Leioa. Francesco Tonucci irradia un encanto especial que captan los niños a la primera; a los pocos minutos de charlar ayer con él, los alumnos de trece centros escolares de Leioa ya se dieron cuenta de que estaban ante un firme defensor de la infancia. Es un hombre que escucha y que tiene siempre en cuenta lo que piensan los más pequeños. Así entiende la vida. Su libro La ciudad de los niños es el camino a seguir por numerosos municipios en el mundo, entre ellos, Leioa.

¿Cómo es la ciudad de los niños?

Incómoda para los adultos. Para que una ciudad sea también de los niños, hay que renunciar a algunas cosas, como por ejemplo, al dominio de los coches. Sería una decisión saludable e inteligente para los mayores. Es muy ridículo lo que estamos haciendo: vivimos sentados, de casa, al despacho y después vamos a yoga y otras actividades pagando por realizar esos cursos. Lo cual es ridículo: vivimos mal y pensamos que lo compensando pagando por hacer cosas. Si fuera posible ir a trabajar en bicicleta esto estaría solucionado. ¿Por qué no lo hacemos? Por un lado, porque la ciudad no lo permite y eso es un abuso por su parte, que llega a no ser democrática, porque nos está haciendo responsables de la salud de los niños y de los adultos. Un joven de Roma le dijo al alcalde: "Pido permiso a esta ciudad para salir de casa". No se lo dijo a sus padres, porque sabía que estos le responderían: "No, no puedes hacerlo porque la ciudad no lo permite". Entonces, correctamente, fue donde el alcalde. ¿Por qué no salen los niños de casa? Porque los padres tienen miedo. ¿De qué tienen miedo? Del tráfico. Yo creo que hay que pensar primero en el derecho a la movilidad peatonal.

Usted es partidario de la autonomía de los niños, de que vayan solos a la escuela.

La violencia a los niños existe, como también, lamentablemente, la hay contra las mujeres. Pero no se da tanto en la calle, es en casa, por parte de personas conocidas y queridas. Es muy grave la forma que tenemos de educar a los hijos en la desconfianza hacia los demás. Si los niños pueden salir solos de casa, la seguridad aumenta porque la gente se preocupa de ellos. En los barrios marginales de Buenos Aires, una ciudad muy peligrosa, desarrollaron el proyecto de que los niños fueran solos a la escuela y lo hicieron después de un hecho de violencia a una niña que iba con su madre. Ello provocó una reacción y la gente quiso hacer algo, se decantaron por mi idea de los caminos escolares. Esto fue en 2002; en 2005, el Ayuntamiento hizo un congreso sobre Seguridad Urbana donde explicaron que en los barrios donde se realizaron esas experiencias, los delitos bajaron un 50%. Y no es algo raro, porque si hay niños en la calle los demás nos hacemos cargo, nos involucramos. Esto crea una situación de control social que es lo más incómodo para un delincuente.

¿Cómo es el modelo de educación que propone?

Pienso que los niños tienen que tener un papel activo, tanto que creo que los contenidos de la escuela no tienen que ser los que dice el profesor o el libro de texto, sino los de los niños. Pero claro, aquí el problema está en que si no pueden salir de casa no viven experiencias propias. Los padres tenemos que soportar un poco de miedo. Es muy común y me da mucha pena que los padres piensen que tienen hijos tontos. Hay quien dice: "Si mi hijo va solo a la escuela seguro que se mete debajo del primer coche". Nosotros pedimos a la Policía los datos de accidentes registrados en una ciudad italiana de 80.000 habitantes, donde más de 1.000 niños de más de 6 años salían de casa solos. En diez años, fue cero. Y los hijos que iban en coche con sus padres padecieron nueve accidentes. Si estamos interesados por la salud de los niños, lo más seguro que podemos hacer es dejarles solos.

¿Qué medidas se podrían tomar para que los alumnos intervinieran más en su propia educación?

Creo que los deberes son un abuso y una equivocación porque la escuela debería ocuparse de su tiempo, que ya es muy largo. El colegio no tiene derecho a quitar ese tiempo en respeto al artículo 31 de la Convención de los Derechos del Niño, que es el reconocimiento del derecho al juego. Y el artículo 12 dice que los niños tienen derecho a expresar su opinión en decisiones que les afectan. Lo dice la Ley. Una escuela que no consulta a los alumnos se debería considerar ilegal. Los niños me han dicho hoy -por ayer- que no lo hacen, por lo tanto, tenemos colegios ilegales. Sería importante abrir Consejos de alumnos y que los niños tengan reuniones periódicas con el director.