Bilbao. Acaba de fallecer el profesor José María Macarulla. Sin él, sin su persona y su actividad es impensable entender lo que es hoy la bioquímica y la biomedicina en Euskadi. Llegó en 1975, desde su lugar de origen, la Universidad de Granada. Cuando llegó a nuestro campus, la Universidad del País Vasco no existía aún, se estableció en la entonces denominada Universidad de Bilbao.

El contexto y las condiciones de aquellos tiempos eran muy diferentes de los que hoy podemos ver. La Universidad vasca era joven, muy joven y con pocos recursos. La sanidad no tenía mejor suerte: esclerótica, dependiente de múltiples fuentes y sin recursos para investigar. Todo esto en una sociedad en ebullición preocupada de otros menesteres, donde conceptos que hoy parecen cotidianos como el I+D+i, producción científica o las patentes no eran precisamente hechos prioritarios.

El profesor Macarulla llega a Leioa con ideas que entonces eran revolucionarias: docencia e investigación. Le acompañaban dos jóvenes colaboradores, Félix Goñi y María José Sancho, imbuidos, casi, casi, del mismo espíritu pionero y con ganas de hacer bien lo que había que hacer bien. Enseguida el profesor ejerce una virtud fundamental en su persona, muy curiosa en aquel momento. No impone una regla única ni un único método, sino que invita e impulsa a que otras personas que trabajan en el entonces Departamento de Bioquímica sigan con sus líneas de investigación diversificando, ampliando y enriqueciendo las líneas de partida y las ideas que él trae.

El fruto de su trabajo y de su carisma no hay más que verlo si nos asomamos a lo que hoy es el departamento que fundó, situado en un buen escalafón en el panorama de la ciencia internacional. El profesor Macarulla podría sentirse orgulloso de lo que es ahora el Departamento de Bioquímica y Biología Molecular, y algunas de las instituciones que han sido proyectadas desde él como la Unidad de Biofísica.

docencia en mayúscula En todo caso, es difícil hablar solamente de su proyección investigadora cuando estamos hablando de una persona que tenía una gran pasión que, incluso, superaba el marco estricto de la ciencia biológica: la docencia. Pero ¡cuidado! La docencia con mayúsculas. El profesor Macarulla tenía muy claro que la Universidad tiene como función no solo la creación de conocimiento, sino también su transmisión a las nuevas generaciones. Ha sido autor de libros, cuyo valor hoy sabemos que certifican y citan sus usuarios. Además, hizo algo más: coordinó y realizó la traducción de uno de los grandes libros de bioquímica. Este hecho, por sí solo, ha generado que en muchos lugares la imagen del Departamento y el Área de Bioquímica de la UPV/EHU sean conocidos porque fue en esa institución donde se realizó ese trabajo y el profesor Macarulla fue su artífice y animador principal.

La pérdida del profesor Macarulla solo puede paliarse por la obra que deja, por la pasión con la que enseñó y por los múltiples caminos que abrió. Gracias Profesor.