Bilbao - La repatriación del religioso toledano Miguel Pajares, infectado de ébola en Liberia, al hospital Carlos III de Madrid ha encendido todas las alarmas. Mientras Sanidad garantiza la seguridad de todos los ciudadanos, sanitarios desconfían de que el operativo de aislamiento y desinfección sea completamente fiable. No en vano se le conoce como la epidemia del pánico por su elevada mortalidad. A su llegada a Madrid, Pajares será traslado al antiguo Hospital Carlos III de Madrid y se le instalará en un pabellón de aislamiento que cuenta con habitaciones de presión negativa con un circuito especial de entrada y de salida de los sanitarios y con ducha para antes y después de quitarse el traje de seguridad.
Es la primera vez que un enfermo infectado por este virus hemorrágico es atendido en un hospital español. Epidemiólogos y jefes de las unidades de infecciosos sostienen que los protocolos de actuación son “seguros” e insisten en que el sistema sanitario español está “capacitado” para hacer frente a cualquier tipo de infección.
Comparte este criterio el experto en operaciones internacionales de Médicos del Mundo, José Félix Hoyo. “El ébola se controla con una buena salud pública. De hecho, cuando se exporta un caso a un país con una salud pública desarrollada, el caso y los contagios se pueden controlar fácilmente. Incluso ha habido enfermos de ébola trasladados exprofeso como el médico y la enfermera estadounidenses contagiados en Liberia y que están siendo tratados EE.UU. con cierto éxito”. “Aunque en un país desarrollado hubiera un pequeño brote, aislar al paciente, a los contactos y controlar epidemiológicamente que no se expandiera el virus sería relativamente sencillo”, afirma.
Pero puede haber fisuras. Es la opinión de Francisco Álvarez, jefe de Medicina Interna del Hospital del Mar de Barcelona. “A pesar de que contemos con excelentes unidades de atención y tratamiento para atender un caso de ébola, nadie puede asegurar que la cadena de seguridad no se vaya a romper y por ende, no se vaya a propagar el virus”, apunta.
Por algo en África Occidental, la gente ya no se besa, ni se abraza ni se da la mano. Tienen miedo. Y todo desde que el 17 de febrero, el director del hospital regional de la localidad de Macenta, al sur de Guinea-Conakry, visitaba a un paciente que sufría de una terrible fiebre, acompañada de vómitos severos y diarrea con sangre. Días después, el personal que componía el séquito médico comenzó a desarrollar los mismos síntomas. Todos fallecieron. Fue el paciente cero, el origen de hasta el momento más de 900 muertos, casi 1.800 infectados, el que ha desatado una crisis sin control y ha obligado a corredores sanitarios de cientos de kilómetros cuadrados para aislar las zonas infectadas.
Hasta el transporte aéreo internacional se podría ver amenazado. La Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA) ha alertado acerca del posible impacto que puede causar el brote y ha señalado este problema como “uno de los mayores desafíos regionales” a los que se debe enfrentar la industria, a pesar de que la Organización Mundial de la Salud cree que existe un riesgo bajo para los viajeros y se ha abstenido de imponer restricciones de fronteras.
Desde que en 1976, los científicos identificaron la enfermedad en dos brotes simultáneos de fiebre hemorrágica en Nzara, Sudán, y en Yambuku, una población cercana al río Ébola, en el Congo, las características del virus lo han convertido en una diana particularmente dura de pelar para la medicina.
Pero ¿podría este virus hemorrágico arraigar en Europa? La Organización Médica Colegial (OMC) asegura que sería “muy improbable” y subraya que el “control geográfico del país es su mejor elemento de protección”.
El secretario general de la OMC, Juan Manuel Garrote, reconoce que ningún país del mundo “está preparado” para frenar una infección que “de momento no tiene cura”. Garrote destaca que aquí hay muy buenos centros hospitalarios para controlar el virus y pone en valor los hábitos de “higiene y alimentación” como forma de prevención del contagio.
¿hospitales preparados? Sin embargo, los profesionales del hospital Carlos III no ocultan su preocupación. El delegado de CSI-F en este centro, Manuel Torres Coco, reconoce que existe “nerviosismo” entre el personal y que delegados sindicales remitieron una nota a la gerencia del centro donde subrayaban que “la forma de atención ante casos sospechosos de enfermedad por virus ébola seguía sin estar definida, así como la formación de los profesionales”.
Por su parte, el sindicato de Enfermería SATSE cree que a día de hoy el hospital “no está preparado para recibir un caso sospechoso de ébola y menos un caso confirmado”, para añadir que el personal de enfermería del centro se encuentra preocupado por su seguridad. Su portavoz en Madrid, José Manuel Freire, remarca que hace un par de meses se hizo un ensayo para testar protocolos en caso de recibir un paciente de ébola y un minicursillo para los empleados, actuaciones que ha tildado de “totalmente insuficientes”.
Pero el plan de choque está preparado “ante la posibilidad de que un caso de ébola llegue a España”, dice el Ministerio de Sanidad. Así, explica que los procedimientos contemplan la posibilidad de que lleguen turistas o viajeros que visiten a amigos o familiares en los países afectados; a través de trabajadores sanitarios que atiendan pacientes y que regresan a España durante el periodo de incubación en un vuelo comercial. Además de protocolos específicos para una persona enferma que llegue a nuestro país en un traslado medicalizado para recibir atención médica, como es el caso de Miguel Pajares”, concluye con aparente solvencia el Ministerio.