"El hospital de Cruces realiza entre 12 y 20 cirugías de Parkinson al año"
La Unidad de Parkinson del hospital de Cruces ha sido acreditada por el Instituto Carlos III como centro de referencia para la cirugía de Parkinson. "Supone el reconocimiento a todo un equipo por el trabajo realizado en los últimos diez años", dice la doctora Lezcano
Bilbao. En el Estado español hace más de 15 años que diferentes centros realizan la ECP-NST, y se ha operado con éxito a más de 500 pacientes con esta técnica. Si las complicaciones motoras no se controlan con los fármacos habituales, se debe consultar al neurólogo acerca de las posibilidades de mejoría que tiene cada caso mediante la cirugía. "Esta técnica supuso un gran avance en los años 90, a pesar de que solo sea válida para el 10 ó 20% de los pacientes", apunta la doctora Elena Lezcano, jefa clínica que lidera el servicio de la Unidad de Movimientos Anormales del hospital de Cruces, centro que ha sido reconocido por el Instituto Carlos III de Madrid como referente para la cirugía del Parkinson, tanto para la CAV como para la cornisa Cantábrica.
¿La cirugía del Parkinson es aplicable a todos los pacientes que sufren esta dolencia neurológica?
No. Es muy selectiva, solo se aplica a determinados pacientes, preferentemente jóvenes. El Parkinson es una dolencia que empieza a manifestarse entre los 50 y los 60 años. No tenemos muchos jóvenes, ya que la mayoría que sufren la patología están por encima de los 7O años. Cuanto más jóvenes sean, tendrán mayores posibilidades de beneficiarse de la cirugía parkinsoniana.
¿Es una intervención complicada?
Requiere del trabajo de un equipo multidisciplinar con experiencia y también la delicadeza del cirujano. Para estas intervenciones, en el quirófano están el cirujano, el neurólogo.... un equipo multidiscplinar.
¿Desde cuándo se realizan operaciones de Parkinson en el Hospital de Cruces?
Este procedimiento empezó en Grenoble a finales de los años 80. En Cruces está en marcha desde el año 1999. Contamos con un largo periplo y mucha experiencia. Desde entonces, habremos intervenido a más de 150 pacientes. Hacemos al año entre 12 y 20 cirugías, unas dos al mes.
¿Son satisfactorios los resultados?
La cirugía de Parkinson es complicada, además hay que dejar claro que esta intervención no detiene el avance de la enfermedad, la corrige. La patología del Parkinson es la única que dispone de un tratamiento que suple la carencia que tiene el paciente de una sustancia. Contamos con la posibilidad de darle al paciente dopamina. Cuando parecía que le suministrábamos lo que le falta al cerebro, el producto empieza a crear problemas motores. ¿Qué hace la cirugía? Que el enfermo tenga una respuesta clínica, pero sin las complicaciones motoras.
¿La cirugía le devuelve calidad de vida al paciente?
Sí, aunque la respuesta clínica es variable. Le devuelve la estabilidad y calidad de vida y puede organizar su vida. En el Parkinson no hay cirugías con un cien por cien de resultados favorables, pero los buenos o muy buenos resultados se dan en el 70% de las intervenciones quirúrgicas.
¿Cuál es la prevalencia de la enfermedad?
En torno a una de cada mil personas a partir de los 70 años sufrirá Parkinson.
¿El envejecimiento de la población está provocando un aumento de esta dolencia neurológica?
Es cierto que cuantas más personas de edad haya, la prevalencia será mayor. Sin embargo, de cara a la cirugía de Parkinson no influye este aumento, ya que las intervenciones no son aplicables a las personas mayores de 70 años. A los cirujanos de Parkinson, el factor envejecimiento no nos influye.
Ya está claro que el Parkinson es mucho más que temblor.
Es lo más llamativo, pero además de ser una enfermedad motora el Parkinson abarca a todo el organismo y repercute en la calidad de vida de quien padece esta dolencia. A veces los síntomas motores pueden estar enmascarados por otros más relevantes como son la depresión o el dolor en un hombro. Los síntomas más comunes son la depresión, la torpeza, dolor y rigidez de las articulaciones, pérdida de la expresividad facial, entre otros. Pero hay otros más incapacitantes.
¿Cuáles?
Ansiedad, apatía, deterioro cognitivo, pérdida de la memoria inmediata y déficit de atención, dificultad para conciliar el sueño, cansancio, dolor...
¿El diagnóstico precoz es fundamental para el devenir de estos pacientes?
De cara a la investigación clínica sí. Pero en la práctica tiene menos utilidad porque no disponemos de nada que pueda frenar la enfermedad. La calidad de vida de un paciente diagnosticado de Parkinson es muy buena durante los primeros cinco años de tratamiento. Es lo que se denomina la luna de miel del tratamiento de la enfermedad. Sin embargo, luego llegan las complicaciones de los fármacos y para los diez años existen múltiples efectos secundarios de las terapias, porque la enfermedad continúa avanzando.
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