Bilbao - Fundada en el año 1715 por un centenar de vascos residentes en Madrid, la Real Congregación de Naturales y Originarios de las Tres Provincias Vascongadas (conocida como Congregación San Ignacio por haber nacido bajo la advocación de quien fuera fundador de la Compañía de Jesús) esta institución ha sabido preservar durante estos trescientos años los lazos culturales y la labor benéfica que distinguió a esta entidad desde sus inicios hace tres siglos y que, en tiempos modernos, ha sido acompañada por el apoyo a proyectos de cooperación en el Tercer Mundo comandados por religiosos vascos. Como subraya su presidente, José Manuel Cajigas, (Madrid, 1965) “el deseo de convivir con otros, con los que compartes unos mismos orígenes y tradiciones, y de echar una mano cuando hace falta, es fundamental para explicar la duración de esta Congregación”.
¿Cómo lo han hecho para mantenerse en el tiempo?
-Es un aniversario de los que hay que celebrar por todo lo alto porque no muchas instituciones perduran tanto tiempo. Creo que el espíritu de ayuda recíproca y la generosidad de los vascos que han integrado esta asociación desde sus comienzos, son los elementos clave que explican esa longevidad. El deseo de convivir con otros, con los que compartes unos mismos orígenes y tradiciones, y de echar una mano cuando hace falta, es fundamental para explicar la duración de esta Congregación.
¿Cómo se ha adaptado la Congregación a cada etapa?
-En el siglo XVIII tiene su momento de mayor esplendor y potencia económica. También ha pasado momentos muy delicados en los que la supervivencia era el objetivo exclusivo de los que mantenían el espíritu inicial. Fue muy difícil el período previo a la Guerra Civil, pues la iglesia fue quemada en marzo de 1936. Hasta que se reconstruyó la iglesia fue un momento crítico para la Congregación, y en 1940 consiguieron reunirse ocho personas para iniciar la nueva etapa y ponerse manos a la obra. Acha, Escauriaza, Ortíz de Zárate, Badiola, Truchuelo, Basagoiti Repollés y Muguerza fueron los segundos fundadores.
Y se remontó el vuelo.
-Posteriormente se perdió el uso de la iglesia y fueron momentos difíciles los años 50 y 60. La adaptación a cada etapa se ha hecho gracias al esfuerzo colectivo de los que en cada momento estuvieron en la asociación. La capacidad de adaptación y de superación de las dificultades a cada momento histórico para seguir atendiendo las necesidades del grupo que se asocia, que integra esta unión es lo que explica la supervivencia.
¿Y por qué surgió esta asociación?
-La Real Congregación de Naturales y Originarios de las Tres Provincias Vascongadas, que este es su nombre completo, se funda el 20 de abril de 1715. Busca reunir, para actuar colectivamente, a los vascos residentes en Madrid. La finalidad era múltiple porque los beneficios de actuar en grupo, en defensa de unos intereses comunes, también eran múltiples.
¿Por ejemplo?
-Fueron muy eficaces en la defensa de los intereses de vascos que emigraban a América en sus gestiones en la Corte, ayudaban también a los que emprendían el viaje a América pasando por Madrid desde su lugar de origen, presionaban ante la administración de la Corte donde muchos vascos ostentaban cargos importantes para solucionar distintas gestiones administrativas y pleitos. Otra de las funciones fundamentales de la Congregación era atender a los vascos que se quedaban sin recursos en la capital, que enfermaban o que se hacían mayores. La capacidad económica y las relaciones de la Congregación en todo el siglo XVIII permitían esa labor de ayuda recíproca. Con ese ideario surge la Congregación.
¿Sigue vigente ese ideario?
-La acción colectiva de los vascos, el interés por conservar la lengua y las tradiciones culturales y religiosas y la motivación por ayudarse recíprocamente, por echar un cable cuando es necesario, en esta pequeña familia, sigue muy vigente.
Los altos cargos ocupados por vascos en la Corte española de la época, tuvieron entonces su aquel?
