Bilbao
Es como Gran Hermano, pero a lo bestia. Yo lo aborrezco, pero la gente gilipollas de mi edad sí lo ve". Silvia, dieciséis años para diecisiete, habla de Gandia Shore, un reality show de MTV en el que un puñado de "musculitos y chonis" se emborrachan, enrollan y abroncan ante las cámaras sin censura aparente. Porque se difuminan los cigarrillos, sí, pero el pitido no suena cuando una concursante le llama a otra "puta" o le espeta: "Hay que ser cardo para que no te la metan y eso que lo has intentado con todos". La perla, de bisutería barata, basta para hacerse una idea.
Dice Silvia, con la cabeza mucho mejor amueblada que alguno de los protagonistas de Gandia Shore, que este programa "da mal ejemplo, igual que Mujeres, hombres y viceversa", un espacio de Telecinco en el que los participantes buscan pareja, o eso dicen, entre un ramillete de pretendientes. "La gente lo que ve en la tele es que la peña se va de fiesta y, encima, gana dinero. ¿Para qué van a estudiar?", se pregunta esta alumna de un instituto de Bilbao. En su clase, sin ir más lejos, hay un chaval que idolatra a uno de estos personajes televisivos. "Dice: ¡Que viva el Rafa Mora, que se acaba de comprar un coche de puta madre!". Y el Rafa Mora no es otro que un ex colaborador de Telecinco que, tras su reciente despido, atacó a la cadena que le promocionó con un rap en el que se disparan balas como esta: "Este que tratáis de tonto, está cobrando más que un médico". Y es la pura verdad.
Por fortuna el compañero de Silvia forma parte de la excepción. La mayoría de adolescentes, dice la responsable de la Cátedra Unesco de Comunicación y Valores Educativos, Conchi Medrano, "saben decodificar bastante bien estos programas y los critican fácilmente. Hablan de ellos, pero para saciar conversaciones frívolas o reírse". No obstante, añade, aunque ven la televisión para entretenerse, "esta también educa". "Ahí están, por ejemplo, modelos de belleza física o de cómo alcanzar el bienestar a través del consumo o del sexo que no sabemos hasta qué punto influyen en sus opciones vitales", reconoce.
Colgados en internet, los capítulos de Gandia Shore se pueden ver a cualquier hora. Una vez que los chavales cierran la puerta de su cuarto, no hay vetos que valgan. "Cuanto más se les prohíbe ver esas cosas, más las van a ver. No se trata de que lo pongan a todas horas, pero hay que desdramatizar un poco", indica Medrano, que aconseja a los padres visionar estos espacios con los hijos para comentarlos juntos. "Algunas veces prohibimos a los hijos cosas que nosotros vemos cuando no están y eso tampoco es bueno. Es como si le dices a un hijo: Prohibido terminantemente beber alcohol con un vaso de whisky en la mano. Pues el mensaje no cala".
Esa es la teoría, pero hay que sentarse frente a la pequeña pantalla y saber qué decirles a los chavales cuando una concursante despechada suelta: "Qué más me da, si ahora me voy a tirar a tres" o Labrador, otro de los participantes, hace esta descarada declaración de intenciones: "Yo, aparte de músculo y tal, lo que quiero entrenar es el rabo". Hasta ellos, en ocasiones, se asustan de sus actitudes. "Que se enrollen las dos con el mismo tío ya me parece un poco patético", censura una de las chicas, tras el intercambio de saliva entre dos compañeras y un italiano. Para tranquilidad de quien se quede con la boca abierta, Medrano aclara que "la familia y los amigos tienen más influencia que lo que los adolescentes puedan ver en la televisión. El instituto y la ikastola tendrían menos". Vamos, que en la batalla masa muscular versus materia gris, con el apoyo del entorno, esta tiene las de ganar.
Arturo Torró > alcalde de Gandia
"Ahora está de moda conseguir la fama cueste lo que cueste"
Nada más trascendió que se iba a grabar Gandia Shore, el ayuntamiento de esta ciudad valenciana intentó que la productora no utilizase su topónimo. "Pero legalmente no se puede hacer nada", explica el alcalde, Arturo Torró, para quien es "discutible" que el reality perjudique la imagen de Gandia. "Su objetivo es tener audiencia a costa del comportamiento de ocho personas. Nada tiene que ver con la ciudad, solo que se graba en un chalé ubicado en la playa. Las imágenes de Gandia son óptimas", asegura el máximo edil, que no ha oído críticas a la ciudad debido al programa.
Con conocimiento de causa, tras haber visto algún capítulo del reality, Torró lamenta que no sea un caso excepcional. "Desgraciadamente en las parrillas de muchos canales se pueden ver programas como este. Es lo que le gusta a cierto tipo de gente. A mí en particular no me gusta, son programas que no aportan nada", señala.
En una de las entregas, un concursante orinó en la calle y el alcalde de Gandia ordenó a la Policía Municipal que lo denunciara a través de la productora. "Ese tipo de actitudes son reprobables. Lamentablemente son escenas que se pueden reproducir en cualquier playa o zona de ocio cualquier noche, pero gracias a Dios no son un reflejo de la juventud, ni mucho menos. En todo caso, un reflejo de un estereotipo que está ahora de moda, quizá acentuado por programas como este y algunos que se ven a diario en otras cadenas. Conseguir la fama, cueste lo que cueste, y eso, igual que viene, desaparece".
Estefanía Jiménez > doctora en comunicación
"Lo chabacano es fácil de hallar porque desea exhibirse"
Pese a que la cadena ofrece como reclamo que en Gandia Shore no hay guiones, Estefanía Jiménez, doctora en Comunicación Audiovisual y profesora de la UPV, subraya que sí hay una reconstrucción posterior de lo que se emite y en qué orden. "Dicen haber grabado 600 horas y únicamente muestran los fragmentos basados en el conflicto, el sexo, o la gestión de las emociones. Es un programa de entretenimiento basado en lo llamativo que resulta el relato de los comportamientos extremos", resume.
Con un share que ronda el 3%, "lo cual no llega al millón de espectadores en todo el Estado", el espacio "para la franja de edad de 13 a 24 años sí que constituye un fenómeno, que además encuentra bastante eco en las redes sociales y en las conversaciones al día siguiente", explica Jiménez. "Jersey Shore -el programa original- era comentado con absoluta familiaridad en los institutos y colegios, y supongo que en el caso de Gandia Shore esta tendencia se ha multiplicado. Y en la mayoría de las ocasiones, para reírse de sus protagonistas", matiza.
Excesivos en su forma de actuar y en su aspecto físico, los participantes de este reality, dice esta experta, son "bufones a los que se les alimenta el ego, buscan notoriedad y a cambio ofrecen espectáculo". A los equipos de producción, añade, "les interesa alentar esa excentricidad. A los participantes les han convencido de que son únicos e interesantes. Quienes quieren aparecer en este tipo de espacios se adaptan a lo que se espera de ellos. Lo chabacano es fácil de encontrar porque está deseando exhibirse y, además, es una buena materia prima para generar el interés del público".
Aunque el espectador entiende que los protagonistas no son "en absoluto ejemplares ni representativos", lo cierto es que "difunden una concepción muy concreta de lo que significa pasárselo bien, lo que es triunfar, el valor que tienen las relaciones con los demás o un tipo concreto de culto al cuerpo", advierte Jiménez. "En el programa se censuran los cigarros, pero no que el sexo y las relaciones se banalicen. Echo en falta en la televisión mensajes que no vayan en esa línea".