Bilbao. La seguridad de los locales y los acontecimientos con gran afluencia de público -como las discotecas, los conciertos y las fiestas multitudinarias- preocupa mucho a los responsables municipales y autonómicos del País Vasco. Por eso, cuando ocurren tragedias como la de la fiesta de Halloween en Madrid, se encienden todas las alarmas y la sociedad se plantea si la regulación actual es suficiente para evitar casos similares. Los expertos señalan que en Euskadi los controles son exhaustivos, pero que convendría actualizar la normativa y profundizar en la concienciación y la seguridad.

En el País Vasco tanto los locales destinados específicamente a actuaciones como los espectáculos organizados en recintos multiusos están regulados por una norma estatal que data de 1982 -modificada y complementada en parte por un código técnico de hace cuatro años- y por un decreto autonómico de 1995. La disolución del Parlamento Vasco dejó en el aire la tramitación de una nueva ley vasca de Espectáculos Públicos y Actividades Recreativas que venía a solucionar algunas carencias.

Y es que, tal y como reconoce el jefe de servicio de la Dirección de Juegos y Espectáculos del Gobierno vasco, la normativa actual está absolutamente desfasada en muchos aspectos relacionados con eventos multitudinarios y grandes locales. Este experto apunta la existencia de factores como "la masificación, la inmediatez en las comunicaciones y las nuevas formas de contactar entre si que utilizan de los jóvenes, los nuevos usos o formas de divertirse, como el botellón..." que no están contemplados en la normativa vigente y explica que el control y la seguridad de estas concentraciones de personas requieren cambios legislativos y, en ocasiones, mayor implicación de los ayuntamientos.

riesgo potencial El técnico del Departamento de Interior destaca que "cuanto mayor es el aforo de un local o de un acto concreto, más alto es su perfil de peligro potencial". Y apunta que otro factor de riesgo es la eventualidad. "Normalmente hay más problemas de seguridad en los eventos de organizadores no profesionales", dice el jefe de servicio. Por su experiencia sabe que los organizadores no profesionales a menudo actúan de buena fe, pero no son tan competentes como los profesionales, de forma que no conocen tan a fondo las normas y pueden obviar algunos aspectos. "Los organizadores ocasionales son menos profesionales que los que gestionan locales dedicados a conciertos, fiestas y actuaciones. Los que dirigen estos locales saben perfectamente lo que se debe hacer, es su negocio y no pueden arriesgarse a tener ningún problema", añade el experto.

Un caso bastante habitual de "organizadores no profesionales" es el de los cotillones de fin de año. Se trata de fiestas que preocupan mucho a los responsables de Interior y a las que todos los años dedican un importante esfuerzo de inspección y control.

La supervisión de las medidas de seguridad y del cumplimiento de las normas en locales de espectáculos y eventos corresponde en exclusiva al ayuntamiento que ha otorgado la licencia cuando el aforo máximo no supera las 700 personas. A partir de esa cifra hay un control conjunto de las autoridades municipales con la Dirección de Juegos y Espectáculos del Gobierno vasco, que cuenta con competencia superior.

Cuando se organizan actos puntuales en locales que no están destinados exclusivamente a espectáculos, es necesario obtener una autorización expresa que solo sirve para ese acto y que no se otorga a menos que la seguridad esté garantizada. Los locales como salas de fiestas y discotecas, están sujetas a los mismos requisitos de seguridad, pero no tienen que pedir autorización para cada evento. En ambos caso la Ertzaintza tiene protocolos de inspección para asegurar que se cumplen todas las exigencias.

En este sentido, un portavoz del BEC, donde con bastante frecuencia se organizan conciertos y actuaciones, señala que aunque hay unos protocolos de seguridad muy exigentes establecidos de antemano, "con cada evento las medidas se fijan, se aplican y se revisan como si fuera el primero". También se valora el aforo previsto para cada acto, porque -explica- no es lo mismo el control de 2.000 personas que de 10.000.