Bilbao. Joseba Agirre Zabala, hijo del primer lehendakari del Gobierno vasco, José Antonio Agirre Lekube, y de Mari Zabala, tuvo una infancia y una juventud bastante ajetreadas. Nació en París el 26 de junio de 1938, donde su padre presidía el Gobierno de Euzkadi en el exilio, un gobierno legítimo que se vio obligado a abandonar tierra vasca ante el imparable avance de las tropas franquistas en nuestro territorio, en 1937.

Allí vivió los primeros meses de su vida junto a sus padres y su hermana, la primogénita de la familia, Aintzane. Pero, el inicio de la Segunda Guerra Mundial supuso el comienzo de una nueva etapa de persecución y huida para la familia Agirre Zabala. La ocupación alemana les sorprendió en Bélgica, adonde el lehendakari se había trasladado con su familia, precisamente para que los abuelos conocieran a Joseba, a quien no habían podido ver desde que naciera por las circunstancias del momento. Perseguidos por los nazis, que en un bombardeo acabaron con la vida de una hermana del lehendakari, Encarna, la familia tuvo que separarse. Mientras José Antonio Agirre se refugiaba en Bruselas, Joseba, su hermana y su madre se trasladaron a la casa de sus abuelos. La familia no volvería a reunirse hasta un año más tarde, en 1941, cuando se encontraron en Berlín, paso previo a su salida a Suecia y desde allí a América.

Las muy dramáticas vicisitudes por las que atravesaron para trasladarse de la Europa ocupada por los nazi-fascistas al continente americano las relató el lehendakari, primero, en su diario y, más tarde, en su libro De Gernika a Nueva York pasando por Berlín. En el primero de los textos son numerosas las citas donde el lehendakari, además de mostrar el cariño a su familia, describe las numerosas travesuras del niño Joseba.

Durante su estancia en Nueva York, entre 1941 y 1946, nació su hermano Iñaki, el tercero de los hermanos. Durante los años que vivieron allí el matrimonio Agirre Zabala aprovechó, valiéndose del ejemplo propio y de un pequeño catecismo en euskera editado en Bélgica para los niños evacuados, para inculcar a sus hijos el amor por Euskadi, el euskera y la fe cristiana.

En mayo de 1946 salieron de nuevo de Estados Unidos para llegar a Donibane Lohizune, en unos momentos en los que parecía que la dictadura de Franco iba a seguir el mismo camino que los regímenes de Hitler y Mussolini. Pero, a la II Guerra Mundial le siguió la Guerra Fría y el exilio democrático vasco hubo de prolongarse tres décadas más. En Iparralde, Joseba conoció la Euskadi real y a sus primeros amigos euskaldunes. En octubre de 1947, se instalaron, de nuevo, en la capital francesa, concretamente, en la delegación del Gobierno vasco, en la avenida Marceau, y es allí donde empezó a ser consciente de la realidad que estaba viviendo el pueblo vasco. Veía ahora a su aita como un lehendakari que recibía a personalidades de primer orden de la política internacional.

formación en londres Años después, completó su formación en Londres, donde consiguió una beca para estudiar en Cambridge. Según contó el propio Joseba en más de una ocasión, su padre nunca pensaba que estuviera haciendo algo provechoso en la capital inglesa, porque cada vez que hablaba con el rector del colegio donde estudiaba, este solo le comentaba cosas sobre sus actividades deportivas. Por ello, según contaba Joseba, cuando el rector le envió una carta "comunicándole que me habían concedido la beca creo que le di a mi padre una de las alegrías más grandes de su vida".

Cuando iba a cumplir 21 años, optó por la ciudadanía británica. Había estudiado en la Universidad de Cambridge y quería seguir allí. Su primer trabajó lo desempeñó en la firma Keeling & White Ltd. de Spitalfields Market, una empresa que vendía fruta importada de la España de Franco. Era el momento de dejar de ser el hijo del lehendakari e iniciar una propia vida, pero desgraciadamente aita fallecería poco después.

El 22 de marzo de 1960, fecha en que falleció el lehendakari Agirre, Joseba se encontraba viviendo en la capital inglesa, trabajaba y era un gran jugador de rugby que, junto con el Athletic, fue una de sus grandes aficiones. La noticia fue un verdadero mazazo para toda la familia, por inesperada.

Tras la muerte del lehendakari Agirre, Joseba continuó en Inglaterra. En septiembre de 1960 cambió de trabajo y se incorporó a la empresa Massey-Ferguson (Export) Ltd. dedicada a la fabricación de maquinaria agrícola. En esta empresa se formó profesionalmente, vivió 2 años en el Caribe y Centro América y recorrió muchos países europeos. En 1966 se instaló en Barcelona, en otra nueva firma, y en 1975 aterrizó definitivamente en Euskadi, primero en la Cámara de Comercio de Baiona, luego en Donostia y por último en Getxo, desde principios de los años 90, siendo secretario de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Bilbao.

Fuera del ámbito profesional, Joseba también fue miembro fundador del Instituto de Historia Contemporánea Bidasoa, cuyo fin es la investigación y difusión de nuestra historia más reciente, además de la recuperación de la memoria. Asimismo, fue miembro fundador de Sabino Arana Fundazioa.

Casado con Maria Joxepa Muñoa, procedente también de una familia de exiliados, tuvieron dos hijos, Amaia y Aitor, una familia de la que se sentía muy orgulloso y que le ha arropado hasta los últimos instantes de su vida.

lucha contra el 'karramarro' Si algo hay que debiéramos destacar en la intensa vida de Joseba era su optimismo y las enormes ganas de vivir, herencia, ciertamente, de su padre, un inveterado optimista. Cuando en 2009 le diagnosticaron el cáncer de esófago, se armó de valor y decidió mostrar más que nunca sus ganas de vivir. Nos demostró lo que significa luchar, con una entereza y una fuerza encomiables.

Cinco días antes de la complicadísima operación a la que se sometió, presentamos la Comisión AL 50, constituida para conmemorar el 50 aniversario del fallecimiento del lehendakari Agirre y Joseba no faltó a la cita. A lo largo de todo 2010 acudió y representó a la familia en numerosos actos y diversos homenajes, uno de ellos en la Universidad de Columbia de Nueva York, particularmente emocionante para la familia, por las clases que el lehendakari impartió en su aulas en los años del exilio americano. Joseba, a todos su amigos, que éramos muchos, en todo momento nos mantuvo informados vía email de su cotidiana lucha contra la enfermedad. "Mañana lunes, después de la consulta con los oncólogos, esperamos conocer el programa de esta nueva fase del combate contra el karramarro", nos decía en una de las ocasiones, para terminar afirmando "estoy recibiendo todo el apoyo de mi mujer, Maria Joxepa, de mis hijos, nietos, hermana, cuñada, primos y demás familia, amigos y amigas". Toda una lección de vida.

Y toda una lección de generosidad. Joseba fue un asiduo colaborador de Sabino Arana Fundazioa hasta el final, como lo demuestra el último número de la revista Hermes (Hermes, nº 41, julio 2012). En este incluimos un artículo del periodista australiano Noel Monks, testigo directo del bombardeo de Gernika, en el que denuncia valiente y profesionalmente la destrucción de la villa foral en abril del 1937 por los sublevados. Joseba nos tradujo de manera ejemplar el texto original en inglés. En todo fue así, optimismo y generosidad. Mila esker, Joseba. Egun haundira arte.