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Una nueva ley rusa impide a 45 niños de acogida disfrutar del verano en Euskadi

Bikarte reduce a 65 los menores que pasan las vacaciones con sus familias vascas

Bilbao. Con resignación y paciencia, sí, pero con la esperanza de una próxima solución, los responsables de la asociación Bikarte y las familias vascas que cada verano acogen en sus hogares a niños rusos anunciaron ayer que este año, y debido a la entrada en vigor de una nueva normativa en Rusia, cuarenta y cinco niñas y niños no han podido viajar a tierras vascas para reencontrarse con sus aitas y amas. "Ha habido lágrimas aquí y allí, sobre todo cuando se lo comunicamos. Pero sobre todo allí. Ellos son los mayores perjudicados".

Así describía Josemi Gómez, uno de los integrantes de este colectivo, el triste escenario engendrado por la Administración de aquel país que ha decidido restringir las periódicas y más que beneficiosas salidas de estos menores que crecen en zonas de clima extremo o afectadas por contaminación nuclear, quizás por el temor, la alarma o la desconfianza originadas tras los casos de abandono a niños rusos adoptados confirmados y denunciados hace ya un tiempo entre alguna que otra familia estadounidenses.

Así las cosas, este pasado mes de abril el Gobierno ruso aprobó un decreto que introduce modificaciones en la normativa "que regula el régimen de vida de los huérfanos bajo tutela estatal. Uno de esos cambios introducidos prohibe expresamente que este tipo de menores viaje al seno de familias extranjeras", expresaba Gómez, en declaraciones a este diario. Se trata, resumía, de aquellas niñas y niños que están internos en orfanatos públicos y que, en el caso de Euskadi, son 45.

Todos ellos tenían ya las familias de acogida asignadas por lo que las penas y posteriores lamentaciones han sido significativas ya que, como manifestaba el integrante de Bikarte, "hay niños que llevan viniendo años. Para nosotros es algo incomprensible. Tenemos una amplia experiencia [desde 1997 se dedican a esta labor humanitaria] y se funciona al cien por cien", valoraba Gómez al tiempo que redoblaba su defensa de la labor altruista que centenares de familias vascas realizan los veranos e inviernos.

De hecho, las familias integrantes de esta asociación confían en que este entuerto pueda quedar resuelto de forma satisfactoria antes de que lleguen las vacaciones de Navidad. Para ello, afirmaba Gómez, se servirán del único resquicio legal contemplado en la nueva normativa: que estos menores rusos viajen en grupo a un campamento, por ejemplo.

"Ya hemos contemplado el tema de albergues y, aunque no sería lo mismo, al menos estarían cerca de las familias", anunciaba este componente de Bikarte. De hecho, lo intentaron en cuanto supieron de la modificación de la ley pero "el poco tiempo, que la burocracia rusa es lenta, los permisos... Pues lo han hecho imposible", decía Gómez.

En cualquier caso, y a pesar de que la nueva fórmula sea en precario con su estancia en tierras vascas los sesenta y cinco menores acogidos podrán beneficiarse de un clima más suave que el siberiano, una alimentación variada, y, como insisten desde Bikarte, "especialmente del cariño y las atenciones de una familia. Todo ello les permite mejorar su desarrollo y crecimiento y paliar los efectos de vivir en zonas con radiación nuclear, en climas extremos, o faltos de una familia estructurada".