En Valencia, recuerdo que había niños que habían perdido a sus familias en pateras, llegando a España. Para ellos era un trauma entrar en el agua. Y conseguir que entraran en el mar y verles sonreír encima de una tabla, para nosotros fue increíble”, rememora Almudena Fernández, top model internacional y fundadora de la ONG Kind Surf (surf amable). Tras conseguir una buena posición laboral, hace tres años se sintió con la necesidad de dar un paso más en su vida y unir sus pasiones: el surf y la labor social. Además, una de sus preocupaciones siempre ha sido el medio ambiente, algo en lo que tiene experiencia puesto que trabajó junto a Al Gore en la ONG The Climate Project y también en Oceana.

Junto a su pareja Aritz Aranburu, el zarauztarra referente del surf mundial, han traducido este deporte en felicidad para niños desfavorecidos o con enfermedades psíquicas o físicas. “Después de viajar, te das cuenta de que los que más sufren y menos culpa tienen son los niños”, apunta Fernández. Por esta razón, Kind Surf (www.kindsurf.org) se dedica a repartir por la costa española el sueño de la superación personal a través de las olas. El equipo elige un punto del litoral y contacta con una escuela de surf local y con una asociación de niños, ya sea en exclusión social o con alguna enfermedad, para crear una jornada en la que los pequeños son los protagonistas y el objetivo es su disfrute.

En casi tres años, la asociación ha despegado y ya se financia con donaciones y subvenciones, mientras que el primer año fue la fundadora quien puso el dinero de su bolsillo.

El destino más especial

De momento, han estado dos veces en Zarautz, el destino más especial, con Zarauzko Surf Elkartea y Aspace, la asociación de parálisis cerebral de Gipuzkoa. Aranburu afirma que “en Zarautz el nivel de surf es muy alto y los niños tienen profesores de lujo, surfistas buenísimos que se dedican a enseñar. Siempre solemos vivir un ambiente muy bueno”. También han plantado sus tablas dos veces en Valencia con la asociación de discapacitados y con menores en acogida; en Cádiz con niños que padecen autismo; en Barcelona y en Hossegor (las Landas francesas).

Cada jornada es la culminación de mucho esfuerzo por parte de los nueve integrantes del equipo Kind y de los voluntarios, que a nivel estatal son más de 150. “Es la explosión de todo lo que hemos preparado y toda el ansia que tenemos por ponerlo en práctica”, explica la modelo. Primero deben conocer la situación de los niños, construir un vínculo con ellos y preparar la jornada acercándose a ellos y practicando en una piscina para saber cómo sujetarlos.

Esta “fiesta” comienza con una limpieza de la playa, una actividad crucial para la top model. “Si voy a entrar al mar para disfrutar, debo limpiarlo y cuidarlo igual que él me cuida a mí. Así les enseñamos”, explica. Al final, más que una obligación para los niños se convierte en un juego para ver quién recoge más. “Después hay una charla de surfistas profesionales que les explican que deben luchar por sus sueños, porque cuando ellos eran pequeños querían ser surfistas y ahora viven de ello”, relata Fernández ilusionada. Con las pilas cargadas de energía, y después de calentar, viene la “actividad reina”: surfear. Cada niño tiene su propio monitor y dependiendo de la situación del pequeño, hasta dos. También les acompañan al mar los miembros de las asociaciones locales, mientras que los padres observan desde la orilla. En ese momento las sensaciones que tienen son increíbles, irradian felicidad.

El cazador de olas Aranburu asegura que “muchas veces sacas cosas de los niños que no esperan ni ellos”. “Yo, como surfista profesional, no soy ningún experto de la psicología, pero en las jornadas ves una gran diferencia en los niños. Es muy bonito vivir esos cambios porque percibes lo que les aporta el surf”, explica Aranburu.

De superación

A él le impactó especialmente el contacto con los niños autistas, a los que les enseñaron fotos del equipo una semana antes de conocerse para que les resultaran familiares. Cuenta que al principio de la jornada ni se inmutaban de su presencia, pero con el paso del día y después de unas cuantas olas, fueron evolucionando y relacionándose cada vez más. A Almudena Fernández le emocionan las madres de esos niños cuya felicidad traspasa. “Hay madres que tienen varios hijos y que uno de ellos tiene una discapacidad. En algunas jornadas vienen y te dicen que por primera vez sus hermanos le tienen envidia y quieren estar en su situación”, comenta, y admite que hay muchos momentos en los que acaba llorando de emoción.

Como última actividad de la jornada, Kind Surf intenta potenciar también el lado creativo de los niños. Para ello, muchas veces el reconocido ilustrador Chidy Wayne colabora y enseña a los chavales a plasmar su día en distintos materiales, como recortes, cartulinas o palés. Entonces, según la modelo, es cuando “te das cuenta de que los niños te dan tanto de vuelta que terminas el día enganchada y esperando la próxima jornada”.

La cantidad de invitaciones de varias ciudades han obligado a Kind Surf a adelantar la fecha de inicio de las jornadas a marzo. A finales de agosto pasarán por Zarautz y una vez al mes concertarán una jornada en Pantin (Francia), Portugal, Valencia y Gijón.

El propósito de este “proyecto de vida” de la modelo es sembrar una semilla y que crezca por sí sola. Es decir, crear un compromiso entre la escuela y la asociación en cuestión para formar una comunidad en cada localidad a través de Kind Surf y normalizar el trabajo social para estos niños. Pero el sueño es que llegue a ser un referente de surf social a nivel mundial y desarrollar una red en la que “todo el mundo ayuda”. Almudena Fernández lo resume con el eslogan: “Nuestra intención es simple, Kind Surf bring happiness, queremos proporcionar felicidad”.