-Muchos títulos nobiliarios, altos cargos e incluso secretarios o ministros de la Corte eran vascos o de origen vasco. Su contribución a la creación de la Congregación fue esencial. Tanto sus aportaciones económicas en beneficio de otros, su capacidad de organización y de hacer gestiones en beneficio de los que confiaban sus asuntos a la Congregación, fueron efectivamente de un importancia capital en el origen de esta institución.
¿Funcionaba como una especie de lobby vasco?
-Tal y como te he contado lo parece. ¡Pues así era! El profesor de la Universidad Autónoma de Madrid Juan Luis Blanco Mozo, que en el marco del Tercer Centenario ha dado una magnífica conferencia sobre la historia de la Congregación destaca la utilidad que como grupo de presión tenía la Real Congregación.
Pues yo desconocía la existencia de esta institución? ¿Cómo vendería a la ciudadanía residente en Euskadi su Congregación?
-Es normal que en Euskadi sea poco conocida. Es una institución madrileña y ni siquiera en Madrid es conocida, y eso a pesar de estar en un lugar tan conocido como el barrio de las Letras o la plaza de Santa Ana, cerca de la Puerta del Sol, del Museo del Prado o del Congreso de los Diputados. La expresión vender no me gusta mucho, si me permites. El buen paño en arca se vende, dicen. No hay que hacer muchos alardes, pues. Somos una institución modesta, pequeña, que está a disposición de todos los vascos de Euskadi que vengan a Madrid a vivir o de paso. Procuramos que los que asistan a los actos que organizamos se sientan como en familia. A los que vengan de Euskadi de visita a Madrid les animo a ponerse contacto con nosotros, para ver si su estancia coincide con alguna actividad o concierto en la iglesia; y además les encantará pasearse por la zona pues es un entorno muy agradable.
Nacieron como organización benéfica. ¿Qué pervive de aquello?
-Es una seña de identidad de esta Congregación. Históricamente se ha ayudado a varios misioneros vascos que han pedido nuestra colaboración, muchos padres blancos como Jose Mari Sarasola y casi siempre en proyectos de África.
¿Por qué son conocidos en Madrid los miembros de esta institución?
-En Madrid, sobre todo en la comunidad vasca que participa en más actividades colectivas, se conoce la institución por ser la dueña de la iglesia donde se celebra la misa de los domingos en euskera y donde se celebran numerosos conciertos de corales y grupos de toda Euskal Herria.
¿Y cómo surgió eso de las misas?
-Fue una preocupación y un interés de los miembros de la Congregación desde los años sesenta. Por eso el capellán que elegimos debe ser euskaldun. Las misas son bilingües, de modo que siempre hay partes de la misa que se siguen perfectamente por quien no sabe euskera. Los cantos y alguna oración en euskera se proyectan en una pared por Paco García Ansa, mientras toca el órgano, de modo que se facilita el canto y el rezo a los que no saben euskera.
Entre los actos del tricentenario tienen previsto un viaje a Roma y otro a tierras vascas, a la cuna de San Ignacio. ¿Ya tienen cerradas fechas?
-Para el viaje a Loiola y a Aranzazu ya están cerradas las fechas para el 6 y 7 de junio. Para el viaje a Roma, todavía no. Lo estamos preparando para otoño, posiblemente finales de septiembre u octubre.
¿Y algún proyecto a futuro entre manos?
-Tenemos la ilusión de rehabilitar el edificio que está detrás de la iglesia, que compartimos con la delegación en Corte de la Sociedad Baskongada. Se podrían hacer unas salas de exposiciones, de conferencias, etc. que serían interesantísimas para promocionar Euskadi, por ejemplo, para dar a conocer temas culturales vascos, para ayudar a dar a conocer el euskera, para promocionar turismo y productos gastronómicos vascos, etc. y de esa forma diversas instituciones culturales y políticas vascas podrían utilizarlo, desde las diputaciones, cualquiera que fuera su signo político, a Euskaltzaindia. Es un proyecto difícil y a largo plazo, pero hay que tener esas ilusiones? así conseguiremos llegar a los cuatrocientos años.
Por cierto, ¿de dónde es oriundo?
-Mi padre, José Manuel Cajigas Olazábal, nació en Carranza, por tanto soy de origen vizcaino.