quizás en algún momento, con 25 o 26 años. Tengo muy buenos amigos y mis antepasados son de allá, pero yo soy argentina y me gusta explicar historia a mis adolescentes argentinos y tender puentes y ayudar a Euskal Herria desde acá. Creo que en eso, en ayudar al euskera y a Euskal Herria tenemos un rol en la Diáspora, una responsabilidad.