BERMEO

lLEVA tantos años ahí que es parte del mar". Así se expresa sobre Gaviota un arrantzale que pasea, a media mañana, por el puerto de Bermeo. A ocho kilómetros de distancia del cabo Matxitxako, y pese a cumplir una función parecida al controvertido almacén de gas subterráneo Castor que ha generado una profunda crisis ante el incremento de la actividad sísmica en el delta del Ebro, su equivalente en el mar Cantábrico nunca ha generado problemas reseñables debido principalmente a la baja actividad sísmica de la franja costera vizcaina. La clave, sazonada desde un punto de vista científico, la aportan desde el Colegio de Geólogos del País Vasco: "La experiencia ha demostrado que Gaviota es un almacén seguro".

Fue en 1985 cuando se perforó un yacimiento que descansaba a 2,1 kilómetros de profundidad en los subsuelos de calizas fracturadas del Cretácico Superior en el Cantábrico. Con una plataforma offshore -en el mar- conectada a una planta de tratamiento en tierra firme en Matxitxako, no fue hasta 1994, y con Repsol al frente, cuando Gaviota pasó de productora a almacenadora de gas. Su actividad actual se prolonga a los 19 años cuando hoy en día el Gobierno español emite los permisos de explotación con una duración de 30 años.

Analizada la posibilidad de explorar nuevos pozos a solo 20 kilómetros de la bocana de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, Repsol vendió su parte a Enagas -gestor técnico del sistema gasista estatal- en 2010. Esta última firma también ha apostado por doblar la capacidad del almacenaje con el denominado proyecto Alga 1600, si bien diversas fuentes apuntan que el plan, que inicialmente fue aprobado en 2011, puede haber sufrido un parón. Esta ha sido la única ocasión durante la vida de Gaviota, además, en las que ha levantado la voz contraria de los ecologistas; pero también del sector pesquero local.

Sea como fuere, las idas y venidas en torno a la ampliación de Gaviota no ha supuesto sobresalto alguno a la población bermeotarra, salvo la prohibición a los arrantzales de acercarse a la plataforma. La habitual tranquilidad solo se rompió con un terremoto en 2005. La sacudida fue de 3,1 grados en la escala Richter -apenas perceptible para la población-, aunque los geólogos vascos opinan que el origen del seísmo se focalizó a 18 kilómetros al norte de la villa marinera.

Sin embargo, la baja actividad sísmica de la costa vasca es un aliado del almacén de gas bermeano, en contraposición a la sucesión de microseísmos padecidos en las inmediaciones de Castor que han creado la alarma. "No se tienen registros de que la sismicidad en esta zona haya superado" los 4 grados en la escala Richter, indican. "Gaviota funciona desde 1994 y no ha habido terremotos de gran intensidad, series de terremotos seguidos ni una sismicidad inducida", apuntan desde la entidad colegiada.

"La mayoría de explotaciones de gas no tienen problemas de seguridad", redundan desde el colegio vasco de geólogos. "No interesa que se te escape el gas y los primeros que se encargan de que no sea así son los propios explotadores", revelan. El almacenaje de gas, no en vano, supone inyectar y extraer el fluido. Acerca de los protocolos a seguir en este tipo de infraestructuras, también apuntan que existen varias normas de obligado cumplimiento en explotaciones petrolíferas. "En Europa somos bastante estrictos, mucho más que EE.UU. en cuanto a controles", especialmente, "incidiendo en el aspecto medioambiental".

Desde el Colegio de Geólogos vaticinan, además, que una ampliación del almacenaje de gas en Gaviota no tendría porqué entrañar mayores riesgos de los actuales. "Estamos hablando de explotación convencional, y la inyección no implica fracturación", evidencian. No obstante, efectuar estudios de sismicidad inducida para este tipo de infraestructuras podría servir para mejorar una seguridad que, hasta la fecha, se ha visto probada en la costa vizcaina.