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Marcial Agostini : “Siento que necesito el euskera para no perderme cosas importantes”

A sus 27 años, físicamente ha estado tres veces en Euskadi, pero nació y creció en una ciudad argentina, Necochea, que porta lo vasco hasta el nombre. Marcial Agostini Zubillaga es vasco y argentino, tanto monta, y lo vive con naturalidad

Marcial Agostini : “Siento que necesito el euskera para no perderme cosas importantes”

Donostia - Localizamos a Marcial Agostini en La Plata, en cuya universidad estudia Ingeniería Eléctrica. Sabemos de él de verle en semanas vascas, como dantzari integrante del grupo Gazte Alai de Necochea, hasta coincidimos una vez en el barnetegi de Zornotza, cuando ganaba enteros en su conocimiento del euskera. Marcial nació en una familia euskaldun y sus abuelos maternos -Francisco y Barbari Zubillaga, errenteriarra y hernaniarra- fueron referentes de aquella generación pilar de la euskal etxea necochense, que este año celebra su septuagésimo cumpleaños. Por parte de padre, nuestro interlocutor porta origen italiano, si bien la influencia transalpina que retiene se evidencia más bien en la forma de ser y de reunirse con su familia paterna, sin integrarse formalmente en la colectividad italiana organizada, presente también en Necochea. Mientras, como vasco, es miembro y partícipe de la euskal etxea necochense y de su colectividad vasca, en la que destaca como innovador y transformador del programa Hator Hona, “organizado por jóvenes para jóvenes”, a través del cual un puñado de jóvenes de Euskal Herria viaja cada año a Argentina para compartir en talleres con sus pares argentinos su experiencia y conocimientos de la cultura y la realidad vascas.

¿Acertamos si decimos que usted nació y se crió en Euzko Etxea de Necochea?

-Plenamente. Nací en Necochea y me he mudado varias veces. Ahora mismo vivo, por estudios, en La Plata y puedo afirmar que el lugar referencial que siempre ha estado ahí, que nunca se ha movido para mí y mi familia, al igual que para varias generaciones de vascos necochenses, es Euzko Etxea. Para mí, es mi casa y espero que si tengo familia lo sea también para mis hijos. Recuerdo cómo hablando una vez en Euskadi con una amiga de Elorrio me hablaba de su caserío natal, que debía de tener más de 500 años. Eso aquí en Argentina no es posible cuando la propia ciudad de Necochea no tiene más allá de 130 años, pero debe ser impresionante la sensación que te une a un sitio así. En mi caso se me ocurre que el centro vasco es ese caserío nuestro, el lugar por el que pasan generaciones, en el que nos reunimos con los amigos, con la familia, en el que compartimos y festejamos.

Decíamos que el centro vasco necochense es conocido por su programa Hator Hona...

-...Que llega este año a su undécima edición. Se inauguró en 2004 y supuso toda una revolución en el centro vasco, y me quedo corto. Imagínate el cambio que supone para los jóvenes pasar de un centro en el que pervive una visión idílica y romántica de Euskal Herria a compartir cada año tres semanas de convivencia con cuatro, seis o diez jóvenes venidos de allá, que te aportan su testimonio de lo vasco, comparten sus conocimientos de euskera, de historia, de música, de baile y de cultura en general, a la vez que ellos experimentan y conocen Argentina de nuestra mano. Es toda una ventana abierta. Hoy conocemos mejor el país y su realidad y cuando viajamos a Euskal Herria contamos con amigos que son como familia.

Hoy no se pone en duda su éxito, pero inicialmente fue una apuesta discutida.

-Los inicios no fueron fáciles y muchos pensaron que montar una iniciativa en la que se seleccionan jóvenes de Euskadi según los talleres que deseamos montar acá, para que luego vengan pagándose ellos los pasajes y asumiendo nosotros los gastos de alojamiento y manutención era una locura. Nadie se imaginaba el acicate y apoyo que iba a suponer para un buen número de vascos necochenses. Hoy hay acá una generación que ha crecido con el Hator Hona. Está claro que en tres semanas no llegas a aprender una lengua ni a dominar un instrumento, pero esa experiencia te proporciona una base a partir de la cual ves que es posible avanzar, si te va o no te va y te sirve de impulso para dar nuevos pasos. Hay muchas cosas que se hacen hoy en Euzko Etxea que tienen su origen en el Hator Hona. Hemos tenido la suerte de contar con gente espectacular que ha venido de Euskadi a compartir, y de que el centro vasco decidiera apoyarnos en todo lo que necesitábamos, porque la actividad en estos once años ha sido organizada por jóvenes para jóvenes, aunque en los talleres han participado gentes de todas las edades. El programa dio asimismo pie a dos viajes a Euskal Herria -cuando en setenta años no viajó ningún grupo de jóvenes del centro- con un recibimiento extraordinario del que guardamos gratísimo recuerdo.

Ha visitado Euskadi en tres ocasiones.

-En 2008 y en 2013, con Hator Hona, y en 2010, con Gaztemundu, para participar de un barnetegi, en Zornotza. Hay gente que me pregunta por qué el barnetegi, por qué estudiar euskera. Lo cierto es que el barnetegi me supuso un gran avance. Entiendo ya bastante, pero me cuesta más hablar y encontrar allá el ambiente propicio de contacto permanente con la lengua te posibilita dar un gran salto en tu aprendizaje. Respecto al euskera, me he dado cuenta de que lo necesito. Además de que es un idioma nuestro y lo queremos y solo por eso amerita aprenderlo, me doy cuenta de que en mi entorno, si no sabes euskera, te estás perdiendo cosas. Es raro, pero en Argentina no me ha tocado nunca estar en una situación en la que con mis limitados conocimientos de inglés no alcanzara o echara en falta saber más. Pero con el euskera, en mis visitas a Euskadi, sí veo que me hace falta, que lo necesito para no perderme una parte importante de nuestra cultura, del dinamismo y los aportes que se generan y cuecen en el país.