bilbao. ¿En qué cánceres hemos progresado más?

El cáncer de mama es un buen ejemplo porque ha avanzado en detección gracias a la estandarización de las mamografías y en su tratamiento porque entendemos mejor los tipos de cáncer y qué requerimientos tiene cada uno. Ahora somos capaces de desarrollar tratamientos más eficaces, aunque todavía hay cánceres de mama terribles y letales.

En la otra cara de la moneda ¿cuáles son más complejos de abordar?

A nivel de la agresividad, de la desesperación que genera su tratamiento, el cáncer de cerebro y el de páncreas. Y seguramente porque son cánceres difíciles de detectar y cuando se diagnostican es porque están generando una sintomatología. Se localizan en órganos vitales, la cirugía no es totalmente efectiva ya que son tumores muy agresivos que suelen volver después de la cirugía y que, a cinco años, tienen pronósticos terribles. Por suerte no tienen una incidencia alta.

¿Y el cáncer de próstata con el que usted y su equipo trabajan?

Tiene cara y cruz. Lo bueno es que se opera, que tiene una tasa de recurrencia baja, en torno al 15%. Pero es un tumor muy frecuente y como nuestra población va envejeciendo, su incidencia crece. Además está vinculado a los factores ambientales y existen datos que indican que los actuales hábitos de vida pueden estar muy relacionados con el cáncer de próstata. Este tumor necesita métodos mejores de diagnóstico y tratamientos más eficaces porque todavía genera un número anual de muertes que es cuatro veces mayor que el de los accidentes de tráfico.

Dice cuanto más vivimos más posibilidades tenemos de que nuestro cuerpo cometa errores.

Sí, es que cuanto más vivamos y más capaces seamos de escapar de más enfermedades, el cáncer -que es una enfermedad intrínseca de nuestro cuerpo por fallos a la hora de dividirse las células- tiene más posibilidades de aparecer. La calidad de envejecimiento debe ser buena para que enfermedades como cáncer o Alzheimer pierdan el impacto que tienen ahora.

¿Qué es más importante una detección precoz o una terapia adecuada?

Los dos tiene un peso clave y van de la mano. Detectando tumores en un estado muy agresivo es muy complicado tratarlos aunque sea con el mejor medicamento. Si somos capaces de detectarlos antes y combinarlos con tratamientos más eficaces, erradicaremos la enfermedad.

Insiste en la necesidad de definir fármacos que ataquen a la célula tumoral pero no a la normal. ¿Hay que alejarse de la quimioterapia?

La quimioterapia funciona contra algún tipo de cáncer, pero es matar moscas a cañonazos porque es inespecífica en su fundamento. Dentro de un tumor hay células tumorales con diferentes propiedades y hay células tumorales que son más resistentes. Por eso hay que ir a cosas más específicas. En los últimos 30 años ha habido una explosión de diseño de nuevos fármacos que algunos han funcionado muy bien, otros no tanto... pero con ese conocimiento, sobre todo, podemos definir en qué tumor y con qué paciente va a funcionar el fármaco mejor. Es lo que se denomina medicina personalizada.

¿Se sigue avanzando en ese terreno de la medicina a la carta?

Sí. El problema es que, obviamente, cuanto más sofisticados son los medicamentos que usamos, más nos damos cuenta de que el cáncer tiene herramientas para volver y para sobrevivir. Debemos entender cómo funciona un fármaco, que le pasa al paciente, qué le pasa al tumor y que mecanismos tiene el tumor para evadir el tratamiento. Al final, el mensaje es dale una vez, pero dale fuerte, para que nunca vuelva.

El ritmo de vida actual no ayuda a prevenir ni a combatir el cáncer.

Aunque no sabemos todo lo que influye en el desarrollo del cáncer, sí vamos averiguando que el sedentarismo, la mala alimentación, el estado hormonal, la polución... no ayudan. El estrés, por ejemplo, nos deja en una posición más débil para luchar contra la enfermedad.

Usted estudia de qué nutrientes prefieren alimentarse las células del cáncer de próstata.

Sí, es una investigación que estamos empezando. Es muy importante para entender bien en qué contexto el cáncer se beneficia de cómo vivimos y nos alimentamos. Nuestros estudios están orientados a entender cómo nuestra alimentación puede influir en cómo responde un cáncer y cómo el metabolismo es algo que podemos usar para detectar la enfermedad. Como el cáncer come mucho más azúcar que muchos otros tejidos, somos capaces de verlo en técnicas de imagen. Entendiendo cómo se alimenta un tumor podemos desarrollar terapias y ser más eficaces.

Para este trabajo el Consejo Europeo de Investigación les concedió millón y medio de euros.

Sí. Con este trabajo de cinco años podremos poner los pilares para entender qué está pasando en la enfermedad, estudiar cuál es la implicación de la obesidad y del metabolismo en el funcionamiento de la célula cancerosa.

Como joven investigador ¿qué opina de los recortes en ciencia?

El modelo de inversión que tenemos en ciencia es una gran decepción. Los poderes políticos no se han dado cuenta que el valor de futuro está en generar conocimiento y que si hoy vivimos 30 o 40 años más que hace unos siglos, eso no es casualidad. Si la investigación se abandona, vamos a ser pobres a futuro.

¿Cuál es la situación en Euskadi?

Aquí ha habido una visión de futuro que ha sido capaz de traspasar la barrera de los partidos. Yo, de hecho, hice mi tesis en Madrid becado por el Gobierno vasco, estudié becado la primera parte de la carrera en la UPV y conseguí una beca para el Bachillerato. Hoy, una persona como yo no habría tenido esas ayudas. Pero yo soy un ejemplo de que las cosas pueden funcionar y que nunca sabes lo que un investigador puede conseguir, que hasta ahora ha sido financiación, traer dinero de Europa al País Vasco para consumirlo localmente, para contratar personal y para invertir en conocimiento.