Un carnicero de nombre ‘Olivito’
El morlaco se saltó el guion de la torada de Miura y propinó siete cornadas a dos australianos y un burladés El último encierro, el más lento y peligroso
Iruñea - Cuando, en febrero de 2010 nació el salinero Olivito en la dehesa sevillana de Zahariche, en Lora del Río, Jason Gilbert y J. N. (a quien llamaremos con el alias noquierosabernada) seguramente estarían tomando unas Foster’s en su Australia natal, mientras el burladés Eñaut Gorriz pasaría frío en aquel gélido invierno que asoló Nafarroa. Nada compartían estos cuatro personajes salvo el caprichoso destino, ese que con tintes trágicos y siete cornadas, había decidido unirlos un 14 de julio de 2014 en los sesenta metros del adoquín localizado entre el 10 de Mercaderes y el 12 de Estafeta. Ellos iban a ser los protagonistas en el último encierro, el más lento y peligroso, de estos Sanfermines.
Con 595 kilos de pura fuerza, Olivito y sus puñales llegaron a esa cita repartiendo a diestro y siniestro, apalizando a Gilbert, de 26 años, en dos tiempos: tras la curva de Estafeta y regresando hasta Mercaderes; empitonando a J. N., de 24 años, justo después, a apenas cinco metros, y ensañándose con Eñaut Gorriz, de 21 años, 35 segundos más tarde, en el portal 12 de la Estafeta donde, colgado, el navarro trataba de refugiarse de la furia del cornúpeta. El balance de este encuentro fue siniestro para todos: tres cornadas para Gilbert, de pronóstico grave; un puntazo para J. N., que incomprensiblemente se dio cuenta una hora más tarde de que llevaba tatuado un recuerdo del miura y, tras ser atendido, se piró como alma que lleva el diablo sin dar siquiera sus datos, y otras tres arponadas para el joven burladés.
La crónica del octavo encierro, el que cerraba la serie de 2014 debe ser la crónica de lo que hizo Olivito, un miura atípico. Él fue quien afeó las estadísticas de los encierros de este año, ya que en siete carreras solo se habían contabilizado cinco corneados, mientras el de miura lanceó a otros tres; quien acabó con la fama de nobleza de la mítica torada sevillana, y quien convirtió la que parecía la carrera más rápida, en la mas larga y angustiosa de los Sanfermines.
Pero Olivito iba a asumir el papel estelar tras el topetazo que se metió en la curva de Estafeta, emparedado entre la pared y su hermano salinero, Alcalareño, 56 segundos después de pisar la Cuesta de Santo Domingo. Tras el monumental golpe, el morlaco se levantó aturdido, se cruzó en la entrada de la popular calle y embistió contra los mozos que, viniendo de atrás, se toparon con sus puñales. Gilbert fue la presa y el pitón izquierdo se convirtió en un bisturí que levantó la epidermis del muslo australiano, desgajándola del músculo como si de un trabajo de taxidermia se tratara. La imagen del joven, volteado por dos veces, corriendo despavorido hacia Mercaderes con el bicho encelado detrás y la piel colgando, quedará en la retina de todos. Como quedará la angustiosa segunda parte de su cogida, corneado en tórax y abdomen. Tras dura pugna, los pastores encararon al toro hacia Estafeta. Allá estaba Eñaut Gorriz, que trató de escalar para escapar del bicho sin conseguirlo.
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