bilbao. "Que haya más trabajo para la gente en general". Esto es lo que pediría al año 2011 Maru Sarasola, socióloga y responsable de la consultoría Coaching. "Me gustaría que la crisis nos sirviera para reflexionar sobre cómo estamos viviendo y qué nivel de sostenibilidad y de satisfacción tiene nuestra vida. Me encantaría que empezáramos a gestionar las organizaciones teniendo en cuenta criterios de valores. Porque las organizaciones son sistemas de relaciones entre personas", explica esta bilbaina de 51 años, que casi siempre ha trabajado por su cuenta.
Tal vez por ello no se haya topado personalmente con el"techo de cristal" al que se tienen que enfrentar las mujeres. "Pero trabajando para clientes sí he notado discriminación en el acceso a puestos de responsabilidad. En ciertas organizaciones sí lo he visto". Lo dice con conocimiento de causa porque Maru Sarasola también ha participado en consultorías de género. "Somos seres humanos en igualdad de derechos y oportunidades. Hay cosas que aún siguen de la mano de las mujeres. Esto tiene un impacto brutal en la vida personal".
Reconoce que esta parte no la ha vivido porque no tiene hijos/as, pero sí tiene una vida para hacer las cosas que le gustan. " En consultoría sí me ha faltados tiempo para aspectos de mi vida. El tiempo profesional me ha comido mucho de mi vida privada", se sincera.
A Maru Sarasola le resulta desesperante que en los puestos de representación social y de poder estén siempre los hombres. "Cómo en el encuentro de los sabios aquí en Ajuria Enea. ¿De verdad que no conocen ustedes a ningún ser humano mujer que tenga esas condiciones para asesorar desde otro punto de vista sobre las necesidades reales de este país?", se pregunta. "En muchas ocasiones se tiene la impresión de que la igualdad se queda bastante en las palabras. Cuando llega la hora de hacer las cosas estamos en lo de siempre".
Es consciente de que en el mundo de lo público falta un enfoque de lo femenino. "Tiene que ver con la cobertura de otras necesidades de la vida, con formas de hacer y ejercer el poder. Todos estos deseos entroncan con la inferioridad de la mujer en la sociedad que nos lleva al maltrato", reflexiona.
Junto a la violencia de género le preocupa que la crisis la vayamos a pagar los de siempre: los de abajo. "Aunque todo el mundo tengamos una parte de la responsabilidad en lo que pasa, esto no se reparte de forma igualitaria. No tiene sentido que los que han creado la crisis se vayan a enriquecer con ella. Salgamos de la crisis intentando que el impacto sea menor en los que menos tienen. Que las entidades financieras paguen", pide contundente.